2014

Literatura turca en España 2014
Rafael Carpintero

Universidad de Estambul

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Recibido: 1 julio 2014
Aceptado: 15 septiembre 2014


1. Introducción: desconocimiento

Normas Toury

La literatura turca es poco y mal conocida en España, como ocurre con las de otras lenguas poco traducidas. A ello contribuyen dos factores que se complementan y que, de forma nada sorprendente, coinciden con las «normas preliminares» de Gideon Toury. Por una parte, una grave escasez de traductores de turco; por otra, una selección de obras carente de unos criterios de publicación objetivos o, cuando menos, claros. Ambas afectan al «umbral de tolerancia para con las traducciones hechas desde lenguas distintas de la de origen» y a la «política de traducción» (Toury, 1995/2004, pág. 100). La escasez de traductores de turco conlleva que gran parte de las traducciones se hagan a través de lenguas intermedias (o bien de forma conjunta, lo cual tampoco es habitual) y la falta de información de los editores españoles provoca que las obras se publiquen según el éxito que hayan tenido en terceros países o bien como consecuencia de relaciones personales o de la labor de agentes literarios sin que, por lo general, se tenga acceso a un aparato crítico fiable, sea periodístico o académico.

¿Qué entendemos en general por literatura turca?

Sin embargo, antes de tratar de analizar ambos factores quizás fuera conveniente precisar qué es lo que se entiende cuando se habla de «literatura turca», puesto que prácticamente se limita a la literatura contemporánea. Hasta la época de las llamadas «Reformas» (Tanzimat) a mediados del siglo XIX, la literatura culta escrita en turco había sido, predominantemente, la poesía del Diván, de influencia persa. Esta poesía estaba escrita en el denominado turco otomano, con gran cantidad de préstamos léxico-sintácticos tanto del persa como del árabe, y usaba una versificación de tipo cuantitativo basada en una serie de esquemas de alternancia entre sílabas breves y largas. El sistema no se adaptaba bien a una lengua como el turco, que no diferencia entre vocales largas y breves al contrario que el árabe, y en la que, de hecho, la métrica de la poesía popular se fundamenta en el número de sílabas. En cualquier caso, la del Diván es un tipo de literatura que requiere traductores (y lectores) altamente especializados y que, cuando se traduce, su difusión suele limitarse al mundillo académico. En la propia Turquía no se entiende el lenguaje empleado por estos poetas, que se convierten en una pesadilla para los estudiantes de bachillerato. De hecho, no se duda en incluir en la literatura otomana «oficial» a autores como Mevlânâ Celaleddin Rumí, que escribió en persa. Por el contrario, poetas más «populares» como su casi contemporáneo Yunus Emre utilizan un turco que hoy se toma como modelo aunque en su momento fuera tratado de kaba Türkçe («turco basto/vulgar»).

El siglo XIX trajo a Turquía la influencia occidental, en especial francesa, a muchísimos aspectos de la vida incluyendo la literatura. Pronto se abandonó la poesía del Diván en pro de géneros como la novela o el teatro, directamente importados de occidente. La misma poesía dejó sus formas cortesanas para adoptar tonos más auténticamente líricos siguiendo las corrientes que imperaban en Europa a partir del Romanticismo. Pero el siglo también trajo consigo el nacionalismo turco y con él un movimiento de «purificación» de la lengua que llegará a su culmen con la «revolución lingüística» iniciada en 1928. Lo turco, nacional, se contrapone a lo otomano, considerado multicultural (en general en detrimento de lo específicamente turco). Es en aquellos años cuando comienza la literatura turca contemporánea, basándose, en principio, en la demostración de la validez del turco como lengua literaria. En todo este proceso tuvieron un papel fundamental las traducciones al tratarse de un momento que cumplía sobradamente al menos dos de las condiciones propuestas por Itamar Even-Zohar para que las traducciones ocupen una posición central en el sistema literario (Even Zohar, 1978/2000): se había producido un «punto de inflexión» que había dejado un «vacío literario» de tremenda importancia en una literatura que cabía considerar «periférica», antes con respecto al árabe y al persa y con posterioridad con respecto al francés fundamentalmente. El fenómeno se corresponde casi exactamente con el ejemplo que da André Lefevere de la literatura china al final de la época de los mandarines (Lefevere, 1992, pág. 40) y ha sido bastante bien estudiado en Turquía por académicos como Özlem Berk, por citar un ejemplo accesible en inglés (Berk, 2004).

A partir de ese momento empieza a producirse una literatura muy rica pero poco conocida fuera de sus fronteras. Nuevos géneros como la novela, el prestigio recién adquirido por la lengua común, la prensa y la difusión de obras impresas (1) y el descenso del analfabetismo (sobre todo a partir de la adopción del alfabeto latino) facilitaron la aparición de nuevos escritores a los que impulsaba también el deseo de crear una literatura nacional. Estos autores escriben para un público general en una lengua fácilmente comprensible por la gran masa de lectores.

Así pues, lo que se conoce como «literatura turca» es fundamentalmente literatura contemporánea, a partir de la época de las Reformas y, sobre todo, de la proclamación de la República, como demuestra el hecho de que en la lista de «100 obras fundamentales» propuestas por el Ministerio de Educación Nacional como lecturas recomendadas para los centros escolares (2) sólo nueve de las diez primeras sean anteriores al siglo XIX. Por supuesto, también influye de forma importantísima que, como efecto secundario no deseado de la reforma lingüística, un lector medio actual puede tener serias dificultades para entender el vocabulario de obras publicadas incluso en los años cuarenta, por no hablar de la literatura del Diván.


El traductor de literatura turca al español

En lo que a nosotros respecta, todo esto ayuda a aclarar la situación de las traducciones del turco al español. Para traducir a Mevlana (Rumí), hará falta un traductor del persa y no del turco, y para traducir a Fuzuli o al jeque Galip hará falta acudir a un experto otomanista. Un traductor de turco podrá, sin embargo, traducir con mayor o menor dificultad a poetas «populares» como Yunus Emre y Pir Sultan Abdal, así como la literatura posterior a las Tanzimat. Es este hecho el que me lleva a excluir del sistema literario turco a autores como el ya mencionado Mevlana (Rumí), por mucha influencia que haya podido tener en su propios sistemas literarios, que la ha tenido, así como a otros autores contemporáneos como la novelista Emine Sevgi Özdamar, que vive en Alemania y escribe en alemán para alemanes. Ambos suelen ser incluidos como «autores turcos» en artículos especializados con una concepción bastante nacionalista. Un caso distinto es el de Elif Şafak, que ha combinado el turco y el inglés en su obra, pero a la que sí cabe considerar integrada en el sistema literario de Turquía. En realidad, teniendo en cuenta que cualquier autor actual cita como influencias a Homero, Stendhal, Faulkner o Joyce, cabe hablar más del «sistema editorial» que del «sistema literario» de un país y es en ese sentido como se llega a considerar «turcos» a autores como Mevlana.

2. Problemas generales de la literatura turca fuera de sus fronteras

En general, y como quedó de manifiesto en el I Simposio Internacional de Traductores y Editores de Literatura Turca celebrado en la Universidad del Bósforo en junio de 2007, la difusión internacional de la literatura turca se enfrenta a los dos problemas ya mencionados que provocan su poco y mal conocimiento y que puede que se complementen hasta cierto punto.

2.1 Falta de referencias

El de más fácil solución es la falta de referencias que tienen los editores de otros países sobre la literatura turca. Apenas existen sistemas que permitan a editores o scouts decidir sobre la calidad literaria o la importancia local de autores u obras. Los agentes y las editoriales locales presentan su producto de la forma más halagüeña posible, por supuesto, y muchas veces se toma la decisión de traducir una obra que no se ha leído de un autor que no se conoce basándose en una traducción parcial de unos recortes en apariencia altamente elogiosos de unos medios de comunicación desconocidos. O bien son las relaciones personales de cualquier tipo las que se convierten en el factor decisivo para que se traduzca una obra. En cualquier caso, al editor que encarga la traducción no le queda más remedio que confiar a ciegas en la calidad literaria y el valor comercial del libro porque muchas veces no dispone de traducciones previas a lenguas más conocidas internacionalmente que le puedan servir como referencia (y, en ocasiones, si las tiene puede ser peor). Esto puede provocar que, como ha ocurrido, autores que sólo siendo muy generosos podrían considerarse poco conocidos o de importancia relativa en su país, son tenidos en otros países (como alguna vez ha ocurrido en España) como grandes figuras de la literatura turca puesto que han sido traducidos. Esta teoría de «algo tendrá el agua cuando la bendicen» sólo sirve para confundir aún más las posibles referencias sobre la importancia de autores u obras dentro del sistema literario-editorial turco puesto que únicamente se obtienen visiones muy parciales. Por citar un ejemplo contrario, es a través de estas visiones parciales de las que surge el mito de que Orhan Pamuk es un autor muy vendido pero poco leído en Turquía, cuando las ventas son el único indicador posible de si una obra se lee o no. Como muy bien decía en una entrevista para la CNN turca Jale Parla, catedrática de literatura comparada y una de las más importantes teóricas de la literatura en Turquía, nadie va por las casas preguntándole a la gente si se lee los libros que se compran.

2.2 Falta de traductores

2.2.1 Integración con los «estudios islámicos» u «orientales» y con el árabe

El segundo problema es mucho más peliagudo: la escasez de traductores. El turco no solamente es de esas lenguas que únicamente se hablan en un país, sino que además es un idioma considerablemente alejado de los que suelen conocerse. En España ha sido tradicionalmente ignorado, aunque es cierto que no más que otros. El primer esfuerzo por enseñar turco fue el de la Universidad Autónoma de Madrid, a mediados de los setenta, a la que siguieron otras universidades pero muy posteriormente. Sin embargo, se ha visto lastrado hasta cierto punto por su inclusión como asignatura optativa en los estudios de filología árabe, por mucho que a los nombres de las licenciaturas se les colocaran imprecisos añadidos del tipo «y lenguas orientales». Para el estudiante medio, el turco no pasa de ser una de esas asignaturas secundarias que no tendrán la menor importancia para su futura vida profesional. Con todo, el mayor volumen de traducciones del turco se debe a traductores relacionados con dicha universidad, bien como profesores o exalumnos.

Aprender turco fuera de la universidad parece misión casi imposible, aunque dentro de los planes del Instituto Yunus Emre (el equivalente a nuestro Instituto Cervantes) se contempla la posibilidad de abrir un centro en Madrid. Los planes de estudios de dicho instituto se adaptan al Marco Europeo de Referencia para las Lenguas, por lo que la información sobre niveles, destrezas, etc., es fácilmente accesible. Es de esperar que en un futuro no muy lejano, quienes quieran aprender turco en España puedan hacerlo con facilidad. Por desgracia para la literatura turca en castellano (y otras lenguas peninsulares), no parece que haya una excesiva demanda del idioma con la intención de traducir literatura.


2.2.2 Soluciones actuales: TEDA y los talleres

El programa de ayudas a la traducción del Ministerio de Cultura y Turismo de Turquía (TEDA) (3) organiza anualmente unos talleres de traducción a varias lenguas siguiendo el modelo de los que aún se hacen (también con el patrocinio del programa) al y del inglés desde el verano de 2006 en la isla de Cunda en Ayvalık. Este taller inició su andadura gracias al impulso de miembros del profesorado del departamento de traducción e interpretación de la Universidad del Bósforo, el pionero en su género en Turquía y uno de los más solicitados por los estudiantes, aunque la lengua principal es exclusivamente el inglés. Los talleres de y a las demás lenguas adolecen de una relativa falta de claridad en sus objetivos puesto que se intenta que sean para profesionales en activo, lo que no parece muy útil para la formación de nuevos traductores, que en teoría es lo que se pretende. Con todo, sirven para que los (escasos) traductores del turco puedan compartir experiencias y debatir sobre problemas comunes.


3. Obras turcas traducidas al español: un intento de análisis

3.1 Origen y desarrollo de la lista

Con motivo del ya mencionado primer simposio de traductores y editores de junio del 2007 patrocinado, entre otras instituciones, por TEDA, la profesora Ayşe Nihal Akbulut preparó una lista de obras de literatura turca traducidas al español. La falta de fuentes accesibles causó que fuera un tanto incompleta, pero sirvió de base para su posterior desarrollo al objeto de incluirla, junto con un estudio, en el proyecto de Transeuropéennes de un «mapa» de las traducciones en el área euro-mediterránea. El estudio de Transeuropéennes,(4) aunque pretendía ser sobre las traducciones de cada lengua en el área a cada una de las otras, estaba construido en forma de un formulario muy específico con algunas preguntas de carácter general que no se referían a la traducción de la lengua concreta, en este caso el turco, y no permitían un análisis más o menos crítico de los datos que ofrecía el listado. Por ese motivo, y con la intención de ofrecer en lo posible las conclusiones que parecían más evidentes, presenté la misma lista en un artículo en la revista del departamento de traducción de la Universidad de Estambul publicado en el año 2013.

Las fuentes de esta segunda lista fueron el ISBN, el Index Translationum de la UNESCO y la biblioteca Álvaro Mutis del Instituto Cervantes de Estambul. Con todo, las fuentes no son en exceso precisas, sobre todo porque en ocasiones (pero no siempre) se indica la lengua de la que se ha traducido en lugar de la lengua original, a veces erróneamente. Es decir, si un libro se traduce del inglés o si la editorial comunica a la agencia del ISBN que la lengua original es el inglés, como ha ocurrido más de una vez, es casi imposible averiguar qué obras han sido escritas originalmente en turco a no ser que nos conste su existencia por otros medios. También ocurre lo contrario: obras no escritas en turco o de autores que no escriben en turco y por algún motivo constan como tales.

En cualquier caso, la lista se iniciaba en 1954, fecha de la primera obra turca publicada en español de la que hay constancia, y llegaba hasta el 2010, año en que se presentó el estudio para Transeuropéennes. Entre el 2010 y el 2013 no ha habido demasiadas novedades, ni en el número de nuevos títulos traducidos (apenas media docena) ni en el de las tendencias generales. Antes de empezar con las conclusiones que podemos extraer de los datos, conviene dejar claro que hay obras que han quedado fuera de esta lista, bien porque se trataba de ediciones muy minoritarias que incluso carecían de ISBN y que se habían publicado por motivos muy concretos, como es el caso de algunos poemarios, o, como se ha mencionado anteriormente, porque no son obras de autores que escriban en turco (como Mevlana o Emine Sevgi Özdamar) por lo que presentan unas circunstancias completamente distintas. Además de estas dos excepciones es bastante probable que se haya escapado más de una obra, pero no parece muy probable que eso altere las tendencias generales de la publicación de obras turcas en España.


3.2 Historia de las traducciones 1954-2014

Según los datos que poseemos, la primera obra turca que se publicó al español fue El payaso y su hija de Halide Edip Adıvar. Escrita originalmente en inglés, la versión turca apareció en 1935, el mismo año de su publicación en Inglaterra, y es todo un clásico de lo que se ha dado en llamar «Literatura republicana»; de hecho, está incluida entre las «Cien obras básicas» recomendadas por el Ministerio de Educación. La traducción española se publicó en Destino en 1954 y fue obra de Rafael Vázquez Zamora. Este libro nos da la ocasión de comentar dos tendencias bastante habituales en la trayectoria de la literatura turca en España puesto que se volvió a traducir en el 2010 (en Lumen, con el título de La hija del payaso, traducción de Betina Blanch Tyroller) sin que se sepa muy bien por qué, ofreciendo la nueva traducción la imagen de una mujer de una miniatura de apariencia indo-mogola en la cubierta para insistir en la imagen orientalizante que se espera en España de la literatura turca. De hecho, en la información del libro ya se nos indica que es «un magnífico puente entre dos culturas condenadas a entenderse», insistiendo en el tópico del puente (que se usa con frecuencia tanto para hablar de Turquía como de la traducción) y en el de la relación conflictiva entre oriente y occidente (ese «condenadas a entenderse»).

Hasta los años ochenta apenas se publican siete libros más, pero todos muy representativos de lo que, en general, se consideró como literatura turca hasta la irrupción en el mercado literario internacional de Orhan Pamuk. También aquí podemos ver lo que serán tendencias generales: de los siete libros, dos son de Yaşar Kemal y otros dos de Nâzım Hikmet, cuatro son de poesía y uno es una reedición (en Círculo de Lectores). Durante muchos años el poeta Nâzım Hikmet y el novelista Yaşar Kemal han sido los únicos autores turcos conocidos internacionalmente (otra conclusión que pudo extraerse del Simposio de la Universidad del Bósforo), pero no sólo por su indudable calidad, sino también por motivos ideológicos, especialmente Nâzım Hikmet.(5) También puede verse el importante peso que tiene la poesía en las traducciones del turco, así como las reediciones/reimpresiones y, posteriormente, las traducciones de los mismos títulos a otras lenguas oficiales de España. Éstos son también los años en que desarrolla su trabajo el pionero de la traducción del turco al español, Solimán Salom, que fue asimismo el primer profesor de turco en una universidad española (la Autónoma de Madrid). Suyas son cuatro de las ocho traducciones hechas hasta finales de los años ochenta, así como otras traducciones y artículos sobre literatura turca publicados en revistas (vid. Ruiz Bravo-Villasante, 2007).

Poco antes del comienzo de la década de los noventa hace su aparición Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, de Fernando García Burillo, que tendrá un papel fundamental en la difusión de la literatura turca en España. La editorial publica a autores fundamentales como Sait Faik (Abasıyanık) o el clásico Yunus Emre (en lo que sería la primera colaboración con Clara Janés, que también será importantísima en la traducción de poetas turcos, tanto clásicos como Yunus Emre, o contemporáneos como İlhan Berk o Fazıl Hüsnü Dağlarca), obras menos conocidas de autores ya publicados (como cuentos de Yaşar Kemal o Nazım Hikmet, por ejemplo) o, con posterioridad, los Últimos poemas completos de Hikmet. Inician también un sistema que será la norma en esos años: las traducciones conjuntas entre un turco y un español, bien Clara Janés o bien el propio García Burillo, aunque este último tiene asimismo traducciones en solitario. En estos años predomina la poesía, con lo que tiene de difusión minoritaria y de esfuerzo personal para poder ser publicada, pero también empieza a editarse literatura turca con mayor regularidad; ahora suelen publicarse varios títulos al año y es raro ya aquél en que no aparece ninguno (por ejemplo, 1993).

Es también por esos años (a partir de 1992) cuando empiezan a publicarse de nuevo novelas en editoriales más comerciales y traducidas, por lo general, del francés o del inglés. En 1992 se publica La primera mujer de Nedim Gürsel, autor que será bastante editado en España muy probablemente por ser muy conocido en Francia y porque se benefició de la presentación de Juan Goytisolo, otro personaje importante en la difusión de la cultura turca en España. Con cinco títulos se ha convertido en uno de los autores turcos más traducidos al castellano, lo cual no se corresponde exactamente con su importancia en la literatura de su país. Otro autor traducido por entonces es Orhan Pamuk, gracias a las buenas críticas que obtuvo El castillo blanco en Estados Unidos, que en España se publicó con el curioso título de El astrólogo y el sultán: Oriente y Occidente en el Imperio Otomano por esos caprichos del mercado editorial. El libro, cuya traducción es de Margarita Cavándoli a partir de la norteamericana de Victoria Holbrook, datos que la editorial tuvo el detalle de mencionar en la página de créditos, inaugura el orientalismo, a veces bastante forzado, que a partir de ese momento va a impregnar muchas de las obras turcas que se publiquen en España. Aunque no tengan mucho que ver con el contenido del libro, se harán comunes las ilustraciones de cubierta con miniaturas otomanas o motivos norteafricanos (sic) así como títulos con las palabras «Estambul» o «Bósforo», especialmente tras el Nobel a Orhan Pamuk, por mucho que no aparezcan en el original.

En 1998 vuelve a publicarse El halcón de Yaşar Kemal, aunque en esta ocasión con una diferencia notable: se traduce directamente del turco, con lo que se convierte en la primera novela orientada al gran público (otra cuestión es que no tuviera éxito) traducida de su lengua original ya que contaba con una subvención de la UNESCO condicionada a que no se hiciera por mediación de una lengua intermedia. Años después, el programa TEDA del Ministerio de Cultura turco pondrá la misma condición para subvencionar la traducción de obras turcas, aunque dicho criterio se aplica de una manera bastante elástica, todo hay que decirlo. Si por un lado esto promueve las traducciones directas de una lengua tan poco conocida como el turco, puesto que los traductores son pocos y (en teoría) cobran más que los de otras lenguas más extendidas, por otro resulta ser un obstáculo para que se publique más literatura turca en español al tenderse a traducir sólo lo que puede obtener una subvención, lo que, en principio deja fuera a las traducciones hechas a partir de otras lenguas. Muy probablemente sea ésa la causa de la «flexibilidad» de TEDA a la hora de conceder sus subvenciones.

A partir del 2000 las traducciones de literatura turca en España entran en un periodo más «comercial» que continuará hasta el presente. Incluso se publican novelas de género (policíaco) que no llegan a tener el éxito de las nórdicas pero que hasta cierto punto contradicen la imagen habitual de la novela turca como histórico-oriental o melancólico-comprometida. Por supuesto, en este punto es necesario mencionar a Orhan Pamuk, que se ha convertido no sólo en el autor turco con más títulos traducidos al castellano, sino que ha sido traducido en mayor o menor medida a todas las lenguas oficiales del estado hasta sumar casi un tercio de la literatura turca traducida en España. La entrada en el panorama de grandes editoriales como Ediciones B (con Yaşar Kemal) o Alfaguara (con Pamuk), supone también un fenómeno que desvirtúa bastante la realidad de la literatura traducida hinchando los números gracias a las reediciones del mismo título en diversas colecciones de bolsillo o en el Círculo de Lectores.

También es a partir de esos años cuando se hace más patente la falta de un criterio de la importancia relativa o de la calidad de obras y autores a la hora de publicarlos. La decisión de publicar a tal o cual autor u autora está a veces muy condicionada por factores personales y les ha concedido a algunos escritores una importancia de la que carecen en su país de origen. Otro factor de bastante importancia ha sido y es la opinión de Orhan Pamuk sobre el autor a publicar. No son escasos los comentarios del premio Nobel en fajas y contracubiertas sobre el libro en cuestión, en la mayor parte de los casos muy traídos por los pelos o totalmente fuera de contexto. La reimpresión constante de ciertas obras u autores y las decisiones de publicación guiadas por criterios subjetivos o ajenos a la importancia o calidad hacen más patentes las ausencias de obras fundamentales.

En un reciente Trujamán (9 de abril de 2014), Mario Grande habla de la imposibilidad de publicar en España a un autor de la categoría y el peso de Sabahattin Ali. «[P]ara cuya publicación en España he encontrado reticencias por antiguo, allí, y por exótico, aquí, pese a estar ya traducido al francés, inglés o alemán», dice, aunque no quede muy claro a qué se refiere con «aquí» y «allí» (¿España y Turquía o acá y acullá?). Por otra parte, a pesar de que el título del artículo es «Sabahattin Ali: traducción pendiente», resulta claro que debería haber sido «publicación pendiente». Siguen sin publicarse en español autores como Leyla Erbil, Pınar Kür, Murathan Mungan, Sevgi Soysal, Aziz Nesin, Refik Halit Karay, Yusuf Atılgan, Bilge Karasu o İhsan Oktay Anar (por citar los primeros que se me vienen a la cabeza), o clásicos antiguos como el Libro de Dede Korkut o modernos como el Tutunamayanlar de Oğuz Atay, el Ulises turco.

Pero tan malo como que no se hayan publicado libros fundamentales de la literatura turca es que se hayan publicado sin el correspondiente contexto histórico autores como Orhan Kemal, Yakup Kadri Karaosmanoğlu o Ahmet Hamdi Tanpınar. Lanzar a un mercado editorial tan saturado y agresivo como el español una serie de títulos de autores completamente desconocidos para el público que ni son recientes ni tratan temas precisamente de rabiosa actualidad significa en la práctica condenarlos al olvido si no se les da una mínima cobertura. A la dificultad de que un lector medio compre un libro del que lo ignora todo, se añade la imagen distorsionada que se tiene en España de Turquía y de la literatura turca. Esta imagen provoca que las escasas críticas que aparecen en la prensa incluyan frases denotando sorpresa porque la obra en cuestión habla de una ciudad (Estambul) o un país (Turquía) desacostumbrados.


4. Conclusiones

En conclusión, la literatura turca es bastante poco conocida en España, como tantas otras de lenguas de poca proyección internacional. En el caso concreto del turco, dos son las causas principales: la escasez de traductores y la falta de referencias que orienten a los editores a la hora de publicar. En ambos casos se echa de menos la existencia de departamentos universitarios que se ocupen en exclusiva del turco y de lo turco puesto que suelen supeditarse a los estudios árabes. Por otra parte, una inmensa mayoría de los escasos traductores de turco existentes se dedican en exclusiva a la traducción técnica. Esto ha desembocado en una abundancia de traducciones de libros hechas a partir de lenguas intermedias o llevadas a cabo por parejas de un turco y un español. Aunque ninguna de ambas soluciones tiene nada de malo en sí misma, la primera está en contra de la tendencia actual de traducir a partir del texto original y puede dificultar la obtención de subvenciones. La segunda, como es obvio, requiere la formación de parejas o grupos compatibles en el plano profesional y, a menudo, personal. Los talleres que organiza TEDA podrían ser una excelente oportunidad para algo así, pero se echa mucho de menos la presencia de agentes o editores en ellos que puedan promover proyectos reales.

La falta de un conocimiento mínimo de la literatura turca en general provoca que la selección de obras y autores que se traducen al español (aunque es un fenómeno general) se guíe por intereses personales de cualquier tipo sin que exista la seguridad de un mínimo de relevancia de las obras publicadas. A pesar de que están traducidos los autores más reconocidos internacionalmente (Nazım Hikmet, Yaşar Kemal y Orhan Pamuk) y algunos clásicos fundamentales (como Yunus Emre, A. H. Tanpınar o Yakup Kadri Karaosmanoğlu), todavía hay muchos sin traducir y algunos de los que han sido publicados no son precisamente bien conocidos en su país ni destacan por su calidad.

Con todo, hay que reconocer que poco a poco la presencia de la literatura turca en España se ha ido haciendo más constante y es de esperar que contribuya a corregir la imagen distorsionada que se tiene habitualmente del país y de su literatura.


NOTAS

(1) Hay que tener en cuenta que hasta 1727 no se creó la primera imprenta en turco y que hasta mediados del siglo XIX podían contarse con los dedos de la mano.

(2) Véase: http://www.meb.gov.tr/duyurular/duyurular/100TemelEser/100TemelEser.htm

(3)TEDA http://www.tedaproject.gov.tr

(4) http://www.transeuropeennes.eu/en/articles/279/Rafael_CARPINTERO_ORTEGA_s_study_on_translation_from_Turkish_into_Spanish

(5) Sobre el poeta ha escrito bastante su traductor Fernando García Burillo (por ejemplo): http://www.pensamientocritico.org/fergar0702.htm, http://nazimhikmetpoesia.blogspot.com.tr/2009/01/nazim-hikmet-en-espanol.html. También puede encontrarse en línea un artículo de Carmen Uriarte que menciona su influencia en poetas españoles: http://www.ehu.es/ojs/index.php/Mundo/article/view/4873


BIBLIOGRAFÍA

BERK, Özlem. (2004). Translation and Westernisation in Turkey. From the 1840s to the 1980s. Istanbul: Ege Yayınları.

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GRANDE, Mario. (9 de abril de 2014). Sabahattin Ali: Traducción pendiente. Recuperado el 29 de junio de 2014, de El Trujamán: http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/abril_14/09042014.htm

LEFEVERE, André. (1992). Traducción, reescritura y la manipulación del canon literario. Salamanca: Colegio de España, trad. de Mª Carmen África Vidal y Román Álvarez, 1997.

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TOURY, Gideon. (1995/2004). Descriptive Translation Studies and Beyond (Los estudios descriptivos de traducción y más allá. Metodología de la investigación en estudios de traducción). Madrid: Cátedra (trad. y ed. de Rosa Rabadán y Raquel Merino).



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