2013

Abrir la puerta a un poeta: la antología poética traducida como carta de presentación
Ana Mata Buil

Universitat Pompeu Fabra
Departament de Traducció i Ciències del Llenguatge. CEDIT

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Recibido: 10 septiembre 2013
Aceptado: 17 octubre 2013


Este artículo pretende analizar la antología poética traducida de un solo autor como medio de entrada de dicho poeta en un nuevo sistema literario. Para ello, nos basaremos en el estudio de las antologías traducidas al castellano de los integrantes del modernismo norteamericano. Como veremos, a menudo el traductor-antólogo presenta al autor extranjero ante un público nuevo (le abre la puerta) y, además, da el primer paso para su admisión en la cultura de llegada mediante la traducción de una selección de su obra.

El artículo se divide en cuatro partes principales. En primer lugar, realizaremos un breve análisis cuantitativo de las ediciones de poesía modernista publicadas en inglés y en castellano. En segundo lugar, describiremos las características más frecuentes de las antologías poéticas traducidas, basándonos en distintas selecciones dedicadas a un solo autor. En tercer lugar, dedicaremos algunas páginas a comentar la labor de varios traductores-antólogos, agentes imprescindibles a la hora de difundir de manera internacional la obra de otros poetas. Y en cuarto y último lugar, presentaremos una antología poética traducida que, a nuestro modo de ver, contiene todos los rasgos necesarios para servir de carta de presentación de un poeta ante el nuevo público.

El tema que nos ocupa se enmarca dentro de un estudio más amplio sobre traducción y recepción de la poesía modernista, que parte del análisis internacional y diacrónico de la recepción en inglés y en castellano de un corpus de 28 poetas modernistas norteamericanos. Nos referimos aquí al «modernismo» en un sentido amplio y «polifónico»,(1) no restrictivo, que permite el diálogo entre distintas tendencias poéticas que coexisten.


Criterios de selección del corpus de poetas

Antes de pasar al análisis, nos gustaría aclarar qué criterios de selección hemos seguido para establecer el corpus de poetas analizados. Hemos partido de los autores presentes en The Poetry Anthology. 1912-2002 (Parisi y Young, 2002), antología de la revista de Chicago Poetry, entre 1912 (año en que Harriet Monroe fundó tal revista y, en cierto modo, también punto de partida del movimiento modernista) y 1941 (año en el que Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial y se acentuó el cambio de mentalidad y corriente poética).(2) A continuación, hemos contrastado esa lista con las ofrecidas en The Norton Anthology of Poetry (Ferguson et al., 2004 [1970]), The Norton Anthology of Modern and Contemporary Poetry (Ramazani et al., 2003 [1973]), The Oxford Book of American Poetry (Lehman y Brehm, 2006 [1976]) y Anthology of Modern American Poetry (Nelson, 2000), y hemos seleccionado a los poetas que aparecían en al menos tres de esas cuatro fuentes (además de recogerse en la antología de Poetry).

Los 28 poetas seleccionados son: W. H. Auden, Elizabeth Bishop, Louise Bogan, Hart Crane, E. E. Cummings, Hilda Doolittle, T. S. Eliot, Robert Frost, Langston Hughes, Robinson Jeffers, Weldon Kees, Archibald MacLeish, Edna St. Vincent Millay, Marianne Moore, Robert Penn Warren, Ezra Pound, Laura Riding, Charles Reznikoff, Edwin Arlington Robinson, Theodore Roethke, Muriel Rukeyser, Carl Sandburg, Gertrude Stein, Wallace Stevens, Allen Tate, William Carlos Williams, Yvor Winter y Elinor Wylie.


Análisis cuantitativo de ediciones en inglés y en castellano de los poetas estudiados

Consideramos imprescindible analizar cuantitativamente las ediciones en inglés de los 28 poetas antes de pasar al estudio de sus traducciones porque solo así podremos valorar la repercusión que han tenido y tienen en su propio sistema literario, y poseeremos un punto de referencia con el que comparar las ediciones publicadas hasta el momento en castellano. Por eso, hemos recopilado no solo el número de libros (3) de poesía publicados por cada autor, sino también el número de ediciones distintas de cada uno de esos libros. Por «edición distinta» se entiende cada lanzamiento de una obra en una editorial distinta, en una colección distinta o con un cambio de formato (ed. limitada, ed. no venal, ed. de gran tirada…). De ese modo, el mismo libro publicado en tres editoriales diferentes computa tres veces, pues las tres ediciones pueden haber tenido una recepción distinta y haber contribuido de manera diferente al capital simbólico del poeta y a su difusión.

Según los datos que hemos podido recabar, entre los 28 poetas suman 1.330 ediciones distintas de sus obras publicadas en inglés entre 1912 y 2012.(4) Como era de esperar, el volumen se distribuye de manera muy desigual entre los poetas. T. S. Eliot (114 ediciones), Robert Frost (101 ediciones) y Ezra Pound (100 ediciones) son, con diferencia, quienes más veces han visto publicada su obra poética, algo que contribuye a aumentar su capital simbólico. A estos tres poetas siguen en número de ediciones en inglés los autores W. H. Auden (78), E. E. Cummings (68), Edna St. Vincent Millay (68), William Carlos Williams (66) y Hilda Doolittle (66). Wallace Stevens, otro de los ejes centrales del movimiento modernista, cuenta con 52 ediciones distintas en inglés. Estos datos son importantes porque su presencia en la cultura anglosajona en el siglo estudiado contrasta en algunos casos con la que tienen en el panorama internacional.

Solo 17 de estos 28 autores modernistas cuentan con algún libro de poesía traducido al castellano en España, México o Argentina, los tres países de lengua hispana en los que se centra el artículo. Somos conscientes de que restringir la edición a estos tres países deja a un lado las traducciones realizadas en otros países latinoamericanos que también han contribuido a la introducción de los poetas modernistas en nuestra cultura. No obstante, opinamos que la importancia de la industria editorial en los países elegidos, así como su influencia cultural en otros países a lo largo del siglo que cubre el estudio, justifican la restricción.

Los poetas cuya obra poética se ha vertido en mayor o menor medida al castellano son: W. H. Auden, Elizabeth Bishop, Hart Crane, E. E. Cummings, T. S. Eliot, Robert Frost, Hilda Doolittle, Langston Hughes, Robinson Jeffers, Archibald MacLeish, Marianne Moore, Ezra Pound, Theodore Roethke, Carl Sandburg, Gertrude Stein, Wallace Stevens y William Carlos Williams.

Del total de 1.330 obras referenciadas en inglés, 992 corresponden a estos 17 poetas, en los que centraremos este artículo. Gracias a la consulta de los catálogos de la Biblioteca Nacional de México, Argentina y España, así como de la base de datos del ISBN y de compilaciones bibliográficas dedicadas a uno o varios autores modernistas, hemos hallado un total de 164 libros de poesía traducidos. En la tabla 1 se desglosan el número de poemarios, antologías y ediciones de obras completas que posee cada uno de los 17 poetas en inglés y en castellano.


Tabla 1
N.º de ediciones en inglés y en castellano de los 17 poetas que cuentan con traducción (1912-2012)

Originales

Traducciones

Autores

Poemarios

Antologías

Obras completas

Total

Poemarios

Antologías

Obras completas

Total

W.H. Auden

39

34

5

78

5

11

--

16

Elizabeth Bishop

7

4

8

19

--

4

--

4

Hart Crane

13

4

11

28

1

1

--

2

E.E. Cummings

45

14

9

68

1

6

--

7

T.S. Eliot

80

24

10

114

30

14

3

47

Robert Frost

41

44

16

101

1

3

--

4

Hilda Doolittle

40

19

7

66

4

1

--

5

Langston Hughes

27

16

3

46

1

5

1

7

Robinson Jeffers

42

15

1

58

--

1

--

1

Archibald MacLeish

47

5

5

57

1

--

--

1

Marianne Moore

16

6

14

36

1

4

1

6

Ezra Pound

51

39

10

100

3

17

2

22

Theodore Roethke

12

6

7

25

--

4

--

4

Carl Sandburg

23

22

2

47

2

2

--

4

Gertrude Stein

14

17

--

31

2

--

--

2

Wallace Stevens

23

22

7

52

8

14

--

22

William C. Williams

31

30

5

66

5

5

--

10

TOTAL OBRAS

551

321

120

992

65

92

7

164

Como puede apreciarse, la centralidad de algunos autores en la cultura anglosajona no siempre se corresponde con su ubicación en el panorama internacional y, por lo tanto, en el contexto de la literatura global. Aunque es cierto que T. S. Eliot es quien cuenta con más ediciones de sus obras poéticas tanto en inglés (114 ediciones del total de 992) como en castellano (47 ediciones del total de 164 traducciones), otros poetas muy presentes en la cultura de origen, como Ezra Pound, W. H. Auden y William Carlos Williams, solo cuentan con 22, 16 y 10 ediciones traducidas respectivamente. También Wallace Stevens se ha editado 22 veces en castellano, de modo que, curiosamente, los dos poetas rivales (5) han quedado «empatados» en el mercado editorial hispano. En el polo opuesto, autores como Elizabeth Bishop (4), Hart Crane (2), Robert Frost (4) o Robinson Jeffers (1) tienen menos de 5 libros traducidos cada uno. De este grupo sorprende en especial el caso de Robert Frost, quien, a pesar de contar con 101 ediciones publicadas en inglés entre 1912 y 2012,(6) solo se ha publicado 4 veces en España, México y Argentina en el siglo analizado.

Por último, nos gustaría mencionar las ausencias en esta tabla, ya que son indicativas del papel más que periférico que representan algunos poetas modernistas en la cultura hispana. Ni Edna St. Vincent Millay (68 ediciones en inglés), ni Edwin A. Robinson (62 ediciones), ni Robert Penn Warren (39 ediciones), ni Muriel Rukeyser (33 ediciones) cuentan con un solo poemario o antología propios en castellano hasta el momento. Otra ausencia notoria es la de Louise Bogan. No aparece en la tabla porque el único de sus libros publicado en castellano es su selección Achievement in American Poetry, 1900-1950: Poesía norteamericana, 1900-1950 (Juventud, 1955), traducido por el crítico y ensayista Juan Ferraté. Aunque la falta de espacio nos impide ahondar en esta cuestión, vale la pena mencionar el importantísimo papel que desempeñó Louise Bogan como introductora de sus coetáneos en nuestra cultura a través de la antología poética colectiva que elaboró.

Coincidimos con Johan Heilbron (1999) en que «Cultural exchanges have a dynamic of their own which is based on a certain autonomy vis-à-vis the constraints of the world market», algo que contribuye a explicar por qué el capital simbólico puede tener un impacto mayor que el capital económico cuando se decide traducir (o no) a un poeta en un momento concreto con el fin de introducirlo en el sistema literario global. En esa línea, Giséle Sapiro (2009) afirma que la poesía pertenece al polo de difusión restringida de la literatura global, un polo que sigue las pautas de la economía de bienes simbólicos, es decir, el prestigio del autor vinculado a la opinión de los críticos y académicos, así como a la respuesta del público. Al mismo tiempo, el número de libros de un autor «entrées dans le patrimoine universelle» (Sapiro, 2009, 254) a través de la traducción influye en la percepción del capital simbólico de un autor. De ahí la importancia de la traducción de poesía en general y de la elaboración de antologías traducidas en particular. En lugar de verter en otra lengua un poemario concreto, la antología traducida pretende ofrecer una selección de los mejores poemas escritos por un autor –por lo menos a ojos del antólogo–, y por tanto, dar una visión global sobre él ante los nuevos lectores: abrirle la puerta para que entre en la sala de la cultura de llegada, en la que lo espera su nuevo público. Esta finalidad introductoria queda aún más patente cuando la antología traducida cuenta además con un prólogo sobre el autor y con los poemas originales y su traducción, para que la voz del poeta y la del traductor canten a dúo.

Salta a la vista que la proporción de antologías en lengua original es mucho menor que la de antologías traducidas publicadas en castellano. Si contamos los 28 poetas modernistas del estudio, entre 1912 y 2012 se publicaron 424 antologías, de un total de 1.330 obras editadas (31,88 %) y, si nos centramos en los 17 que cuentan con traducciones al castellano, la proporción es prácticamente idéntica: 321 antologías de 992 obras publicadas (32,35 %). En castellano, en cambio, el número de antologías

Veamos en la siguiente tabla cómo se distribuyen dichas antologías traducidas. Los autores están ordenados de mayor a menor número de obras traducidas al castellano.

Veamos en la siguiente tabla cómo se distribuyen dichas antologías traducidas. Los autores están ordenados de mayor a menor número de obras traducidas al castellano.


Tabla 2
N.º total de traducciones y de antologías en castellano (1912-2012)

Poetas

Total de libros de poesía traducidos

Antologías traducidas

Primer libro traducido

T. S. Eliot

47

14

Poemario

Ezra Pound

22

17

Antología

Wallace Stevens

22

14

Antología

W.H. Auden

16

11

Antología

William C. Williams

10

5

Antología

E. E. Cummings

7

6

Antología

Langston Hughes

7

5

Poemario

Marianne Moore

6

4

Antología

Hilda Doolittle

5

1

Antología

Elizabeth Bishop

4

4

Antología

Robert Frost

4

3

Antología

Theodore Roethke

4

4

Antología

Carl Sandburg

4

2

Antología

Gertrude Stein

2

--

Poemario

Hart Crane

2

1

Antología

Archibald MacLeish

1

--

Poemario

Robinson Jeffers

1

1

Antología

TOTAL

164

92

 

Todos los poetas salvo Gertrude Stein y Archibald MacLeish cuentan al menos con una antología traducida propia. Además, de entre los 15 poetas antologados en castellano, en 13 casos la antología poética fue el primer libro de poesía que se publicó en castellano. Este dato parece confirmar nuestra hipótesis de que la antología traducida es una carta de presentación frecuente para un poeta en la nueva cultura.


Características principales de las antologías poéticas traducidas

No nos gustaría limitarnos a un estudio numérico de las obras publicadas, sino ahondar en este tema y analizar cómo la voluntad de «presentación» queda patente en las propias antologías elaboradas. Para ello, comentaremos algunas características recurrentes de las antologías traducidas, apoyándonos en ejemplos concretos. En el siguiente apartado (punto 4), describiremos con más detalle el perfil de algunos traductores-antólogos, figura clave en la creación de una antología de un solo autor.

De las 85 antologías traducidas a las que hemos tenido acceso hasta el momento, 65 cuentan con un prólogo o nota introductoria sobre el poeta (76,5 %). Algunos de estos prólogos incluso explicitan el propósito de introducir al autor extranjero en la nueva cultura, como el de la antología de Elizabeth Bishop preparada por el traductor y profesor Sam Abrams (Obra poética, 2008), cotraducida con el poeta catalán Joan Margarit. En palabras de Abrams (2008, 14): «Desde hace años, en mi voluntad de servir de puente entre culturas, intento introducir a esos autores en el sistema literario español y catalán a partir de colaboraciones con otros traductores y poetas. La presente traducción de Elizabeth Bishop, una fructífera colaboración con Joan Margarit, es un paso más en ese esfuerzo sostenido». En el «Estudio preliminar» sobre la vida de Bishop (7) que sigue al prólogo, elaborado por Joan Margarit, el poeta-traductor enumera las distintas traducciones disponibles de la obra de Bishop, algo que refuerza la idea de que esta poeta estadounidense afincada en Brasil ha entrado en el patrimonio universal gracias a la traducción.

Debido a la subjetividad inherente a toda selección, casi todas las antologías traducidas estudiadas son en realidad selecciones «nuevas» creadas con el fin de publicarse en castellano, muchas veces elaboradas por el propio traductor-antólogo. No obstante, en algunos casos, la figura del antólogo se escinde de la del traductor. Tal es el caso de la Antología poética (1991) de Ezra Pound, en cuya cubierta y portadilla leemos: «Edición, introducción y notas: Manuel Almagro Jiménez», profesor de Literatura Inglesa en la Universidad de Sevilla, seguido de «Traducción: Antonio Rivero Taravillo», traductor literario especialista en poesía (primera cubierta de la Imagen 1). El editor da visibilidad a ambos gracias a la breve biografía acompañada de una foto que aparece en la contracubierta.

Imagen 1. Cubiertas de dos antologías traducidas de Ezra Pound

En contadas ocasiones, la antología traducida es en realidad la traducción de una antología existente en inglés. Una de ellas es Personae. Los poemas breves (2000), traducción de los poetas españoles Jesús Munárriz y Jenaro Talens,(8) a partir de la «edición revisada al cuidado de Lea Baechler y A. Walton» de The Shorter Poems of Ezra Pound, tal como se aprecia en la segunda cubierta reproducida en la Imagen 1. El deseo de hacer de esta edición una traducción «canónica» se expresa en la contracubierta: «Esta edición, ya definitiva, es la que, en versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens, y texto bilingüe, pone hoy en manos de los lectores de habla española uno de los libros clave de la poesía de la modernidad». A pesar de todo, el impacto del libro traducido en los nuevos lectores no puede compararse con el de la antología original, porque una antología publicada en la lengua del autor es por fuerza posterior a la publicación de varios poemarios, mientras que la antología traducida suele preceder a cualquier otra traducción del mismo autor. En este sentido, se convierte en el primer encuentro entre el poeta y el nuevo público.

Otro de los aspectos característicos de las antologías poéticas traducidas, y de la traducción de poesía en general, es la disposición bilingüe del material. Algo que es inviable en otros géneros literarios como el ensayo o la novela,(9) resulta bastante frecuente en la traducción de poesía. Eso puede deberse a que, cuando leemos poesía, tanto el editor como los lectores tienen la impresión de que necesitan el original para comprender mejor el estilo y el ritmo del autor. Esta práctica a menudo supone un reto doble para el traductor, pues muchas veces ambas versiones aparecen encaradas página a página, de modo que es casi imposible evitar la comparación. Al mismo tiempo, esta disposición también da al traductor la oportunidad de aparecer al mismo nivel que el poeta, y la presencia del original puede ayudar a justificar ciertas opciones de traducción.

Si nos centramos en las 85 antologías traducidas de poetas modernistas analizadas hasta el momento, veremos que 48 contienen tanto la versión inglesa como la castellana (56 %), algo que ayuda al lector a entrar en el mundo del poeta original. Además, la proporción de ediciones bilingües ha aumentado en los últimos cuarenta años, tal vez debido a que antes de esa fecha, el conocimiento que los hispanohablantes tenían del inglés como lengua extrajera era tan escaso que no sacaban mucho provecho del texto original. Una de las primeras antologías bilingües documentadas es El puente y otros poemas, una selección de la poesía de Hart Crane traducida en 1973 por el crítico, poeta y traductor Agustí Bartra, que incluye su famosa creación «The Bridge» («El puente»). Y desde entonces, las ediciones bilingües no han dejado de aumentar. El cambio de tendencia editorial se refleja, por ejemplo, en la Antología de E. E. Cummings traducida por Alfonso Canales. La primera versión traducida por Canales de dicha obra apareció en 1964 (Ángel Caffarena) y en 1969 (Visor), pero solo en castellano. Treinta años más tarde (2000), la misma editorial Visor relanzó la traducción de Alfonso Canales pero en formato bilingüe. Consideramos que el uso tan particular que hace Cummings de la tipografía y su innovación visual justificaban con creces la presentación encarada.

Aunque las ediciones bilingües tienden a aparecer en páginas enfrentadas, en dos casos el inglés se presenta como nota al pie. El primero es la antología comentada W. H. Auden: Los Estados Unidos y después (Activo Puente, 2009), elaborada por el traductor literario y estudioso argentino Rolando Costa Picazo. El segundo es la mencionada antología de Elizabeth Bishop Obra poética (Barcelona, 2008). De este modo, la traducción destaca más, pero el original pierde parte de su fuerza poética.

Incluso existe una antología en la que la traducción ocupa la primera mitad del libro, mientras que los poemas originales, en cuerpo menor, aparecen en la segunda mitad. Se trata de Viaje hacia el amor y otros poemas (1954-1962), antología poética de William Carlos Williams traducida por la escritora española Carmen Martín Gaite, galardonada con el Premio Nacional de Literatura en 1978, el Premio Anagrama de Ensayo (1987) y la Medalla del Círculo de Bellas Artes. En los agradecimientos, los editores dan las gracias a Martín Gaite «por haber convertido estos poemas de Williams en otros tantos poemas (de Williams) en castellano» (Williams, 1981, 15).(10) Estas palabras potencian el capital simbólico de Carmen Martín Gaite como creadora y siguen la última corriente en los estudios de traducción poética: la buena traducción de poesía debe ser una nueva creación poética y no una mera traslación del significado semántico de los poemas.

Antes de hablar del resto de poetas, comentemos brevemente el caso de T. S. Eliot, quien, como hemos apuntado, cuenta con 14 antologías traducidas entre 47 ediciones de libros de poesía en castellano. Eliot es especial en muchos sentidos, no solo porque fue el más internacional de todos los poetas modernistas norteamericanos y porque su capital simbólico se vio propulsado por el Premio Nobel de Literatura en 1948, sino también por la naturaleza de sus creaciones poéticas. Dado que sus poemarios más aclamados, The Waste Land y Four Quartets, constituyen poemas largos unificados, su obra no se presta a las «selecciones», pues inevitablemente deben incluir fragmentos de poemas extensos. De hecho, muchas de las antologías sobre Eliot son en realidad recopilaciones de varios de sus libros, Asesinato en la catedral. Cuatro cuartetos. La tierra baldía (Orbis, 1984).

A pesar de todo, hay algunos ejemplos de antologías poéticas que combinan fragmentos de las obras más famosas de Eliot con otros poemas breves íntegros. Entre ellos destaca la traducción realizada en Buenos Aires por una amalgama de poetas españoles y latinoamericanos, como Rodolfo Usigli, León Felipe, Octavio G. Barredo, B. Ortiz de Montellano, Juan Ramón Jiménez, Marià Manent y Ángel Flores, quienes participaron en Tierra baldía y otros poemas (1954). La coyuntura política en España en esa época obligó a algunos poetas a emigrar a Latinoamérica, donde continuaron escribiendo y publicando. Otra antología traducida en vida del poeta y publicada en Madrid, Poemas (Editorial Hispánica, 1946), con «Versiones de Dámaso Alonso, Leopoldo Panero, J. M. Muñoz Rojas, Charles D. Ley y L. Cano», hace hincapié en que el propio autor ha cedido los poemas en la página de créditos: «“Adonais” quiere agradecer públicamente a T. S. Eliot su generosidad al ceder los derechos de traducción de los poemas suyos recogidos en este volumen», con lo que convierte la selección en una especie de edición «autorizada». En casos así, es evidente que el capital simbólico de Eliot influye en el de los poetas-traductores, que tienen el honor de traducirlo. Pero al mismo tiempo, el propio capital de Eliot aumenta en la cultura hispana por el hecho de que poetas como Juan Ramón Jiménez o León Felipe, admirados y queridos por su pueblo, lo tradujeran. En cierto modo, las traducciones realizadas por tales poetas servían de «garantía» del valor del poeta.

Si prescindimos de los datos referentes a Eliot, obtenemos que, de los 114 libros en castellano que pertenecen a los otros 16 poetas modernistas traducidos, 78 son antologías traducidas, lo cual corresponde al 68,42 % del total, una proporción altísima. Nos gustaría insistir en la importancia de este tipo de libro, porque requiere una re-lectura especial de la obra poética. Si todas las traducciones pueden considerarse una lectura personal del texto de origen, filtrado y reescrito con otra forma, cuando el traductor también selecciona los poemas y los presenta ante los nuevos lectores, la manipulación del material original es doble. Los propios libros enfatizan esa doble función con expresiones como: «Selección, traducción y notas» o potencian la calidad poética de los traductores con la expresión «versión poética». Así ocurre, por ejemplo, con «Versión de Agustí Bartra», recogido tanto en la cubierta como en la portadilla de la selección de poemas de Carl Sandburg Antología (1973). Agustí Bartra ya había traducido y editado en México la primera antología general del movimiento modernista en castellano dos décadas antes: Antología de la poesía norteamericana (1952),(11) un intento de acercar a los poetas modernistas a nuestra cultura. Sesenta años más tarde, algunos de los poetas que incorporó en esa antología general del movimiento, entre ellos Edna St. Vincent Millay, carecen todavía de una antología traducida propia en castellano.

La idea del traductor-antólogo como algo más que un traductor, como autor de pleno derecho, se apoya en la que el estudioso Ruiz Casanova (2007, 22) propone para los antólogos en lengua original. Ruiz Casanova ve «la lectura, la relectura y la reescritura del antólogo como rasgos estilísticos de su autoría». Este papel de coautor queda todavía más patente en los libros en los que el nombre del traductor-antólogo ocupa el lugar del autor, mientras que el nombre del poeta traducido se integra en el título.

Como se ve en la Imagen 2, es lo que ocurre en Poemas de Wallace Stevens, del poeta argentino Alberto Girri, quien aparece en lugar prominente en la cubierta y en la contracubierta, o en W. H. Auden: los primeros años y W. H. Auden: los Estados Unidos y después, ambos firmados por el traductor literario y profesor universitario de Buenos Aires Rolando Costa Picazo, mencionado como autor en la cubierta y la portadilla. En estos casos, el prestigio de los traductores-antólogos, así como la envergadura de sus ensayos introductorios, pueden justificar por qué se les da tanta visibilidad a estos traductores-editores en comparación con otros antólogos.

Imagen 2. Mención en cubierta del traductor-antólogo como autor


La figura del traductor-antólogo: ejemplos concretos

El perfil de los traductores-antólogos puede ser tan heterogéneo como el de los poetas a quienes traducen y presentan en la nueva cultura. Para ilustrarlo, comentaremos brevemente algunos casos concretos y veremos cómo el tipo de traductor puede influir en el capital simbólico internacional del autor a quien abre la puerta.

En primer lugar, abordemos la traducción de Veinte poemas de William Carlos Williams, seleccionada y traducida por el famoso poeta, crítico y diplomático mexicano Octavio Paz, que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1990. Publicado en 1973, fue el primer libro en castellano dedicado por completo a la poesía de Williams. El capital simbólico del traductor y la importancia que le dan los editores de la antología se hace explícita en el texto de contracubierta, en el que se recogen una cita del propio Paz: «Gran poeta y gran traductor de poetas, Octavio Paz trae al castellano estos veinte poemas, creando otras tantas piezas equivalentes, y además, en un prólogo conciso y rico, nos ilumina tanto la obra como la persona de aquel a quien considera «el autor de los poemas más vivos de la poesía norteamericana moderna».

La influencia de Octavio Paz en otros traductores es incuestionable, igual que su papel como introductor de poetas modernistas en nuestra cultura. Muchos otros antólogos lo citan en sus prólogos, pues se le considera una autoridad, de modo que una buena opinión por su parte incrementa al capital simbólico de un autor o un traductor y puede ayudar a «consagrarlo». Es uno de los ejemplos más claros de aceptabilidad de un texto gracias a lo que Pascale Casanova (2002, 17) denomina «capital du traducteur-consacrant lui-même».

Asimismo, son dignos de mención los «intercambios de traducciones» entre Octavio Paz y algunos poetas modernistas, que potencian el capital simbólico de ambas partes. Los editores de Obra poética (2008) de Elizabeth Bishop apuntan en la biografía incluida en portadilla que la poeta tradujo, entre otros, a Octavio Paz, «quien, a su vez, tradujo varios de sus poemas al español y escribió luminosas páginas sobre el sentido de su obra». Por su parte, el propio Octavio Paz (1973, 24) menciona en la introducción a su antología de Williams que se quedó impresionado ante la versión en inglés que hizo Williams de su poema «Himno entre ruinas», y sintió el deseo de conocer al poeta a quien más tarde traduciría: «Donald Allen me envió una versión al inglés de un poema mío [«Himno entre ruinas»]. La traducción me impresionó doblemente: era magnífica y su autor era William Carlos Williams». No cabe duda de que esta traducción cruzada entre poetas denota una afinidad mutua y deja un poso en las creaciones posteriores de ambos.

Imagen 3. Cubierta de la antología de William C. Williams Veinte poemas, traducida por Octavio Paz

El segundo ejemplo que vamos a analizar también denota afinidad e influencia entre autor y traductor-antólogo, aunque de otra índole. Nos referimos al poeta, crítico y profesor universitario Andrés Sánchez Robayna, quien ha traducido y editado varias antologías de Wallace Stevens. La última, De la simple existencia. Antología poética (2003), es una versión corregida y aumentada de su antología Poemas (1980). El interés de Sánchez Robayna por la poesía de Stevens nace de una afinidad estilística, y creemos que el tiempo que el poeta canario ha dedicado al estudio, la traducción y la revisión de sus versiones castellanas de los poemas de Stevens también se ha filtrado en su propia poesía. Ambos comparten la concepción intelectual de la poesía y se centran en el poema como tema del poema, así como en el valor referencial de las palabras. La composición de Stevens «Angel Surrounded by Peasants», inspirado en el bodegón de Pierre Tal-Coat encuentra su paralelismo en el poema de Sánchez Robayna «Sistema», inspirado en Ochre and Red on Red, del pintor estadounidense Mark Rothko.

Igual que para muchos poetas del modernismo norteamericano, que también traducían de manera profesional (pensemos en Hilda Doolittle, Marianne Moore o Ezra Pound, por ejemplo), la práctica de la traducción es importante para Sánchez Robayna, como demuestra la mención que se hace a ella en sus propios poemarios. Así, en la contracubierta de En el cuerpo del mundo (2006), recopilación de los poemarios publicados hasta el momento, leemos: «ha realizado una amplia tarea como traductor, en la que cabe destacar la poesía de Wallace Stevens (1980, reeditada en 2003 en esta misma colección bajo el título De la simple existencia), la obra lírica de Salvador Espriu [...], que obtuvo el Premio Nacional de Traducción». Esto demuestra que el prestigio de sus traducciones de poesía añade valor a su capital simbólico como creador y lo vincula con la literatura universal.

Imagen 4. Cubiertas de la antología de Wallace Stevens De la simple existencia, editada y traducida por Andrés Sánchez Robayna, y de la recopilación de poemarios propios En el cuerpo del mundo.

A continuación comentaremos la labor de dos traductores de Langston Hughes: Julio Galer y Maribel Cruzado. Galer fue el recopilador y traductor de la primera antología de un solo autor dedicada a Langston Hughes, Poemas, publicada en Argentina en 1952. Tradujo dichos poemas todavía en vida de Hughes, con quien mantuvo correspondencia entre 1948 y 1952 con el fin de comentar las dudas y opiniones sobre la interpretación de los poemas, un signo de «investment in (and attention to) the translation and dissemination of his verse in the Hispanic world—as well as to the Spanish American personae that these activities engendered» (Kernan, 2007, 383).(12) La perplejidad de los editores argentinos ante la falta de traducciones de Langston Hughes en castellano y su deseo de combatirla se expresan así en la contracubierta de la antología: «Ha sido inexplicable que con una producción tan vasta su obra quedara casi desconocida para los lectores de habla castellana. Nuestro público se ha encontrado con fragmentarias y discutibles traducciones de este legítimo heredero del gran Whitman [...]. Puede asegurarse que recién esta antología –la primera que se realiza– pone en presencia lo más representativo de su obra». Y a propósito del traductor, afirman: «Julio Galer da una versión responsable y de calidad».

Cincuenta años más tarde, se publicó en la editorial Pre-Textos la antología Blues (2004). La escritora y traductora española Maribel Cruzado fue la responsable de la «selección, traducción, prólogo y notas», tal como se apunta en la portadilla del libro. Escribió un prólogo de cincuenta páginas sobre la vida y obra del poeta, en el que menciona la labor de Julio Galer,(13) seguido de una nota sobre la selección de poemas y el enfoque de la traducción: «Unas palabras de introducción a los poemas». Su deseo de justificar la inclusión de Hughes en el canon literario norteamericano la lleva a reproducir unas palabras del crítico Harold Bloom a modo de argumento de autoridad: «Langston Hughes, «la figura más representativa de la cultura de la América negra», para un crítico tan exigente como Harold Bloom» (Cruzado, 2004, 67), así como a mencionar los conciertos, lecturas poéticas y conferencias que se celebraron para conmemorar su nacimiento en 2002, dos años antes de la publicación de la antología, momento en el que probablemente Cruzado ya estaba enfrascada en la traducción de los poemas de Hughes. Después de apuntar que la Universidad de Misuri acababa de publicar una edición revisada de las obras completas de Langston Hughes en 18 volúmenes, la traductora-antóloga intenta explicar la escasa presencia de este poeta en la cultura hispana de la siguiente manera: «Ese mismo año el mundo hispánico también conmemoraba el centenario de tres grandes poetas como Rafael Alberti, Luis Cernuda y Nicolás Guillén, con lo que no es de extrañar que el Hughes pasase desapercibido». Y como hemos visto en tantos otros antólogos, expresa su deseo de introducir al poeta en nuestra cultura: «Sirva esta antología, por tanto, como un intento modesto de reparar ese olvido además de rendirle mi homenaje personal» (Cruzado, 2004, 67-68).

Maribel Cruzado es consciente de que el panorama del sistema literario global es variable y que, como apuntábamos al principio del artículo, en poesía más que en ningún otro género prima la opinión de la crítica y el capital simbólico de un autor para colocarlo en el centro o la periferia del sistema. Recogemos para concluir el análisis de esta antología de Hughes estas palabras extraídas del prólogo acerca de la posición dinámica de los autores en sistema global: «Evidentemente Hughes, como cualquier artista, no ha escapado de los caprichos de la crítica o de las modas del momento y, en los famosos cánones, su poesía ha fluctuado a lo largo de los años. En la actualidad, los estudiosos parecen apuntar hacia posiciones favorables [...] nadie ha dudado en afirmar que Langston Hughes ha sido el más grande poeta afroamericano de todos los tiempos (no en vano Borges o Guillén eligieron poemas suyos para traducirlos al español) y su poesía la palabra en verso que mejor ha representado la voz de la América negra» (Cruzado, 2004, 70). La mención de Borges o Guillén no es casual, ya que responden a lo que Sela Sheffy (2005, 9) llama «highly appreciated literary translators», excelentes acompañantes de los autores a quienes abren la puerta para presentarlos ante el nuevo público.

El siguiente ejemplo escogido es el de la recepción poética de Marianne Moore en castellano. Moore es una de las cuatro mujeres poetas modernistas que han entrado en nuestro sistema literario gracias a la traducción de al menos una obra propia. Las otras tres poetas son Elizabeth Bishop, Hilda Doolittle y Gertrude Stein. La primera antología traducida de Moore, publicada en 1988, fue El reparador de agujas de campanario y otros poemas, seleccionada y traducida por Mirta Rosenberg y Hugo Padeletti, e ilustrada por Alberto Cedrón. Se trataba de una antología breve con formato de revista publicada por el Centro Editor de América (Argentina).(14) En ella encontramos un canon del modernismo en opinión de Rosenberg, quien además de haber contribuido a la selección y traducción del volumen, firma el prólogo:

Marianne Moore forma parte de la lista que consigna a la primera generación de poetas modernos norteamericanos y que incluye nombres tales como T. S. Eliot, Ezra Pound, William Carlos Williams, Wallace Stevens, Hilda Doolittle, Archibald MacLeish, Alle Tate y John Crowe Ransom. [...] hay entre esos nombres algunos que han entrado definitivamente en la tradición de la poesía universal: Eliot, Pound, Williams, se abastionan en el panorama literario del siglo XX protegidos por reputaciones poéticas que ya se han tornado incuestionables. Moore, sin acceder aún a ese grado de incuestionabilidad (creemos, a propósito del tema, que su obra ha tenido escasísima difusión, al menos en castellano), no puede, sin embargo, quedar fuera de la lista. (Rosenberg, 1988, 3)

Si el primer paso dado para incluir a Marianne Moore en la literatura internacional mediante la traducción fue la antología elaborada por Rosenberg y Pedeletti en Buenos Aires, el segundo y definitivo, que afianzó su presencia en nuestro sistema literario, fue la antología Pangolines, unicornios y otros poemas (Acantilado, 2005), editada y traducida por Olivia de Miguel. Esta traductora literaria, que ha dado voz en castellano a George Orwell, W. H. Auden, Willa Cather y Joan Didion, entre otros, es también profesora universitaria y ha dedicado varios años (y una tesis doctoral) al estudio de la poesía de Marianne Moore.

Imagen 6. Cubiertas de dos obras poéticas de Marianne Moore editadas y traducidas por Olivia de Miguel

A la antología bilingüe de Moore publicada en 2005, que incluye la traducción de un epílogo de W. H. Auden, siguió seis años después la traducción de la obra completa de Marianne Moore: Poesía completa (Lumen, 2010). Esta última obtuvo el Premio Nacional de Traducción en 2011, lo cual fomentó la difusión internacional de la obra de Moore y ayudó a afianzar su posición dentro de nuestra cultura. El caso de la Poesía completa editada y traducida por Olivia de Miguel es curioso porque, a diferencia de otras ediciones de «obras completas», que sencillamente incluyen todos los poemas de un autor publicados en poemarios con anterioridad, a menudo por orden cronológico, la edición de las obras completas de Marianne Moore también supuso para Olivia de Miguel una elección y un posicionamiento. Tal como expone en la introducción:

En 1967, Marianne Moore, con ochenta años, prepara la edición de sus Complete Poems siguiendo los criterios de revisión que había practicado a lo largo de toda su vida. Dichas revisiones implican muchas veces el abandono de algunos de los poemas –publicados o no–, la reescritura de otros en los que altera radicalmente la forma estrófica [...]. El resultado final de este procedimiento es una obra de ciento veinte poemas más una selección de su traducción de las Fábulas de La Fontaine en la que, abolida la cronología, los textos se han reunido atendiendo a las relaciones literarias, temáticas o estilísticas que establecen entre sí. [...] Sin embargo, en el año 2003, la escritora y académica Grace Schulman decide hacer caso omiso de esta constante labor de reescritura, de permanente autocrítica que es la Poesía completa de Marianne Moore y publica, en un volumen titulado The Poems of Marianne Moore, los poemas que la autora había excluido en la edición preparada por ella. (Miguel, 2010, 7-8)

Por si quedaba duda de qué opina Olivia de Miguel sobre la edición a cargo de Schulman, la traductora añade: «Es evidente mi absoluto desacuerdo con ese criterio exhumatorio, que contraviene el derecho elemental de la poeta a definir los límites y el contenido de su obra» (Miguel, 2010, 8). Así pues, opta por basarse en la edición preparada por la autora y presentar ante el público nuevo los ciento veinte poemas revisados que Marianne Moore consideraba su «obra completa». En casos como este, queda patente que el traductor-antólogo (en este caso, traductor-editor) participa activamente en la formación de la imagen que la cultura de llegada adquiere del poeta que se presenta mediante la traducción.

Igual que Olivia de Miguel, el poeta, crítico y traductor Jordi Doce también ha vertido en castellano parte de la obra de W. H. Auden, que recogió en la antología Los señores del límite: selección de poemas y ensayos (1927-1973) (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2007). No obstante, si lo mencionamos aquí es por su contribución, junto con el poeta Juan Malpartida, a la difusión de la obra de T. S. Eliot en nuestro sistema literario. La obra de la que son traductores-antólogos, La tierra baldía. Cuatro cuartetos y otros poemas. Poesía selecta (1909-1942), publicada en 2001, no abre la puerta a Eliot por primera vez para que lo reciba un público nuevo, ya que, como hemos visto, la primera traducción poética de Eliot apareció en la década de 1940. No obstante, su labor es valiosa porque presenta una selección muy completa de las obras de Eliot (fragmentos de The Hollow Men y Ash-Wednesday, así como de los omnipresentes The Waste Land y Four Quartets) y además ofrece una extensa introducción al autor desde el punto de vista del poeta-traductor. Así, por ejemplo, critican «la mencionada ausencia poética de la que adolecen tantas traducciones» (Malpartida y Doce, 2001, 39), en parte debida a las limitaciones impuestas por el original, pero no achacable únicamente a eso. Los traductores-antólogos insisten en que «traducir bien es crear nuevos poemas en la propia lengua sin dejar de ser fiel a los poemas de los que se parte», y recogen la noción de relectura y recreación que ya apuntaba Ruiz Casanova en su estudio sobre los antólogos, pero aplicada aquí al antólogo que también traduce la selección: «Siempre que leemos una buena traducción oímos al poeta original y, un poco, al nuevo lector [es decir, el traductor] (porque traducir es una hiperlectura). Oímos a Pound en sus traducciones de Propercio, a Guillén en las de Valéry, a Paz en las de Basho. No hace otra cosa el lector: al leer de manera pasional e interesada a un poeta se lee también, en cierta medida, a sí mismo» (Malpartida y Doce, 2001, 39). El afán de dejar huella en la traducción (la visibilidad del traductor frente a la labor de mediador invisible que a veces se le reclama) los lleva a explicar que la disposición bilingüe del material que emplean en su antología responde a su admiración hacia la obra de Eliot, pero, aclaran, «no hemos tenido la intención de hacer un texto para ayudar al lector a hacerse una idea del original» (2001, 39). Al contrario, «hemos tratado de traducir poéticamente a Eliot, es decir, insertarlo en la lengua poética española». De nuevo, se expresa el deseo de presentar la traducción de los poemas en la nueva cultura como poesía de pleno derecho y no como glosa.


Modelo de antología poética traducida dedicada a un autor

Para terminar, analizaremos la antología de Robinson Jeffers realizada por los escritores y traductores mexicanos Alberto López Fernández y Pablo Soler Frost (Antología, Libros del Umbral, 1999), la única dedicada en exclusiva al autor hasta el momento en nuestro idioma. Es un libro pequeño pero recoge todas las cualidades que, en nuestra opinión, debería tener una antología si intenta ser la carta de presentación de un poeta ante un público nuevo. En primer lugar, dicho objetivo se especifica ya en la solapa: ˜Último heredero de este cantor, su poesía era, hasta ahora, poco conocida en México. Este libro quiere reparar en parte esta laguna». Los editores desean romper el silencio para que los lectores mexicanos puedan acceder a la obra de Jeffers. En segundo lugar, el libro incluye una breve biografía de ambos traductores en la contracubierta, dato que nos ayuda a comprender su importancia para las letras mexicanas. Además los menciona tanto en la cubierta como en la portadilla: «Versiones de Alberto López Fernández y de Pablo Soler Frost, con un ensayo introductorio de Pablo Soler Frost», con lo cual se favorece la visibilidad de los traductores-antólogos.

En tercer lugar, el conciso «ensayo introductorio» de Soler Frost, además de presentar al autor y su obra, repasa las traducciones anteriores y las opiniones de la crítica acerca de Jeffers. Por ejemplo, cita al poeta y traductor Agustí Bartra, el primero que tradujo a Jeffers dentro de su Antología de la poesía norteamericana, mencionada al principio del artículo. A este repaso de las traducciones previas de Jeffers en obras colectivas, Soler Frost añade la mención a las creaciones de otros poetas dedicadas a Jeffers, como el poema de Czeslaw Milosz «To Robinson Jeffers». Es evidente que con estos recursos el prologuista pretende incidir en la importancia del autor y aumentar su capital simbólico.

Imagen 7. Cubierta de la antología de Robinson Jeffers editada y traducida por Alberto López Fernández y Pablo Soler Frost

En cuarto lugar, siguiendo la tendencia actual, los poemas se presentan en formato bilingüe en página par e impar, e incluyen el libro y la fecha en los que se publicaron por vez primera al pie de cada poema. Este detalle ayuda a ubicar al autor en la historia y, por lo tanto, favorece su contextualización. Por último, el libro cuenta con una doble bibliografía (obras de Robinson Jeffers y libros y artículos en inglés dedicados a él), para que el lector comprenda mejor su trayectoria y su repercusión en la cultura anglosajona. Incluso el halcón de la ilustración de cubierta nos recuerda a las aves rapaces de algunos poemas de Jeffers («The Hawk», «Vulture»). Sirva este ejemplo para mostrar que una antología traducida no tiene por qué ser un libro grande para ser un gran libro.


Conclusión

A modo de conclusión, podríamos decir que la antología traducida de un solo autor es un método frecuente para introducir a un poeta en un nuevo sistema literario, por lo menos en el caso del movimiento modernista norteamericano. Las antologías poéticas de un autor publicadas en castellano entre 1912 y 2012 muestran una gran variedad de enfoques, algo propio de un género que depende en parte de la subjetividad del traductor-antólogo que realiza esa doble re-lectura, primero como seleccionador de los poemas que considera más representativos del autor a quien pretende introducir en el nuevo sistema literario, y segundo como re-creador de esos poemas en la lengua de llegada.

A partir de los ejemplos comentados, hemos visto que el traductor-antólogo no responde a un único patrón, sino que va desde el poeta hasta el traductor profesional, desde el crítico literario hasta el estudioso especializado en un autor concreto, pasando por figuras que, como Octavio Paz o Jordi Doce, combinan varios de estos perfiles. Por supuesto, el grado en que el propio capital simbólico de los traductores ayuda a atraer la atención del nuevo público hacia los poetas a quienes abren la puerta también puede variar enormemente. Sin embargo, ocupen el lugar que ocupen dentro de nuestra cultura y sean cuales sean sus criterios de selección y traducción poética, todos estos traductores-antólogos contribuyen a dar voz a poetas de otras procedencias y los introducen en el sistema literario global, pues solo cuando se traduce una obra pasa a ser verdaderamente compartida.


NOTAS

(1) Tomamos el término polifónico de Claudio Guillén, quien lo aplica a la literatura comparada en Entre lo uno y lo diverso (2005, 1985]): «destaca la pluralidad de valores, como también de estilos, convenciones, temas y formas, que se advierte tras el estudio de las confrontaciones y disconformidades presentes en cada época. [...] Esta polifonía admite variedades y diferencias no solo entre tendencias y sucesos nuevos o novedosos, sino entre lo nuevo y lo viejo, o mejor dicho entre los valores nuevos y las remozadas cualidades que en contacto con estos asume lo viejo».

(2) El carácter incluyente, no restrictivo, de la revista queda reflejado en la declaración de intenciones de su fundadora, quien afirmaba: «The Open Door will be the policy of the magazine [...] They desire to print the best English verse which is being written today, regardless of where, by whom, or under what theory of art it is written» (citado en Parisi y Young, 2002, xxv).

(3) Contamos como «libro» toda edición independiente de poemas, incluidas separatas y obras conmemorativas, cuando están dedicadas únicamente a un poeta modernista.

(4) Datos extraídos de la consulta de la base de datos de la British Library y la Library of Congress, así como del estudio de obras bibliográficas específicas de cada autor.

(5) Véase el capítulo «Pound/Stevens: whose era?», en The Dance of the Intellect (Perloff, 1985, 1-32), en el que la autora comenta la rivalidad poética entre ambos y la animadversión que sentían el uno hacia otro.

(6) A las que habría que sumar 6 ediciones anteriores a 1912.

(7) Joan Margarit justifica el extenso estudio biográfico de Elizabeth Bishop «Una vida para una obra» (pp. 17-53), de la siguiente manera: «Ante los buenos poemas, en general, no son necesarias más explicaciones, y la biografía de quien los escribió no suele mejorarlos. Sin embargo, cuando el lector o la lectora se identifica con los poemas y llega a apasionarse con alguno de ellos, se despierta enseguida la curiosidad por las circunstancias en que fueron escritos y la vida de quien los escribió» (Margarit, 2008, 17).

(8) Jenaro Talens también editó y tradujo la antología de Wallace Stevens Las Auroras de Otoño y otros poemas (1993).

(9) Salvo en ediciones de novelas adaptadas para el aprendizaje de idiomas, en las que la traducción sirve de método para aprender vocabulario y estructuras del original que se estudia.

(10) Paréntesis presente en el original.

(11) Reeditada en 1974 en Barcelona por Plaza & Janés.

(12) Véanse las cartas «To Julio Galer» (2 de mayo de 1948 a 19 de julio de 1952), Langston Hughes Papers, Beinecke Rare Books and Manuscript Archive, Yale University, New Haven, analizadas en «Lost and Found in Black Translation: Langston Hughes’s Translations of French- and Spanish-Language Poetry, His Hispanic and Francophone Translators, and the Fashioning of radical Black Subjectivities», tesis doctoral, Ryan James Kernan, University of California, 2007.

(13) «El argentino Julio Galer, quien conoció personalmente a Langston, realizó la misma labor en los cincuenta con la autobiografía y ochenta y un poemas de Hughes. En España, sin embargo, salvo Mulatto (1929) –una pieza teatral [...]— y algunos estudios y poemas publicados en revistas literarias, su obra sigue ignorada» (Cruzado, 2004, 9).

(14) Esta misma editorial dedicó antologías breves ilustradas de características similares sobre Wallace Stevens y Robert Frost en la década de 1980.

(15) Además de traducir y editar dicha antología, Agustí Bartra tradujo poemarios individuales de Hart Crane, T. S. Eliot y Carl Sandburg.


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