LÁSZLÓ NAGY, POETA HÚNGARO Y LA RETRADUCCIÓN DE LA CASA DE BERNARDA ALBA
Eszter Katona
Departamento de Estudios Hispánicos
Universidad de Szeged
2022
Recibido: 22 abril 2022
Aceptado: 6 julio 2022

1. La popularidad de los dramas de García Lorca en Hungría

El primer drama lorquiano puesto en escena en Hungría fue la última obra de Federico García Lorca, La casa de Bernarda Alba, terminada unas semanas antes de su muerte. El estreno fue en 1955, en el Teatro Katona József de Budapest, y en circunstancias peculiares ya que la compañía había planeado originalmente la escenificación de la obra Galileo, drama de László Németh, pero los censores del régimen comunista retiraron el permiso del estreno en el último momento. Por eso, Endre Marton, el director, tuvo que tomar una decisión repentina y eligió la obra de García Lorca. Por lo tanto, se produjo la extraña situación de que una obra de teatro prohibida en España durante décadas pudiera recibir luz verde en Hungría, en lugar de otra pieza censurada de un autor húngaro. El debut de La casa de Bernarda Alba fue un gran éxito, la crítica elogió tanto la dirección y las interpretaciones de las actrices ‒especialmente la de Anna Tőkés (Bernarda) y Ági Mészáros (Adela)‒ como al autor, la obra y la traducción de László András, y este éxito consolidó la popularidad de García Lorca en Hungría.

El nombre del poeta-dramaturgo de Fuente Vaqueros sonaba ya familiar ante el público húngaro de aquel entonces, porque las primeras traducciones aparecieron en los años finales de la década de 1940. Las traducciones, sin embargo, no tuvieron especial resonancia, y solo con el estreno de La casa de Bernarda Alba empezó la verdadera popularidad en Hungría del dramaturgo español. En los años cincuenta se produjo un auténtico boom editorial de García Lorca, con la publicación de varias de sus obras tanto poéticas como dramáticas, y en 1967 se editaron sus Obras completas en dos tomos gruesos. Aunque el título lo sugiere, evidentemente esta publicación no pudo contener todas las obras de García Lorca ya que varios escritos suyos serían descubiertos en las décadas posteriores, basta citar Los sonetos del amor oscuro, o su «teatro bajo la arena» (por ejemplo, Comedia sin título). Sin embargo, la edición fue una de las mayores empresas de traducción de la época, gracias al trabajo de 23 traductores literarios, entre ellos poetas famosos e hispanistas reconocidos. De la larga lista de los traductores más adelante quisiéramos destacar solo a dos nombres, el de László András (1919-1988), traductor e hispanista y el de László Nagy (1925‒1978), poeta y traductor literario, porque ambos tradujeron el drama de La casa de Bernarda Alba.

Paralelamente a las traducciones y las ediciones, los mayores dramas y las piezas menos conocidas de Lorca aparecieron también en los teatros húngaros, y podemos decir que nuestro público se encuentra en una posición afortunada, ya que todas las obras dramáticas de García Lorca fueron estrenadas, y hay solo dos excepciones (1) que no se han escenificado aún en húngaro. Nuestros directores han elegido más veces La casa de Bernarda Alba:(2) entre 1955 y la actualidad logramos registrar más de un medio centenar de estrenos e incluso hubo temporadas cuando varios teatros húngaros pusieron en escena la última obra de Lorca al mismo tiempo. Eso sucedió también en 1976, en el año del 40º aniversario de la muerte de García Lorca cuando el Vígszínház, teatro prestigioso de Budapest y el Teatro Szigligeti de Szolnok rindieron homenaje al dramaturgo andaluz con el estreno de la Bernarda.


2. Traducción de textos teatrales y la cuestión de la retraducción

Los textos teatrales nacen no solo para la publicación, sino principalmente para la escenificación ya que la finalidad del género dramático es la puesta en escena. La traducción dramática es una rama de la traducción literaria por derecho propio, y aunque hay dramas escritos tanto en verso como en prosa, su traducción no se corresponde simplemente con las categorías de la traducción en verso y en prosa. El drama griego se dirigía al público en verso, pero el teatro inglés, español, francés y alemán, en la época de Shakespeare, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Corneille, Racine, Goethe y Schiller también prefería la forma en verso. Algunos de los innovadores del teatro europeo del siglo XX, como Bertolt Brecht o García Lorca también utilizaron a menudo inserciones líricas en sus obras. En teoría, la traducción del drama en verso también entraría en la categoría de la traducción en verso, pero mientras que un poema traducido puede ser hermoso aunque no sea apto para la recitación, un drama escrito en verso es un texto que tiene que sonar desde las tablas teatrales. El público del teatro no puede pasar la página y volver a leer y reflexionar sobre una línea difícil, porque el espectáculo continúa.

El drama escrito en prosa también es especial porque no es simplemente un texto en prosa. Sus diálogos son mucho más «atados» que los de una novela, y un dramaturgo solo puede utilizar el diálogo o el monólogo para caracterizar a los personajes, mientras que un novelista dispone de otros medios. Si a primera vista puede parecer más fácil traducir un drama, esta afirmación es muy discutible. Por ejemplo, Ádám Nádasdy, lingüista, poeta y traductor literario, considera que para él la traducción al húngaro de La Divina Commedia fue una tarea más fácil que la de una obra de teatro:

[La Divina Commedia] es solo un texto: muy hermoso, muy serio e importante, pero puedo decir honestamente que una obra de teatro es mucho más difícil de traducir. Allí, el efecto teatral tiene que funcionar inmediatamente, y aquí, si el lector no entiende algo, puede dejar el libro, pensar en ello o buscar lo que no entiende en las notas a pie de página. Es inútil dar notas a una pieza de teatro (Németh, 2009).

La principal preocupación a la hora de traducir los textos teatrales es hacer que el texto sea interpretable para los actores y comprensible para los espectadores. Las retraducciones de las obras teatrales nacen muchas veces por el encargo de un director para una puesta en escena concreta. A menudo se produce un acalorado debate entre los críticos a propósito de una retraducción: una parte defiende la santidad e integridad de los textos clásicos ya canonizados en húngaro,(3) mientras que la otra defiende y justifica la necesidad de la retraducción. En general, si las nuevas versiones no siempre son un éxito rotundo, es verdad que cumplen tres funciones: apoyan el concepto del director, facilitan la comprensión del texto por parte del espectador y ayudan a la interpretación actoral. El motivo de la renovación de traducciones antiguas no es que el nuevo traductor quiera competir con los grandes traductores del pasado, sino que las nuevas traducciones son necesarias: razones prácticas, artísticas y culturales justifican su nacimiento.

Aunque García Lorca es ya un clásico moderno, ciertamente no está tan alejado en el tiempo como Shakespeare o Goethe, por lo que los retraductores no tienen que construir puentes (a través del lenguaje y las referencias culturales) entre épocas remotas entre sí. En el caso del teatro de García Lorca ni siquiera podemos hablar de traducciones canonizadas, por lo que la cuestión de la retraducción no es un problema tan complejo. Sus dramas tratan de relaciones humanas y de problemas eternos, por eso pueden tener un impacto aquí y ahora. No obstante, una puesta en escena contemporánea también debe prestar atención a que, por ejemplo, la infertilidad de Yerma o los ocho años de luto impuestos a las hijas de Bernarda tenían otro significado en los años treinta del siglo pasado que ahora. Los espectadores de hoy cuando ven a Yerma o a Adela podrían preguntar: ¿La mujer sin hijos por qué no acude a un programa de fertilización asistida y la rebelde hija menor de Bernarda por qué no se escapa con Pepe el Romano? (Koltai, 2011)


3. László Nagy y la retraducción de La casa de Bernarda Alba

Existen varias traducciones y retraducciones húngaras de los dramas de García Lorca, pero no siempre es una tarea fácil encontrarlas, ya que a veces nacieron para un estreno concreto, por el encargo de un director, es decir, para «uso interno» de un teatro, y fueron conservadas en manuscritos no publicados. László Nagy tradujo varios poemas del poeta andaluz;(4) sin embargo, de entre sus dramas solo uno, La casa de Bernarda Alba. La traducción nació a petición del director Jenő Horváth para la puesta en escena en el Teatro Szigligeti de Szolnok, en 1976. Durante mucho tiempo solo pudimos obtener una imagen parcial de la traducción de László Nagy a partir de las pocas líneas de la crítica, porque durante cuatro décadas los investigadores no pudieron localizar el manuscrito, pero gracias a un inesperado golpe de suerte, la versión mecanografiada (preparada para el uso teatral) reapareció en 2016.(5)

Antes de conocer la traducción, vale la pena hojear también el diario de László Nagy ‒con el título Krónika-töredék (Fragmento de crónica)‒, porque en ese lugar podemos encontrar varios comentarios acerca del proceso del trabajo traductor desde la solicitud ‒por parte del teatro‒ hasta el estreno de la obra. El poeta utilizó la primera versión húngara del drama (traducción de László András para el estreno de 1955) y una edición en español. No conocemos los detalles exactos de este último, pero es seguro que Nagy disponía del texto original, ya que una nota posterior a las fechas de la traducción en el diario dice que la biblioteca ya había requerido al poeta la devolución del libro español (Nagy, 1994: 195).

La primera mención del drama en el diario es del 1 de julio de 1975: «Me he encargado de La casa de Bernarda[Alba] de Lorca, este verano la traduciré» (Nagy, 1994: 72), escribe el poeta a las 12:30 de la noche. Dedicó las dos semanas siguientes a la lectura y el 20 de julio empezó la traducción: «Dos páginas están hechas» (81), constata. Las notas de agosto ya son un poco más detalladas. Según la del 5 de agosto, Nagy trabajaba lento, pero estaba satisfecho con la parte terminada. En cuanto al lenguaje dramático comenta que: «El diálogo es muy delicado en un drama rural, especialmente cuando está en español. Nada de giros urbanos: lo arcaízo forjando a partir del húngaro más noble. Esta obra es de mucho valor, como si fuera un drama griego. Ojalá tuviera suficiente tiempo» (88).

En el comentario siguiente ya podemos sentir la presión por el plazo, porque el teatro pidió la traducción para el 15 de agosto: «Aprieto con fuerza el teclado. ¡Ojalá pudiera hacer diez páginas de Lorca! Dos tercios de la traducción están hechos. Esta mañana he escrito a mano, he llegado hasta la página 50» (88-89). Sin embargo, para el fin de semana, parece que la presión se afloja: «Disfruto del drama, busco la palabra para que los personajes ‒que ya son casi húngaros‒ hablen en un húngaro más hermoso, más verdadero» (90), escribe el 9 de agosto.

Al comienzo de la semana siguiente sentimos ya la satisfacción y el alivio: «¡He terminado Bernarda Alba! [...] Me siento muy tranquilo, renacido. [...] Creo que la traducción es clara y lingüísticamente fuerte. Creo que el texto es entendible y la traducción tiene un lenguaje fuerte. Es interpretable. Durante dos días lo revisaré, leeré y, tal vez, mejoraré» (91). Cuatro días más tarde Nagy seguía pensando en el refinamiento: «Es posible que lo retoque aún. Estilizo para que sea más seco. Ahora el texto puede descansar, y yo también» (93).

De los pasajes citados del diario podemos calcular que el trabajo duró unas cinco semanas: desde el 1 de julio hasta el 11 de agosto. Sin embargo, si no contamos las dos primeras semanas dedicadas a la lectura, entonces László Nagy terminó la traducción del drama en tres semanas.

Aunque el traductor cumplió el trabajo en el plazo, el pago de los honorarios se retrasó más de un año: «No tenemos dinero. El dinero por [la traducción de] La casa de Bernarda Alba no lo recibí, aunque la terminé en el agosto del año pasado. Me asignaron el dinero el 19 de enero, tal vez, el cartero se lo embolsó» (Nagy, 1994: 263), escribe el 14 de julio de 1976. Recibió los diez mil florines solo en noviembre, después del estreno (Nagy, 1994: 326).

László Nagy no pudo asistir al estreno por un resfriado. Por fin, el 29 de octubre, logró viajar a Szolnok ‒fueron en el coche del director‒ y, tras el espectáculo, anotó en su diario sus impresiones: «Teri Horváth [Bernarda] es excelente, Mari Csomós [Adela] también. Kati Lázár [Martirio] también. El carácter de la abuela encerrada es un poco señorial. En la escenografía del primer acto hay poco blanco, y el marrón absorbe el sonido. Jenő [Horváth] torturó a las actrices tanto que el estreno se desplazó porque todas menstruaban [...]. Pronunciaban bien el texto, aunque a veces con poca fuerza» (1994: 315).

El subtítulo del drama (Drama de mujeres en los pueblos de España) ya indica información importante en cuanto al lugar de la acción y los personajes de la obra. García Lorca compuso la obra para personajes exclusivamente femeninos, y aunque sus dramas anteriores también cuentan con fuertes figuras femeninas, este es su único drama donde el reparto es completamente femenino: ningún personaje masculino aparece físicamente en la escena. Sin embargo, podemos percibir la presencia constante del hombre durante toda la obra, es decir, el autor refuerza el misterioso objeto del deseo con la dramaturgia de la ausencia. Pepe el Romano, el hombre con mayúscula ‒que personifica a la masculinidad superlativa y que se convierte en el único objeto del deseo de las cinco hijas condenadas a ocho años de luto‒ no aparece en la escena, aunque todos los conflictos dramáticos estallan por él y convergen hacia él. El reparto original (y la traducción de László Nagy) nombra a 16 personajes femeninos de entre 20 y 80 años. Después de la lista de los personajes dramáticos en el texto original aparece también un sustantivo grupal: «mujeres de luto» (García Lorca, 2008: 306). Esta indicación falta de la versión de László Nagy, pero en una de las instrucciones del primer acto se lee que hay «doscientas mujeres» (314), información que se mantiene sin cambios también en la traducción húngara: «kétszáz asszony» (García Lorca, 1967a: 598).

El otro punto del subtítulo, la localización, siempre es una cuestión crucial para los directores húngaros: ¿hasta qué punto quiere el director que se sepa que la historia se desarrolla en un pueblo español? Del espectáculo de Szolnok se puede decir que era casi un drama familiar que tenía lugar en un pueblo húngaro ‒la escenografía y el vestuario también apoyaban esta sensación‒ y, por supuesto, la traducción al húngaro también desempeñó un papel importante en esta impresión. László Nagy se esforzó por hacer que los personajes parecieran húngaros –como hemos constatado más arriba en el comentario de su diario (nota del 9 de agosto)‒ y prestó mucha atención a que el lenguaje rural de los personajes fuera auténtico, eliminando todo tipo de giro urbano.


3.1 Los verbos

¿Cómo es este lenguaje rural que evoca el lenguaje del campesinado húngaro? En adelante destacaremos varios ejemplos para ver cómo transforma Nagy un término español con sentido más general en una expresión húngara de tinte provincial auténtico. Por primero, vamos a examinar algunos verbos comparando el texto original, la primera traducción de László András (1955) (6) y la retraducción de László Nagy (1976).(7)

En el texto español el verbo arrancar no tiene ningún matiz especial: «Me arrancará los pocos pelos».(8) La diferencia entre las dos versiones húngaras es claramente perceptible: «a maradék pár szál hajamat is kitépi» (L. A.) / «kinyűvi a maradék hajamat» (L. N.). Nagy utiliza una palabra más expresiva, con un tono más agresivo y vulgar.

La traducción al húngaro del verbo fregar tiene de nuevo más sabor en la versión de Nagy. El verbo aparece en la escena en la que la Criada se queja de que tiene las manos ensangrentadas de tanto limpiar. Ambos traductores en vez de verbos utilizan nombres (que, eso sí, tienen raíces verbales): András opta por dörgölésque equivale al sentido de fregar, mientras que Nagy elige sikárolás que está más cercano al significado de frotar con energía y cólera.

En el caso del verbo toser László András utiliza un verbo húngaro con el mismo significado (köhög), pero László Nagy lo cambia con un adjetivo más rural y despectivo (göthös)) que en español sería canijo.

El verbo káricsál, que suena extraño en húngaro, se encuentra en la traducción de László Nagy, cuando Adela se queja del carácter regañón de Martirio: «Káricsál örökké». En el original y en la primera traducción en este lugar no hay verbo. García Lorca y László András repiten la frase «Qué lástima que...» / «Milyen kár, hogy...» dos veces. László Nagy también introduce este mismo giro, pero al añadir el verbo káricsál hace que la avalancha de quejas de la hija sea aún más fuerte.

En el último acto, las chicas hablan de las estrellas fugaces. Adela está encantada al contemplar este fenómeno: «[A mí me gusta ver] correr lleno de lumbre». Lorca utiliza aquí el verbo correr. Al elegir el verbo fut («szikrázva fut végig az égen» (corre chispeante por el cielo)), la solución de András es muy semejante al original, mientras que en el texto de Nagy la estrella tira una lumbre detrás de sí («a tündökletet húzza»). Esta versión resulta más poética y está en armonía con el mundo lírico del traductor.

Los demás verbos arcaizantes en la traducción de Nagy también destacan que el ambiente es rural. Para poner unos ejemplos, en el cuadro de abajo destacamos estos verbos:

Tabla 1

García Lorca
László András
(1955)
László Nagy
(1976)
escupir
köpköd
pököd
tapar [la boca]
gyömöszöltem
gyömtem
les gusta verlo
végignézik
hízik rajta a szemük
comentarlo
továbbadják
kerepelnek
no me lo recuerdes
hagyj békén
ne csácsogj
te aguantas
kibírod
kiböjtölöd
discutiendo
veszekednek
pörlekednek
levantar [falsos testimonios]
meg akar rágalmazni
ármánnyal jön
pisotea
tiporja
tapodja
han cambiado
másképpen van
megmásult
estirar las piernas
kimegy
járikál
se me borra
elmosódik
elfátylasul

3.2 Sustantivos, adjetivos, numerales

Además de los verbos, también merece la pena comparar la traducción de varios sustantivos y adjetivos con la expresión original. Cuando Poncia se queja de que desde hace treinta años come solo las sobras en la casa de Bernarda, László András traduce sus sobras con el verbo sobrar: «ami az asztaláról megmarad» (lo que sobra en su mesa), mientras que László Nagy conserva el sustantivo, pero usa la palabra más provinciana morzsalék, equivalente a migaja. Otra expresión interesante es el pan caliente que fue conservada por ambos traductores, pero Nagy ha añadido el adjetivo dombor cuyo significado es redondo y expresa con plasticidad la redondez de una hogaza rústica.

Cuando Magdalena cuenta sobre los bordados de la abuela, la suavidad de la imagen del «perrito de lanas» se pierde por completo en la solución de la primera traducción, porque László András escribe kiskutya (perrito) sin ningún adjetivo o calificativo. Podemos suponer que Lorca pensara en el perro de agua español, una de las razas caninas más antiguas, introducidas en España por los árabes y muy extendida hasta nuestros días en Andalucía. La traducción de László Nagy es «kis pumi kutya» (pequeño perro pumi) que reproduce perfectamente el carácter lanoso del perro. Además, con la introducción del culturema pumi (perro pastor húngaro de pelo lanoso y rizado) no solo conserva fielmente el aspecto físico del animal de la imagen original, sino que la aproxima al público húngaro ya que se trata de una raza autóctona de Hungría, conocida por todo el mundo en los pueblos y las aldeas. Sin embargo, hay un contrapunto interesante entre pumi (que localiza la imagen en un pueblo húngaro) y la imagen siguiente, «el negro luchando con el león», ya que esta última da un tinte exótico a la descripción de Magdalena. En el texto español, sin embargo, las dos imágenes ‒la del perro de lanas introducidas a la Península por los moros y la del negro africano con el león‒ están estrechamente relacionadas.

Una imagen similar a la plasticidad del perro lanudo aparece en la conversación de las chicas cuando hablan de la sábana de la cama de matrimonio y de la delicadeza de la lencería. «Si fuera rica, la tendría de Holanda», dice Martirio, y la primera traducción conserva fielmente el nombre del material: «Ha gazdag volnék, hollandi gyolcsot vennék». La segunda versión húngara, pero, cambia la palabra holanda por la batista («Ha tehetném, batisztot vennék») que también indica un lienzo fino muy delgado.(9)

En la traducción del atributo de otra prenda también encontramos soluciones diferentes en los dos textos húngaros. «Mujer vestida de lentejuelas» se transforma en «tarkaruhás nő» (mujer en un vestido de colores llamativos) (L. A.) y en «villogó ruhás nő» (L. N.) (mujer en un vestido brillante). Las lentejuelas son unas planchas pequeñas y redondas de material brillante, así la solución de Nagy es más acertada porque evoca el brillo del vestido, aunque existe otra palabra húngara csillogó (10) que sería más adecuada en este contexto.

Al describir la maldad de Martirio, Poncia la compara con un «pozo de veneno». Las dos soluciones húngaras tienen estructuras diferentes: «megmérgezett kút» (pozo envenenado) (L. A.) y «a méreg valóságos kútja» (verdadero pozo de veneno) (L. N.). Aunque hay poca diferencia, esta última está más cercana de la imagen original tanto en la sintaxis como en el significado.

La frase «Déjame que el pecho se me rompa como una granada de amargura» ‒que suena de la boca de Martirio cuando está litigando con Adela en el tercer acto‒ describe plástica y metafóricamente el corazón de la hija jorobada, amargado por el amor inalcanzable. Ambos traductores cambian el pecho por szív (corazón), pero la trampa más compleja está en la estructura de la frase ya que de amargura sigue la palabra granada, que, con el nombre de la fruta, podría formar una estructura posesiva: la granada de (la) amargura. Sin embargo, la frase puede interpretarse con exactitud si traducimos de amargura como complemento verbal, o sea, el pecho se rompe de amargura como una granada. Veamos las dos traducciones: «És megreped a szívem, akár a gránátalma» (Y mi corazón se rompe como una granada) (L. N.); «Szakadjon fel a szívem, mint a gránátalma keserű húsa» (Qué se rompa mi corazón como la pulpa amarga de la granada). Es decir, Nagy simplifica la construcción omitiendo la palabra amargura, mientras que László András la guarda, pero transformándola en adjetivo y relacionándola con la fruta, a pesar de que la granada tiene un sabor más bien agridulce y no amargo.

En las palabras de La Poncia encontramos un utensilio de cocina, cuando la criada habla sobre los colorines de su marido, mencionando que ella misma mató a golpes los pobres pájaros «con la mano del almirez». Nagy usa el equivalente exacto (mozsártörő), mientras que András cambió el arma asesina por un rodillo (sodrófa). Quedándonos en la cocina, László Nagy es más fiel también en la traducción de «la sabrosa pimienta» porque bors equivale a pimienta, aunque el adjetivo añadido significa ardiente (tüzes). El otro traductor traduce esta parte como pimiento picante (csípős paprika).

Al final del segundo acto Adela confiesa a Martirio sus sentimientos por Pepe: «Yo no quería. He ido como arrastrada por una maroma.» En la traducción de András, la fuerza atractiva es comparada con un torrente de agua que arrastra a la hija menor: «Nem akartam, de mintha az ár sodort volna el» (No quería, pero he ido como arrastrada por un torrente). Nagy queda fiel al sentido original y guarda la misma palabra: «Nem akartam, de mintha húzott volna egy vastag kötél» (No quería, pero he ido como arrastrada por una maroma). Aunque la solución del primer traductor no es textualmente exacta, sin embargo, está en armonía con un monólogo semejante de otro drama lorquiano, el de la Novia de Bodas de sangre, en el que la joven, en una situación sentimental parecida a la de Adela, compara al seductor Leonardo también con la fuerza ancestral del agua: «el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar».(11)

De la boca de Prudencia, la vecina escuchamos la frase «Ya vendré a que me enseñes la ropa» en la que la ropa fue interpretada de manera diferente por los dos traductores: László András escribe kelengye (ajuar) y la versión de László Nagy es ruha (vestido) cuyo significado, según parece, está más cercano a la ropa que puede indicar el vestido (de boda). Por lo tanto, la traducción de Nagy es más exacta, ya que se supone que la vecina está preguntando por el vestido de novia, visto que en las frases anteriores ya han hablado sobre el ajuar.

Al final del drama, cuando Bernarda intenta derribar la puerta de la habitación de Adela, en el texto original la madre le pide a Poncia un martillo. Pero derribar la puerta se hace generalmente con un hacha, por lo que parece justificado el cambio de los dos traductores que utilizan dos palabras diferentes ‒fejsze (L. A.) y bárd (L. N.)‒, pero ambas con el sentido del hacha.

Los caracteres de las dos protagonistas, Bernarda y Adela, se manifiestan expresivamente también en el lenguaje utilizado, por lo que merece la pena comparar cómo se refleja eso en las traducciones. La Poncia se refiere a Bernarda como una mandona, dominanta, lo que nos da una idea del carácter tiránico de la madre incluso antes de su primera aparición. Por lo tanto, la traducción de estas dos palabras también es importante en la versión húngara. László Nagy describe a Bernarda con el adjetivo ispánkodó y con el neologismo basa-asszonyság. La primera deriva de la palabra ispán que indicaba un cargo jurídico administrativo en el Reino de Hungría en la Edad Media: el hombre que regía cada provincia y respondía directamente ante el rey. La segunda, basa era el título para los principales líderes militares-administrativos del Imperio Otomano. O sea, ispán y basa reflejan bien el carácter dominante y controlador de la mujer y, al mismo tiempo, también su carácter masculino, ya que estos dos títulos estaban reservados a los hombres. El neologismo de Nagy es que transforma basa en femenino al añadir la palabra asszonyság, equivalente a señora/doña. Las palabras hajcsár (negrera) y zsarnok (tirana) elegidas por László András parecen un poco más urbanas, en las que la referencia al sexo no es tan fuerte como en los léxicos utilizados por Nagy.

El carácter rebelde de Adela también está hábilmente dibujado por el lenguaje. Cuando Poncia la acusa de estar semidesnuda en la ventana por la noche, la exclamación de Adela es: «¡Eso no es verdad!». László András escribe en húngaro lo mismo («Nem igaz!»), pero Nagy utiliza una antonimia, expresión más contundente que la original: «Hazudsz!» (¡Mientes!), reprende Adela a la criada.

Los nombres de los personajes femeninos son nombres parlantes, por lo que es interesante el juego de palabras de László Nagy. «A Martirio se le olvidará esto», leemos en el texto español. En la versión de András esta parte suena así: «Martirio majd csak megengesztelődik» (Martirio, al final, se reconcilia). Es interesante que Nagy introduce una redundancia al entrelazar también el significado del nombre de Martirio en la traducción: «Martirio majd csak elfelejti a mártírságát» (Martirio, al final, olvidará su martirio).

Otros ejemplos del grupo de los sustantivos a los que László Nagy da un tono claramente provinciano o incluso dialectal:

Tabla 2

García Lorca
László András
(1955)
László Nagy
(1976)
los que piden limosna
koldusok
kódisok
camisas de hilo
csipkés gyolcsing
móringos pendely
uvas
szőlő
szőlőbiling (12)
bayeta
rongy
daróc
era
aratás
szérű
aguardiente
pálinka
törköly
mujer
asszony
fehérnép
pendientes
fülbevaló
fülönfüggő
tía
sógornő
ángy
gañán
béres
zsellér
las particiones
örökség
jussolás
cosa de lenguas
csak a rossznyelvek találták ki
nyelvhadarás
boda
lakodalom
menyegző
pulgas
bolha
tyúktetű
espejo
hasonmása
tüköre
pechos
melle
csecse
colorines
pintyőke
tengelice
convento
zárda
apácaklastrom
hermanos
bátyjai
fitestvérek
caballo garañón
csődör
ménló
niño
gyermek
buba
hijos de forasteros
más falubeliek
idegen fattyak
en camisa
hálóingben
pendelyesen

Podemos encontrar en el húngaro varios adjetivos y adverbios con un toque campesino:

Tabla 3

García Lorca
László András
(1955)
László Nagy
(1976)
por la puerta se va a la calle
tágasabb
téresebb
machacado
összetaposott
pocsékká pocskolt
lentamente
lassan
lassúdan
mujer mala
szemérmetlen
sáros hátú
untosas
szenteskedő
lélekes
están ya en edad de merecer
eladó sorban vannak
férjhez-meendők

La transformación de los números ordinales primero y último también invita a la reflexión. Encontramos una interesante traducción de la palabra primer en el último acto, en la escena cuando Magdalena acaba de dormirse y Amelia lo comenta: «Está en el primer sueño». András conserva el sentido original («Első álmát alussza»). En cambio, en la traducción de 1976 desaparece el número ordinal primero (első) y en su lugar encontramos una expresión extraña, menos utilizada y más provinciana: «Már a kismalac-álmot alussza» (Ya está dormida como un cochinillo).

En el tercer acto Prudencia pregunta: «¿Han dado el último toque para el rosario?» La primera versión húngara («Harangoztak már a litániára?» [¿Han doblado las campanas ya para la letanía?]) omite último convirtiendo más amplio el horizonte temporal de la frase. La solución de Nagy concretiza mucho más: «Harangoztak-e harmadszor a litániára?» que quiere decir: ¿Han doblado las campanas ya para la letanía por tercera vez?


3.3. Acotaciones, fidelidad textual y palabras con sentido simbólico

El húngaro es un idioma aglutinante, es decir, añade sufijos para modificar la raíz. El problema de la sufijación de los nombres propios aparece en las instrucciones del autor y en esos casos los dos traductores llegan a soluciones diferentes. László András utiliza sistemáticamente el sufijo -hoz/-hez/-höz en las acotaciones (por ejemplo, Angustiashoz, Ponciához...) cuando una persona se dirige a otra. László Nagy no es consecuente en este caso, porque utiliza alternativamente -hoz/-hez/-höz y -nak/-nek (por ejemplo, Angustiashoz/Angustiasnak, Ponciához/Ponciának...). Normalmente, en el lenguaje teatral, en las instrucciones y acotaciones autorales el sufijo -hoz (y sus variantes), es decir, la solución de László András es la forma más común. Aunque no aparece en las instrucciones del autor, pero pertenece igualmente al problema de los sufijos verbales la traducción de me habla que en los dos textos húngaros son diferentes, justamente por las razones arriba explicadas. Por analogía del sufijo -hoz, András escribe «hozzám beszél» y, por la del sufijo -nak/-nek, Nagy opta por «nekem beszél».

En las instrucciones del autor cuando aparece silencio, que equivale a csend en húngaro, Nagy siempre lo traduce en su forma dialectal csönd. Y cuando Lorca escribe pausa en húngaro szünet, palabra usada por András, el segundo traductor casi siempre escribe también csönd (o sea, silencio).(13) Es interesante que Nagy utiliza la palabra Csönd! (¡Silencio!) también en una exclamación categórica, cuando Amelia advierte sobre la mala suerte que trae la sal derramada, en el tercer acto, y Bernarda quiere terminar el debate entre las hijas con la exclamación «¡Vamos!». András transforma esta expresión en una frase más larga y más fuerte «Elég legyen már!» (¡Basta ya!), mientras que la solución de Nagy, aunque consta de una sola palabra ‒al igual que en el texto original‒, es más categórica y evoca fielmente el carácter mandón de la madre tirana.

El autor utiliza la palabra silencio también en otro lugar, en una sinestesia: «Te ves este silencio?» – pregunta La Poncia de Bernarda hacia el final del último acto. Lorca usa el verbo ver en vez de escuchar/oír. En las versiones húngaras podemos encontrar dos diferentes verbos, pero que guardan fielmente la sinestesia: «Érzed ezt a csendet?» (L. A.) (¿Sientes este silencio?); «Nézd, micsoda csönd van.» (L. N.) (Mira, qué silencio). Nagy incluso utiliza la misma técnica que el dramaturgo, o sea, une el oído con la vista.

Aunque László Nagy intentó adaptar su traducción a un húngaro más provinciano, no se desvió drásticamente del texto original. Al contrario, comparando sus soluciones con la traducción de László András, la versión de Nagy es en muchas ocasiones más fiel al español. La frase inicial del drama es un buen ejemplo para ilustrar eso: «Ya tengo el doble de esas campanas metido entre las sienes», dice la Criada, y el segundo traductor conserva literalmente la segunda mitad de la frase: «túl sok már a harang a halántékom között» (L. N.) (hay demasiadas campanas entre mis sienes). En el primer texto húngaro podemos encontrar un término más general, mi cabeza (fejem) en lugar de sienes: «Már szétmegy a fejem ettől a harangzúgástól» (L. A.). (Mi cabeza ya está reventando por el sonido de estas campanas).

László Nagy es más fiel también en la traducción de la frase «parece como si estuvieran hechos de otras sustancias»: «Mintha más anyagból formázták volna.» (L. N.) (Como si estuvieran formados de otro material). László András no opta por una traducción literal, sino por una locución apropiada: «Mintha nem is anya szülte volna.» (L. A.) (Como si no lo hubiera parido una madre).

La frase «Cae el sol como plomo» evoca el calor del verano andaluz. Los traductores mantienen el símil: Nagy logra guardar incluso la palabra plomo («Mint a tüzes ólom, olyan a nap» (L. N.) (Es sol es como el plomo ardiente), mientras que András compara el calor al horno («Süt a nap, mint a kemence.» (L. A.) [El sol arde como un horno.]).

El sol aparece otra vez en una de las acotaciones del segundo acto en una sinestesia: «un silencio trapasado por el sol». La solución de ambos traductores conservan no solo las dos palabras claves (sol (nap) y silencio (csend/némaság)) ‒«napfény csíkozta csendben» (L. A.) (silencio rayado por la luz del sol) / «nap-szüremlő némaságban» (L. N.) (el sol filtrando por el silencio)‒ sino también el tono poético de la imagen original. Casi podemos ver el fino polvo bailando en el aire entre las rayas de la luz del sol, en la penumbra de la habitación.

El drama se desarrolla en «un pueblo sin río». En el mundo lorquiano el río siempre es una «palabra plástica» (14) con un simbolismo importante, por lo que el traductor también debe prestar mucha atención a no romper la densa red de símbolos que hay no solo dentro de una pieza, sino también entre las obras del granadino. László Nagy no cambia el original, su lugar es igualmente un «folyótlan falu» (un pueblo sin río), mientras que László András reduce el curso de agua a un arroyo: «ahol még patak sem folyik» (donde ni siquiera fluye un arroyo).

También el viento siempre es una palabra con valor simbólico, un símbolo masculino, sinónimo del aire, uno de los cuatro elementos principales. Cuando Bernarda no permite que «el viento de la calle» entre en la casa, el paralelismo entre viento/varón es evidente. Nagy otra vez es el más fiel: «nem fúhat be hozzánk az utcai szél sem» (L. N.) (el viento de la calle tampoco puede entrar en nuestra casa), mientras que András domestica el viento hasta convertirlo en una brisa (szellő), degradando también la fuerza viril del elemento.

El agua es también uno de los cuatro elementos primordiales. La falta del agua, la sed de las hijas y el acto repetido de beber agua expresan no solo el calor asfixiante del verano andaluz sino también los deseos sexuales reprimidos de las cinco hijas. En el tercer acto Adela es quien tiene sed, y a la pregunta de su madre «¿Dónde vas?» responde, «Beber agua». Nagy guarda tanto el verbo como el sustantivo: «Vizet iszom» (L. N.) (A beber agua). La otra traducción omite el agua y solo dice: «Inni» (L. A.) (A beber). En la respuesta de Bernarda en el texto español se repite agua: «Trae un jarro de agua fresca», ordena la madre. András aquí la usa semejantemente: «Hozzatok egy kancsó friss vizet» (L. A.) (Traedle una jarra de agua fresca); mientras que Nagy ya no la repite: «Hozz egy kancsóval, frisset.» (L. N.) (Tráele una jarra, y que esté bien fresca).(15)

En el tercer acto Bernarda constata en voz baja que «el caballo garañón, que está encerrado y da coces contra el muro. [...] Debe tener calor». László Nagy traduce las dos últimas palabras como «igen tüzes» (está fogoso), que asocia el fuego con el calor y el apetito sexual del animal. En este caso la solución del otro traductor es más fuerte: «biztosan üzekedni akar» (seguramente quiere encelarse), una expresión cuya carga sexual es aún más fuerte que la de la expresión original y expresa aún más aquella contradicción que está entre la represión sexual a la que las hijas están condenadas y el instinto natural y libre del caballo. En la siguiente frase, sin embargo, la solución de László Nagy adquiere un sentido más erótico: «A szűz kancákat hágatod-e s mikor?» (¿Y cuándo acaballas a las potras vírgenes?), pregunta Prudencia. Aquí originalmente aparece el sintagma nuevas potras, conservada también en la primera traducción: «új kancákat» (L. A.), o sea no vírgenes, como la interpreta Nagy.

Cuando se revela el pecado de Adela, hacia el final del tercer acto, en el original leemos que «Esa es la cama de las mal nacidas». La versión de András es más dura: «Szalmán szajhák henteregnek!» (¡Solo las putas se revuelcan sobre la paja!). László Nagy traduce mal nacidas con una palabra más decente: «A szalma a szemérmetlenek ágya» (La paja es la cama de las indecentes).

La alusión a la virginidad también aparece al final de la obra, cuando tras el suicidio de Adela, la madre manda a sus hijas: «Llevadla a su cuarto y vestidla como si fuera doncella». La palabra doncella significa una mujer joven e intacta. László Nagy refuerza este significado con la palabra virgen: «Vigyétek a szobájába, adjatok rá ruhát: szűzhöz illőt!» (Llevadla a su cuarto y vestidla en una ropa que merece una virgen). Es interesante también la solución de András que asocia el color blanco con la inocencia: «Vigyétek a szobájába, és öltöztessétek fehérbe» (Llevadla a su cuarto y vestidla en blanco).


3.4. Traducción de refranes, frases hechas y metáforas

La problemática de traducir a otro idioma proverbios, refranes, frases hechas o metáforas es una cuestión muy interesante de todas las traducciones literarias ya que en estos casos una interpretación literal casi nunca da el resultado adecuado. Por lo tanto, el traductor debe encontrar el equivalente húngaro que se acerque al significado, si existe, y si no, debe crear una solución que sea apropiada en el contexto dado. A continuación, buscaremos estos casos especiales y examinaremos sus traducciones.

García Lorca pone repetidamente en la boca de La Poncia una sabiduría popular, maldiciones y expresiones provincianas o dialectales, y gracias a esta técnica, la caracterización de la criada será muy plástica. Por ejemplo, la exclamación «¡Maldita sea!», suena dos veces en el diálogo entre La Poncia y la Criada. Por la primera aparición, László András la traduce como una maldición simple pero fuerte: «Dögöljön meg!» (¡Qué la espiche!). László Nagy, sin embargo, lo traduce como una maldición más elaborada, y presumiblemente de origen gitano: «Döntse le a rágó ráksúly!», cuya retraducción es casi imposible, solo intentamos una paráfrasis aproximada: desear que alguien se enferme gravemente. En el mismo diálogo, unas líneas más tarde, Lorca repite la maldición pero esta vez añade también un andalucismo, un mal augurio más extenso y aún más grosero que expresa los sentimientos de odio de La Poncia hacia Bernarda: «¡Maldita sea! ¡Mal dolor de clavo le pincha en los ojos!». El mal dolor de clavo se refiere al dolor que produce el glaucoma (Herrador Sánchez y Núñez Fernández, 2006: 44). Ambas traducciones logran evocar maestralmente el tono original: guardan fielmente la imagen del ojo afectado por algo doloroso e incluso el resultado será mucho más fuerte que en español: «Az istennyila ott csapjon bele, ahol van! A hollók vájják ki a szemét!» (L. A.) (¡Que le caiga el rayo de Dios en el mismo lugar donde esté y que los cuervos le saquen los ojos!) / «Sötét kolera, világos ménkű! És a rosseb égesse ki a szemét!» (L. N.) (¡Cólera negra, rayo fulminante! ¡Y que la sífilis queme sus ojos!).

Poncia utiliza un proverbio también en el segundo acto: «No llega la sangre al río». László András introduce su equivalente húngaro: «Nem eszik olyan forrón a kását!» que quiere decir, no se come la papilla tan caliente. László Nagy, en cambio, insistió en conservar la palabra sangre del proverbio original, y no encontrando un proverbio adecuado, él mismo creó la frase que parece como si fuera un proverbio: «Kevés ahhoz a véred!» (No tienes suficiente sangre para eso), con el sentido de que no tienes bastante coraje y fuerza.

Entre las chicas Angustias es la que tiene más ejemplos de giros populares. La hija mayor replica a Magdalena hacia el final del primer acto así: «¡Guárdate la lengua en la madriguera!», que es un insulto para expresar quédate en silencio. László András eligió la expresión bastante fuerte «Fogd be a szád!» (¡Cállate la boca!), mientras que Nagy eligió «Nyelvedet őrizd barlangjában!» que es una traducción casi literal de la frase de García Lorca, solo cambia la madriguera (que en húngaro sería odú) con cueva (barlang). Es decir, en este caso, el segundo traductor incluso mantiene la metáfora de boca-madriguera.

La discusión entre las dos chicas continúa en el segundo acto. Entonces Angustias presume de su dote, porque, aunque no es joven ni guapa, Pepe la elige porque es la única de las cinco hermanas que hereda. El refrán español es el siguiente: «¡Más vale onza en el arca que ojos negros en la cara!», o sea, el dinero es más valioso que la apariencia física. Ambas traducciones son no solo hermosas y expresivas ‒«Többet ér a pénzesláda, mint a világ legszebb lánya» (L. A.) (Más vale un arca llena de onzas que la chica más hermosa del mundo) / «Ládából az aranypénzek, szép szemeknél többet érnek» (L. N.) (Las onzas de oro en el arca valen más que unos ojos hermosos)‒ sino que conservan fielmente también la sonoridad de las rimas internas de la metáfora. En español, las palabras arca y cara, en la primera traducción, láda (arca) y lánya (chica), y en la segunda versión húngara, pénzek (onzas) y érnek (valen) riman.

La tercera expresión interesante de la boca de Angustias aparece cuando la hija mayor jura que Pepe se fue después de medianoche: «Que Dios me mate si miento». En este caso, la solución de László András está más cercana del español: «Verjen meg az Isten, ha hazudok» (¡Que Dios me pegue si miento!). László Nagy omite la mención de Dios en su traducción: «Süllyedjek el, ha hazudok» (Que me hunda si miento).

Las otras chicas también usan varias veces giros idiomáticos típicos. Amelia, por ejemplo, expresa la profundidad de su sueño con la frase «Yo duermo como un tronco». En húngaro hay varias frases hechas para expresar eso, pero en ninguno aparece tronco. Las dos soluciones son diferentes, pero ambas reproducen perfectamente el significado original: «Úgy alszom, mint a bunda» (L. A.) (Duermo como un abrigo de pieles) / «Csak eldőlök, mint a zsák» (L. N.) (Solo me caigo como un saco).

La traducción de la frase de Martirio, «No tiene ni más ni menos que lo que tenemos todas», también es interesante. András escribe: «Az a baja, ami nekünk, se több se kevesebb» (Lo que tenemos todas, no tiene ni más ni menos). Es decir, es fiel al original, solo intercambia las dos partes de la frase. Nagy, al contrario, conserva la segunda mitad ‒colocándola, pero por delante‒ y añade una creación propia: «Az a baja, ami nekünk, egy kutyát nyúzunk valamennyien» (Lo que tenemos todas, despellejamos el mismo perro).

Ambas interpretaciones de la frase de Amelia discutiendo con Martirio ‒«La mala lengua no tiene fin para inventar»‒ son brillantes. Los traductores no insisten en conservar las palabras originales en la frase no tiene fin para inventar, sino que insertan su propia invención: «Rossz nyelvnek hazugság a köszörűje» (L. A.) (La mentira es la afiladora de la mala lengua), podemos leer en la traducción anterior, mientras que en el texto hecho para el estreno de Szolnok suena esta frase así: «Rossz nyelvnek rágalom a sarkantyúja» (L. N.) (La calumnia es la espuela de las malas lenguas).

Si comparamos el habla de Poncia y el de Bernarda, podemos sentir la diferencia de clase entre las dos mujeres también en su lenguaje. En las intervenciones de Bernarda, por tanto, encontramos menos expresiones dialectales o provincianas, pero hay un momento cuando tampoco la madre despótica puede frenar su lengua: «¡Mala puñalada te den, mosca muerta! ¡Sembradura de vidrios!», regaña a Martirio cuando llega a saber que la hija jorobada ha escondido el retrato de Pepe que pertenece a Angustias. ¡Mala puñalada te den! es una maldición de origen gitano muy fuerte e hiriente, pero Lorca la intensifica aún más con otros dos insultos verbales: mosca muerta que significa hipócrita, mientras que sembardura de vidrios se refiere a que Martirio con sus actos le genera un dolor agudo. La maldición en el texto de András es muy fuerte: «Te alattomos, te alamuszi féreg!» (¡Tú, gusano insidioso y mojigato!), en la que gusano conserva algo de la imagen original ya que tanto la mosca como el gusano son unos bichos desagradables. En la traducción de András, la palabra alamuszi tiene el significado de hipócrita equivalente a mosca muerta. László Nagy también hace referencia al animal con la palabra bogár (bicho/insecto), pero parece que él entendía literalmente el sintagma mosca muerta: «Megöllek, te dermedt bogár! Te dérvirág» (L. N.) (Te mato, bicho helado, escarcha en el vidrio). En su solución, dérvirág parece estar relacionado con el significado más amplio de vidrio, ya que en húngaro con esta expresión indica el dibujo en forma de flor que deja el hielo en las ventanas, pero pierde por completo la expresión del dolor que está dentro de sembradura de vidrios.


3.5. Traducciones erróneas

No podemos pasar por alto los errores, de los que encontramos algunos ejemplos en ambos textos húngaros. En el segundo acto, cuando se produce una pelea entre las hermanas por la foto de Pepe, Bernarda reprende a sus hijas con la frase: «¡Ni lágrimas te quedan en tus ojos!», dice golpeando a Martirio. La versión de László Nagy «még a könnyet is kiütöm a szemedből!» (¡Incluso te arrancaré las lágrimas de los ojos!) reproduce fielmente la agresión de la madre. En la traducción de László András, sin embargo, percibimos un error de traducción: «Még sírni se tud» equivalente a ni siquiera sabe llorar.

Sospechamos de otra translación equivocada en la traducción de András, en una frase de Martirio. Al final del segundo acto, en la discusión con Adela, la hermana mayor grita que «¡Primero muerta!». En este contexto Martirio se refiere a sí misma, y la versión de Nagy lo expresa perfectamente en una exclamación ampliada: «Soha, csak a halálom után!» (¡Nunca, solo después de mi muerte!). En la interpretación del primer traductor, sin embargo, Martirio maldice a Adela diciendo que «Inkább pusztulj!» (¡Ojalá que te mueras!). O sea, las dos versiones no significan lo mismo.

Sin embargo, podemos encontrar ejemplos de traducción errónea también en el texto de László Nagy. En el último acto, Magdalena dice a Angustias medio dormida: «Además, ¡si te vas a ir antes de nada!» / «Fél lábbal már úgyis kint vagy a házból.» (L. A.) (Ya estás fuera de casa con un pie.) / «Különben is nemsokára elmégy.» (L. N.) (De todos modos, te irás pronto.). La respuesta de Angustias «Tarde me parece» sugiere la impaciencia de la hija mayor. De tal manera entiende András («Bár már kint volnék egészen.» (¡Ojalá que estuviese ya fuera [de la casa] por completo!)), pero Nagy malinterpreta el contexto al traducir «Későre jár.» (Está tarde).

Una de las frases de la criada, «Bernarda está aligerando la boda y es posible que nada pase» expresa que la madre quiere que la boda sea pronto. Por lo tanto, la solución de László András es correcta: «Bernarda sietteti az esküvőt, és lehet, hogy nem is történik semmi» (Bernarda está apurando la boda, y es posible que no pase nada). La versión de László Nagy, en cambio, sugiere que el proyecto de la boda se podría frustrar: «Bernarda sietteti az esküvőt, s megeshet: fuccsba megy» (Bernarda está apurando la boda y puede ocurrir que esta fracase), aunque esto no está en el original.

Aunque no sabemos qué ediciones españolas utilizaban los dos traductores, una notable diferencia entre los dos textos húngaros sugiere que no trabajaban con la misma publicación: esta es la frase de Bernarda Alba al final del drama, cuando la madre explica por qué falló el tiro y por qué no logró matar a Pepe el Romano. Según varias ediciones españolas, esta frase dice: «No fue culpa mía». En el IV tomo de las Obras completas, editadas por García-Posada, sin embargo, se lee la frase sin la partícula negativa: «Fue culpa mía». Esto puede explicar también la diferencia entre las dos versiones húngaras, que no es, por tanto, un error de traducción, sino, probablemente, es una discrepancia debida a dos diferentes ediciones que los traductores utilizaban como fuentes: «Elhibáztam» (L. A.) (He fallado) / «Nem az én hibám» (L. N.) (No es mi culpa).


4. El éxito de la traducción de László Nagy

Como hemos mencionado en la introducción, en 1976 se realizaron dos nuevas traducciones por encargos teatrales concretos. La traducción de György Somlyó nació para la dirección de Zoltán Várkonyi para el Vígszínház, mientras que László Nagy tradujo la obra de Lorca para el director Jenő Horváth y la compañía de Szolnok. El estreno en el Vígszínház estuvo acompañado por una fuerte atención por parte de la crítica, visto que el drama no fue escenificado en la capital húngara desde su primer estreno, desde 1955.

No es el propósito de este análisis comparar los dos espectáculos, sin embargo, después de leer las críticas, vale la pena concluir con algunas reflexiones, especialmente sobre el tema de las traducciones. Los críticos elogiaban la dirección de Szolnok, mientras que muchos consideraron que la puesta en escena del Vígszínház fue menos lograda. Además de la concepción del director y del juego actoral, la traducción también tuvo papel en el éxito de Szolnok, como se ve del hecho de que todas las críticas elogiaban el texto de László Nagy y no se limitaban a utilizar las frases tópicas, sino que detallaban el trabajo traductor mucho más que era habitual en los artículos semejantes.

Según Anna Földes, el nuevo texto húngaro era «una traducción conmovedora, fuerte pero poética y viva» (1976: 10), que contribuyó en gran medida a la atmósfera tensa del escenario de Szolnok. László Fábián valoraba el gesto de la retraducción como algo simbólico, que representaba «una interpretación nueva [...] [y] diferente» (1976: 5). La fuerza eruptiva del texto de García Lorca y la traducción de Nagy ponen el listón muy alto, pero se podía escuchar que las actrices «saboreaban con gusto y con alegría» (Fábián, 1976: 5) las palabras del dramaturgo español en la translación del poeta húngaro.

Según Anna Pór, la dirección, la actuación y el texto húngaro en conjunto contribuyeron a hacer más humana la producción de la compañía de Szolnok. Su Bernarda fue una tirana que era a la vez una víctima: la víctima de las expectativas sociales y de las costumbres arraigadas. La escenografía, el vestuario y el texto despertaron en el público la sensación de que la historia estaba ambientada en un pequeño pueblo cercano a Szolnok. Anna Pór opinaba que el director logró acercar el drama al público y lo hizo más accesible y entendible también para las generaciones más jóvenes. La traducción «en el lenguaje poético fuerte y el poderoso» de László Nagy puso de manifiesto «las cualidades realistas de la obra» (Pór, 1977).

Llama la atención que las reseñas del estreno del Vígszínház no mencionen la traducción de György Somlyó. Para cumplir esta tarea, quisiéramos seguir nuestra investigación con el examen de su traducción y, en el futuro, nuestro análisis podría ampliarse a una comparación entre los tres textos húngaros de András, Nagy y Somlyó.

László Nagy nos dejó una enorme obra tanto de poeta y como de traductor literario también. Es verdad que no escribió ninguna obra de teatro, pero tal vez su retraducción del famoso drama de García Lorca fue una señal del rumbo que László Nagy estaba planeando seguir. Un mes antes de su muerte, en una entrevista él mismo planteó esta posibilidad cuando el periodista Pál E. Fehér le preguntaba sobre sus planes futuros: «Y quizás, escriba también un drama», le respondió. No se puede descartar, por tanto, que durante la traducción del drama español se despertó en el poeta húngaro el deseo de escribir una pieza de teatro. Sin embargo, su inesperada y prematura muerte le impidió realizar este sueño.


NOTAS

(1) El público y Comedia sin título fueron puestos en escena en Hungría, pero solo en lengua original.

(2) Más detalles sobre la recepción húngara de La casa de Bernarda Alba véase en Katona, 2016: 53-106.

(3) Basta pensar en las traducciones de los dramas de Shakespeare por János Arany, gran poeta húngaro que durante más de un siglo fueron consideradas como algo sagrado e intocable.

(4) En total, László Nagy tradujo al húngaro 33 obras líricas de García Lorca: 18 piezas del Romancero gitano, el largo poema Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, 11 poemas breves y tres obras del poemario El poeta en Nueva York. Más detalles en Katona (2015).

(5) Aunque no sabemos la fecha exacta de este manuscrito, en adelante lo indicaremos con 1976, año del estreno de la versión de László Nagy.

(6) En adelante, indicaremos su nombre solo con las iniciales L. A.

(7) En adelante, indicaremos su nombre solo con las iniciales L. N.

(8) Por el número elevado de las citas textuales no indicaremos las páginas donde aparecen las expresiones examinadas en las tres versiones. Para consultar el original y las dos traducciones, véase García Lorca, 1967a, 1976, 2008.

(9) La expresión también es interesante porque en el poema Romance sonámbulo, uno de los romances más conocidos del tomo Romancero gitano, también aparece el nombre del material, refiriéndose a la calidad fina de la tela: «las sábanas de Holanda». Es curioso que allí fue justamente László Nagy que utilizó la expresión idéntica «jó hollandi gyolcs» (buena lana de holanda), mientras que András transformó la imagen en una sábana limpia y de batista («patyolattal lepedőnek»).

(10) La diferencia entre las dos palabras húngaras csillogó y villogó es que la última alude también al efecto de pulsación de la luz.

(11) En la traducción de Gyula Illyés esta comparación se transforma un poco, porque el traductor sustituye el mar con el agua oscura del río (García Lorca, 1976b: 474).

(12) En la región del Transdanubio, biling denota un pequeño racimo incompleto de uvas.

(13) Podemos notar la misma tendencia dialectal en la palabra csepp (L. A.) / csöpp (L. N.) (significa gota).

(14) Aquí utilizamos la expresión introducida por la filóloga y poeta Zsuzsanna Takács en un artículo suyo, en el que analiza las traducciones de los romances de García Lorca en la interpretación de László Nagy. Takács llama nuestra atención a las palabras con valor simbólico (el agua, el aire, el fuego, la tierra, el limón, la naranja, el caballo...) que tejen una fuerte red de símbolos.

(15) Aunque la palabra agua no aparece en la frase, es evidente que esté fresca lo que está dentro de la jarra, o sea, el agua.

BIBLIOGRAFÍA

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Bernarda Alba háza, traducción de László Nagy, manuscrito, 1976.

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Vérnász, traducción de Gyula Illyés, en: Federico García Lorca összes művei, Tomo II, Budapest, Helikon, 1967b, pp. 409‒478.

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FÖLDES, Anna, «Bemutatjuk Bernardát», Nők Lapja, 13 noviembre 1976, p. 10.

HERRADOR SÁNCHEZ, Julio Ángel, y María Aránzazu NÚÑEZ FERNÁNDEZ, El vocabulario médico en la cultura andaluza:una propuesta de trabajo en el ámbito educativo, Junta de Andalucía, 2006, disponible en https://www. juntadeandalucia.es/educacion/portalaverroes/documents/10306/ 39101/VOCABULARIO.pdf [consultado: 8 abril 2022].

KATONA, Eszter, «A versfordítás duendéje. Nagy László spanyol műfordításairól», en Jánosi Zoltán (ed.), Vállamon bárányos éggel. Írások Nagy Lászlóról, Budapest, Nap Kiadó, 2015, pp. 100-115.

Así que pasen 60 años. Los dramas de Federico García Lorca en los teatros húngaros entre 1955 y 2015, Huelva, Universidad de Huelva, 2016.

KOLTAI, Tamás, «Meddő kérdés», Élet és Irodalom, 29 abril 2011.

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NÉMETH, Lilla, «Kosztüm helyett farmer és póló», entrevista a Ádám Nádasdy, disponible en https://m.nyest.hu/hirek/kosztum-helyett-farmer-es-polo [consultado: 30 marzo 2022].

PÓR, Anna, «Időszerű-e García Lorca?», Színház, 27 marzo 1977.


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