HISTORIA DEL CABALLERO ENCANTADO, O DE LAS PRIMERAS AVENTURAS CHINESCAS DE DON QUIJOTE (1)
Alicia Relinque Eleta
Departamento de Lingüística General y Teoría de la Literatura
Universidad de Granada
2022
Recibido: 16 septiembre 2022
Aceptado: 10 octubre 2022

«Píntola en mi imaginación como la deseo»
(Don Quijote, XXV)

«En realidad todo es inventado»
(Historia del Caballero Encantado, XI [XXV])

En un lugar de la China...

En febrero del año 1922 la editorial Commercial Press publicaba por primera vez en China Don Quijote de la Mancha bajo el título de Moxia zhuan 魔俠傳, Historia del Caballero Encantado.

En la China de la época, la novela había comenzado a ser mencionada en los círculos más intelectuales, pero el personaje todavía no había alcanzado la popularidad que más tarde adquiriría. El desconocimiento en torno al autor o a su obra queda patente en las referencias más tempranas, y algo confusas, a ambos: las primeras menciones a Cervantes y a Don Quijote las encontramos en 1904 en la revista Jiangsu 江蘇 (publicada en Tokio por estudiantes chinos); en ella, el nombre de Cervantes aparece transliterado como Shawendisi 沙文第斯 y su novela, ensalzada como una de las más importantes de la literatura mundial, como Tangguisuntuo 唐貴孫脱, a la que se añade en letras romanas «Don Quixote» (Chen, 2021b: 31). Pocos años después, en 1913, el Duli zhoubao 獨立周報 [Semanario Independencia] publicará en Shanghai la traducción del capítulo primero y parte del segundo, realizada años antes por Ma Yifu 馬以夫 (1883-1967). Pero, en este caso, se utiliza el título de Ji xiansheng zhuan 稽先生傳 [Historia del señor Ji] que incluía, acompañando al texto en chino, las palabras «Don Ruisote» y una referencia a su autor, trasliterado como esta vez «Shuaiwang» (Chen 2021b: 27). Posteriormente, Zhou Zuoren (1885-1967), uno de los críticos literarios más reconocidos de su tiempo, mencionaría en su Ouzhou wenxue shi 吉訶德先生 [Historia de la literatura europea, 1918], de forma muy elogiosa aunque entre un gran número de otras obras de la tradición europea, la novela Jihede xiansheng [Señor Quijote] de Cervantes, cuya trasliteración aparece ahora como Saiwantisi 塞萬提斯.

No es seguro que los lectores identificaran con un solo autor o con el mismo personaje esta variedad de referencias. Pero lo cierto es que, tras la aparición de Historia del Caballero Encantado, ya don Quijote entraría definitivamente en el universo literario chino. El hacedor de la gesta fue Lin Shu 林紓 (1852-1924), hombre de vastísima cultura, pero que no conocía más lengua que el chino. Aun así, dedicó su vida a traducir a Shakespeare, Dumas, Dickens, Montesquieu, Esopo, Tolstói, Chaucer, Walter Scott y otros muchos, hasta un total de 180 obras de la literatura mundial de todos los tiempos, y ello en apenas 20 años.

Lin Shu, el traductor que amaba los clásicos

Sabido es que el latín es imprescindible; por la misma razón, la lengua de Sima Qian, Ban Gu, Han Yu y Liu Zongyuan también lo es. Sé que esto es así, pero no el cómo y el porqué; supongo que es el defecto de los que amamos los clásicos
     (Lin Shu, cit. en Tai, 2003: 99)

Lin Shu (2) había nacido en 1852 en el seno de una modesta familia de comerciantes en la provincia de Fujian, con vínculos comerciales y familiares en Taiwán. A pesar de no proceder de la tradicional familia de letrados, entre 1856 y 1866 se dedica al estudio de los clásicos con algunos profesores, completando su educación de forma autodidacta y leyendo con avidez todo lo que caía en sus manos. En 1869, contrae matrimonio con Liu Qiongzi, y tres años después comienza a trabajar como profesor en una escuela local. En 1882 obtiene el título de «graduado provincial» (juren 舉人) tras pasar el primer nivel de los exámenes imperiales, que le proporcionó ya el acceso al funcionariado.

En 1897 publica su primera antología de poemas, titulada Min zhong xin yuefu (Nuevos yuefu del distrito de Min),(3) escrita en lengua vernácula. Es importante señalar el hecho de que, para su primera publicación, Lin Shu esta es la lengua que utilizará. A finales del siglo XIX y principios del XX se estaba produciendo en China una renovación en las formas literarias y en el lenguaje utilizado en la escritura, y muchos intelectuales del momento, como nuestro traductor, comenzaron a buscar nuevas formas de expresión. Poco a poco, se iría imponiendo una distinción entre lo que acabaría por llamarse «lengua hablada» (baihua 白話) y la calificada de «lengua clásica» (wenyan 文言).(4)

En el mismo año de 1897 se produce el fallecimiento de la esposa de Lin Shu, lo que determinará un giro fundamental en su vida: se cuenta que para arrancarlo de la tristeza en la que estaba sumido, su amigo Wang Shouchang 王壽昌 (1862?-1925), que había estudiado Derecho Internacional en la Universidad de París, lo convence para que juntos realicen la traducción de La dama de las Camelias,(5) de Alejandro Dumas hijo (1824-1895). Esta primera traducción la firman ambos con pseudónimo por dos motivos principales, según Tai (2003: 114): en primer lugar, debido a la baja estima que tenía entonces el género novelístico entre los letrados; y, en segundo, porque a ello se añadía que era literatura extranjera, considerada inferior a la china. Quizá fue esta misma razón la que los impulsó a utilizar aquella «lengua clásica» para llevar a cabo su tarea, en lugar de hacerlo con la recién estrenada «lengua hablada», que parecería más adecuada para verter un nuevo lenguaje con nuevas expresiones (como las que, con toda probabilidad incorporaría una novela de una tradición literaria completamente ajena a la china).

La publicación de la obra de Dumas tuvo un éxito inesperado tanto entre el público como entre los círculos intelectuales; se reeditó rápidamente y sus ventas se dispararon. Como afirma Tai (2003: 116): «La aparición de La dama de las camelias significó toda una revolución». A partir de entonces, Lin Shu no dejó de traducir. Según Lee (1989: 489-490), su producción atraía a lectores de la élite cultural, pero también al público en general, en primer lugar, por su sensibilidad literaria nativa y su dominio de un estilo clásico elegante; en segundo, porque supo adaptar sus traducciones a los dos temas más populares del momento: las historias de amor y las historias policiacas y de aventuras.

Junto con su labor de traducción, emprenderá también proyectos innovadores, como el Curso de Literatura por correspondencia que, de 1916 a 1918, organiza a imitación de modelos occidentales conocidos ya en China. En 1922, publicará Historia del Caballero Encantado que, en pocos meses, recibirá una crítica feroz por parte de Zhou Zuoren, aunque él seguirá traduciendo y publicando hasta que el 9 de octubre de 1924 fallezca en Pekín.

En la última década de su vida, Lin Shu tuvo serios enfrentamientos con los partidarios del denominado Movimiento de la Nueva Cultura o Movimiento del Cuatro de Mayo,(6) en parte, debido a su defensa de mantener la enseñanza de la lengua clásica en la universidad, junto a la lengua hablada. que dañaron profundamente la imagen y la obra del traductor. En justicia, sin embargo, se le debe reconocer el papel fundamental que jugó en la transformación cultural y literaria que estaba teniendo lugar en aquel momento, al proporcionarle a todos los reformistas el acceso a un mundo literario nuevo, introduciendo él mismo nuevos modos lingüísticos y retóricos que ayudarían en la consolidación de «la lengua hablada». No en vano, afirma Lee (1989: 490), «there was hardly any May Forth writer who did not first come into contact with Western literature through Lin’s Translation». Lu Xun 魯迅 (1881-1936), considerado el padre de la literatura moderna, afirmó que había comprado y leído todas y cada una de sus traducciones (Foster 1996: 78). Con respecto a su traducción de La dama de las camelias, Guo Yanli afirma que: 1) cambió para siempre la consideración de la literatura extranjera, elevándola a los ojos de los intelectuales chinos; 2) estimuló el desarrollo de la traducción literaria; 3) elevó la categoría del género de la novela, despreciada hasta entonces (cit. en Tai, 2003: 117). A esto, habría que añadirle la profunda renovación del lenguaje que supusieron sus traducciones (debido, entre otras cosas, a la enorme difusión que alcanzaban), que llevaría a la creación de la nueva forma de escritura por la que tanto clamaban los reformadores.

Historia del Caballero Encantado, ¿un tapiz del revés?

Me parece que el traducir de una lengua en otra, como no sea de las reinas de las lenguas, griega y latina, es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que, aunque se ven las figuras, son llenas de hilos que las escurecen, y no se ven con la lisura y tez de la haz.
     (DQ, LXII)

Como hemos visto, Lin Shu no conocía otra lengua que no fuera el chino, y él mismo describe su forma de traducir con absoluta honestidad:

No conozco lenguas occidentales, ello me obliga a tener junto a mí a dos o tres caballeros del ámbito de la traducción que me cuentan con la boca las palabras [escritas]. Mis oídos las reciben y mi mano los sigue. Cuando cesan sus voces, el pincel se detiene. En un día, con cuatro horas de trabajo consigo escribir seis mil caracteres. Es una gran fortuna para mí que mis traducciones, plagadas de errores que no se tienen en cuenta, sean aceptadas por los hombres ilustres de nuestro país. (Lin Shu, 1907)

予不審西文,其勉強廁身于譯界者,恃二三君子,為余口述其詞,余耳受而手追之,聲已筆止,日區四小時,得文字六千言。其 間疵謬百出,乃蒙海內名公,不鄙穢其徑率而收之,此予之大幸也。

En este caso, el «caballero del ámbito de la traducción» con quien trabajó mano a mano para traducir Don Quijote fue Chen Jialin 陳家麟 (1880-¿?), su colaborador más habitual durante los últimos años. Tampoco él sabía español, así que utilizaron las versiones inglesas a las que tenían acceso. La base fundamental de la que partieron fue la versión coordinada por Pierre Motteux (1660-1718), publicada por primera vez en 1700, y reeditada en 1703. Además, complementaron su información con la versión del irlandés Charles Jervas (c. 1675-1739), publicada en 1742.(7)

Imaginemos el proceso de trabajo: Chen Jialin leía, en el inglés de principios del siglo XVIII, la versión de Don Quijote de Motteux, mientras consultaba la de Jervas; sobre la marcha, se la iba relatando de palabra a Lin Shu, que la trasladaba al papel, transformando el lenguaje oral en estructuras de esa lengua arcaica conocida como «lengua clásica».

A las pérdidas de sentido que semejante proceso conllevaba, hemos de añadir los planteamientos del traductor con respecto a su tarea. Como explica Tai (2003: 173-176), desde un punto de vista teórico, Lin Shu vacilaba entre el respeto máximo al autor («Los escritores pueden expresar lo que piensan libremente […] uno tiene que redactar lo que ya está en ellas sin introducir las propias ideas», o «Aunque se trate de detalles sin importancia en las obras, los traductores tienen que respetarlos y no pueden omitirlos ni reducirlos») y el intento de adaptación para lograr un mayor acercamiento a sus lectores («Amplío la descripción de las escenas para que se ajuste mejor al público chino»). Pero de lo que no cabe duda, es que su intervención en los textos era la norma, precisamente en su intento de acercarse a la sensibilidad de sus compatriotas.

En el caso de Historia del Caballero Encantado, las intervenciones más evidentes (y por las que ha sido más criticado), son: 1) La eliminación total del personaje de Cide Hamete Benengeli en todas sus apariciones; 2) La ausencia de traducción del prólogo y de los poemas que acompañan al inicio la obra; 3) La traducción únicamente de lo que hoy se considera la Primera parte (la publicada en 1605); y 4) La inclusión de comentarios personales con críticas directas a los revolucionarios de su tiempo. Además de todo esto, se tacha su prosa de tediosa nacida del «manejo mecánico de un pincel sin punta y en manos de un anciano exhausto» 「一個睏倦的老人機械地以疲乏的手指驅使著退了鋒的禿筆」 (Qian, 1985: 92).

No cabe duda de que parte de estas críticas tuvieron mucho que ver con el enfrentamiento entre Lin Shu y el recién sacralizado Movimiento de la Nueva Cultura. Porque lo sorprendente es que a ninguno de sus críticos le llamó la atención el error más grave del que adolece: la conversión (valga el juego de palabras) del «cura», uno de los mejores amigos de don Quijote, en médico. La palabra «cura» en la versión de Jarvis había sido traducida como «priest», pero Motteux lo hizo como «curate». En su primera aparición (cap. I), Lin Shu lo traduce por «pastor» mushi 牧師. Sin embargo, a partir del capítulo V, la palabra «curate» será ya siempre traducida como «médico», probablemente por su proximidad con la palabra «cure» (en inglés, «curar»). De este modo, la superioridad moral de la que está investido el personaje, la terrible quema de libros, la estrategia para engañar a don Quijote disfrazándose, los debates con los diferentes personajes sobre el decoro, por ese error de traducción ya no son expresados por «el cura» sino por «el médico». Este cambio de oficio, provoca situaciones extrañas, como, por ejemplo, cuando Sancho le sugiere a don Quijote que se despose con la princesa Micomicona (cap. XXX) pues el médico, que está presente, «también es pastor» 「此醫生兼牧師。」 y puede realizar la ceremonia. Sin entrar en la posición de Cervantes con respecto a la Contrarreforma, esta eliminación del elemento católico en la historia, sin duda, distorsiona un componente absolutamente fundamental de la sociedad española descrita en la novela. Y lo más curioso es que la imagen de un médico simbolizaba todo lo contrario a la que hubiera representardo el cura: para la época, un médico era la encarnación de alguien con dominio de la ciencia, que encarna los nuevos tiempos de la tan deseada occidentalización del mundo chino.(8)

Independientemente de las distorsiones, en Historia del Caballero Encantado encontramos todas las aventuras que el hidalgo de la Mancha vive en su original en español: todos los personajes que aparecían en la historia de Cervantes, están en su versión china. Las ensoñaciones de don Quijote, la bonhomía de Sancho, el apasionamiento de Cardenio o el afán de libertad de Marcela; y todas las situaciones ridículas, las divertidas, las aterradoras siguen haciendo disfrutar a quien se acerca a ellas.

En lo que nos vamos a detener ahora va a ser en algunas pinceladas que muestran la sutileza con la que Lin Shu adornó a sus personajes para permitirnos ver a los que conocíamos bajo una luz diferente.

De Quijote a Quisada, el digno caballero enamorado

Como vimos al principio, el nombre de don Quijote no era familiar en la época. Siguiendo con el discurso inicial de Cervantes, donde juega con los posibles nombres de don Quijote como «Quijada», «Quesada» o «Quijana», la trasliteración por la que optará finalmente la versión china será la de Quisada 奎沙達.

Pero ya antes de decidir su nombre, dos pequeños matices transforman ligeramente la figura de don Quijote desde el inicio: ese hidalgo que, a decir de Cervantes, era de los de «lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor» (DQ, I), se transforma en Historia del Caballero Encantado en un hombre «apegado a las antiguas tradiciones que gustaba de usar lanza y adarga, caballo veloz y perro cazador; aquellas eran armas de antaño, [...] el hombre veneraba el pasado» 「有守舊之故家。其人好用矛及盾。與駿馬獵犬。二者皆舊時之兵械。其人尚古」. De la «adarga antigua» de Cervantes, Lin Shu incide en el aprecio por el pasado hasta en tres ocasiones: «apegado a las antiguas tradiciones» (shou jiu 守舊), «armas de antaño” (jiushi zhi bingxie 舊時之兵械) y «veneraba el pasado» (shang gu 尚古). Para alguien como Lin Shu (y parece lícito pensar que también para aquellos que leían sus traducciones), tan respetuoso hacia el chino clásico, sin duda dicha veneración no dejaba de resultar una cualidad, más que un defecto.

Unido a esta reverencia por el pasado, nos encontramos la trasformación de Rocinante en un «caballo veloz» (junma 駿馬). Quizá dicha transformación proviene de una mala interpretación del término inglés lean, utilizado en las versiones inglesas, cuyas acepciones son «desgrasado», «flaco» pero que también puede ser traducido como «esbelto». Parece que este fue el matiz adoptado con el término chino de jun. La ridícula estampa de ese hidalgo chapado a la antigua cuyo caballo hacía mucho que había vivido sus mejores momentos es ahora la de un hombre respetuoso con el pasado, cuyo corcel está junto a él, dispuesto a salir a cazar en compañía de su perro y, por ende, con las energías suficientes para emprender las aventuras que se presenten.

Siguiendo con la descripción de su locura, nos cuenta Cervantes:

Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles. (DQ, I)

Lin Shu la resume como:

Disparataba su pensamiento cavilando en las causas de vidas y muertes, amistades y pendencias, y como torno de pozo, subía y bajaba sin gobierno. (HCE, I)

以思慮過深所致。且惑於生死恩怨之故。上下轆轤。不知所歸。

Detengámonos en esa idea del «torno de pozo que sube y baja» (shang xia lulu 上下轆轤). Esta expresión aparece frecuentemente en la poesía evocando la imagen de un corazón que late acelerado. Lulu puede ser interpretado de tres maneras: en primer lugar, significa «cabrestante» y, por extensión, es sinécdoque por cualquier carruaje. El segundo significado que, en cierto modo, deriva del anterior, reproduce la onomatopeya de los sonidos de las ruedas de un carro. Ambas ideas nos remiten al viaje y, con él, a la separación de los seres queridos. Ejemplos de esta imagen la encontramos en los versos de Xiang Anshi 項安世 (1021-1086) («Marcho como el carruaje, primero al oeste, para volver luego al este» 「我行如轆轤,西上復東下。」) o los de Wang Cheng (1370-1415) («En mi pecho el traqueteo de las ruedas, día y noche sin albergue 中懷如轆轤,日夜不停移。」). Un tercer significado nos cambia de escenario, aunque también con el sentido de algo que gira (los dos caracteres de lulu están formados a partir del radical de «rueda»), y se refiere al torno de un pozo, del que se cuelga la cuerda para subir y bajar el cubo con el agua. Este último sentido lo encontramos más tardíamente, y parece sugerir la falta de control sobre los latidos de un corazón. El poeta Wang Yi (1671-1706) expresó este sentimiento con versos como: «El corazón de ella trepida como torno de pozo; el de él, parece como si hubiera ya roto la cuerda». Por su parte, Lin Shu había utilizado esta misma imagen en su celebérrima traducción de La Dama de las Camelias, donde aparece describiendo el momento en el que un apasionado Armand, en su estancia, recuerda el regocijo que sintió pensando que por fin Marguerite sería suya: «De temps en temps mon coeur bondissait de joie et d’amour dans ma poitrine» (Dumas, [1848] 2000: cap XI), que Lin Shu traduce como «Mi corazón parecía subir y bajar como torno de pozo» 「既盛服訖,而心猶上下如轆轤。」 (Lin Shu, 1898).

Con esta simple evocación, con la que probablemente muchos de los lectores de Lin Shu estuvieran familiarizados, para Quisada se refuerza la imagen del hombre enamorado.

Un poco más adelante, vemos a don Quijote, armado ya caballero dispuesto a emprender sus aventuras:

La del alba sería cuando don Quijote salió de la venta tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero… (DQ, c. IV )

Que Lin Shu nos describe de este modo:

Despuntaba el alba cuando don Quijote salió de la venta, celebrando lo que él creía que había sido su nombramiento de caballero, y que ya podía recorrer el mundo... (HCE)

武士出肆時。天甫遲明。自慶以為既受武士之職。可以橫行天下。

En este caso, se utiliza la fórmula, «recorrer el mundo» (heng xing tianxia 橫行天下), una expresión idiomática muy propia de la lengua china y que utiliza Lin Shu extensamente; son los llamados chengyu 成語. Estos chengyu son un tipo de expresión fijada en la lengua, de cuatro caracteres (es decir, cuatro sílabas), procedentes de algún texto anterior. Estas «citas intertextuales», cuyo origen procede de obras clásicas de todo tipo (filosóficas, históricas, literarias, etcétera) adoptan diferentes formas sintácticas: pueden ser frases completas, o la yuxtaposición de dos elementos similares (sustantivos, adjetivos, etcétera), o una sucesión de verbo-objeto, verbo-objeto, etc. El buen manejo de estas expresiones, de las que según algunos diccionarios existen más de 50.000, dota al discurso de un marcado tono «chino», y podemos encontrar varios de ellos para cada situación imaginable. Aunque de todos es posible rastrear su origen, para lo que existen un buen número de diccionarios especializados, la mayor parte de la gente los utiliza sin ser muy conscientes de su procedencia.

No obstante, el perfecto dominio de Lin Shu de estos chengyu, la amplitud de fuentes de las que los toma y la precisión en su aplicación, tiene dos efectos inmediatos: por una parte, a los ojos del lector chino, dota a la obra de un marcado tinte familiar que le hace evocar, página tras página, los referentes literarios más familiares; por otra, incrementa los niveles de interpretación de las situaciones en las que se hallan.

Normalmente, el chengyu aquí utilizado sirve para describir a quien tiene la fuerza y la voluntad capaces de vencer cualquier obstáculo. Otros de significado similar son «una fuerza inquebrantable» (shi bu kedang 勢不可擋) o «un esfuerzo capaz de vencer cualquier obstáculo» (gong wu buke 攻無不克). Todos ellos se hubieran adecuado al espíritu guerrero de don Quijote, sin embargo, Lin Shu, ha escogido este precisamente porque además de ese sentido de emprender un viaje y sobreponerse a todas las dificultades, lleva consigo implícito el sentido del texto original del que nació. Es un texto filosófico del siglo IV, Xunzi, donde dice:

Si tus maneras son respetuosas y reverentes, si tu corazón es leal y sincero; si te esmeras en los ritos y la justicia, y tus sentimientos se entregan al amor y a los demás, cuando recorras el mundo, incluso si te encuentras entre las cuatro tribus bárbaras, nadie dejará de tenerte en alta consideración... (Xunzi 1999: 34)

體恭敬而心忠信,術禮義而情愛人,橫行天下,雖困四夷,人莫不貴。

Con esta evocación, la imagen que Lin Shu forja de su Quisada es más la de un hombre de «corazón leal y sincero», que la de alguien enloquecido por los libros.

Un escudero convertido en discípulo, Sancho Panza

En la obra de Cervantes, es el ventero socarrón que ha armado caballero a don Quijote quien le advierte que todos los que se dan a tan honroso ejercicio solo «pocas y raras veces» (DQ, III) carecen de escudero.

En este punto debemos hacer constar las dificultades que, desde un principio, surgen a la hora de traducir una novela que hace un uso frecuente de términos relacionados con la orden de la caballería a la lengua de una cultura carente de ella. Y el término «escudero» es un claro ejemplo. Las versiones inglesas habían traducido con toda naturalidad el término por squire; por su parte, versiones más recientes en chino (i.e.: la de Yang Jiang y la de Dong Yansheng) utilizan el de shicong 侍從, próximo a la idea de «criado» o «sirviente». Sin embargo, Lin Shu siempre opta por utilizar el término «discípulo» dizi 弟子, para referirse a Sancho. Y lo más revelador es el contraste que vemos cuando, en otras ocasiones en que aparece la misma palabra para referirse a otros hombres en esa misma posición (por ejemplo, en el capítulo VIII), Lin Shu utiliza un sustantivo diferente, escogiendo la alternativa de qinu 騎奴, literalmente, «el criado que va montado”. Esto demuestra que la relación que Lin Shu nos quiere ofrecer entre don Quijote y Sancho está marcada por un vínculo diferente al del mero sirviente.

Don Quijote toma en consideración las palabras del ventero y:

determinó volver a su casa y acomodarse de todo, y de un escudero, haciendo cuenta de recibir a un labrador vecino suyo que era pobre y con hijos... (DQ, IV)

La versión de Lin Shu nos cuenta:

[Don Quijote determinó] buscar un discípulo que lo siguiera. Recordó entonces a un letrado pobre, vecino suyo, que tenía muchos hijos y carecía de alimento y ropa suficientes... (HCE)

[奎沙達思]覓得一弟子隨行。忽憶及鄉間。有一貧士。生子數人。缺於衣食。

El término para describir al que habrá de convertirse en su escudero/discípulo es «letrado pobre» pinshi 貧士, formado a partir del adjetivo «pobre» pin y el sustantivo «letrado» (shi). Las versiones inglesas habían usado «labouring» (Motteux) y «country fellow» (Jarvis). En ambos casos, la terminología utilizada podría interpretarse de un modo específico, haciendo mención al «labrador» del original; pero podrían tener una lectura más genérica como alguien que trabajaba o, sencillamente, que era de la misma tierra que don Quijote. Esta vinculación de Sancho con las letras (aunque asociado con la tarea que le quiere asignar don Quijote como «discípulo»), transforma sustancialmente la imagen de Sancho, incluso cuando más tarde, en el capítulo XXVII, el propio Sancho reconoce que no sabe leer.

Otro detalle más incrementa esta especial relación entre caballero y escudero, y es que, a lo largo de la novela, Sancho se suele referir siempre a don Quijote como «mi maestro» (wu shi 吾師), en vez de utilizar la expresión de «mi amo» (wu zhu 吾主) que aparece constantemente en el original. Por ejemplo, cuando leemos: «[A Sancho] le fue forzoso dar voces a su amo que se aguardase» (DQ, X). Lin Shu lo traduce como «Sancho le dio voces a su maestro (qi shi) para que le aguardase» (HCE) 「山差邦則大呼其師」. Aquí podríamos plantearnos la duda de si este cambio de relación entre ambos viene determinado por el uso de la palabra «master» de la versión de Motteux («He was forced to call to his master to stay for him»), que podría interpretarse en el sentido de «amo» o «señor», o en el de «maestro». No obstante, nos parece que Lin Shu había imaginado ya entre sus dos protagonistas una de las relaciones más apreciadas de la tradición china que, sin duda, dignificaba a ambos.

Y un universo de damas de jade

Mucho se ha hablado sobre el gran número de doncellas hermosas y de carácter que recorren las páginas de Don Quijote, desde las Dulcinea y Maritornes imaginadas, hasta aquellas que despiertan pasiones como Marcela, Luscinda o Zoraida. A la hora de describirlas, Lin Shu, en general, no siente necesidad de trasformar demasiado los atributos de una belleza idealizada por los hombres, interpretando que sus compatriotas pueden apreciar sin problema dichos atributos. De este modo, cuando en la evocación de su amada Dulcinea, don Quijote la describe así:

sus cabellos son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve, y las partes que a la vista humana encubrió la honestidad son tales, según yo pienso y entiendo, que sólo la discreta consideración pueden encarecerlas, y no compararlas. (DQ, XIII)

Lin Shu hace lo propio como sigue:

sus cabellos son largos y ensortijados, del color del oro puro; su frente llana y despejada, sus cejas arqueadas y largas; sus ojos brillantes como las más brillantes estrellas, el rosa de sus mejillas supera al de las propias rosas; labios rojos como corales, perlas blancas sus dientes; su cuello está tallado en jade, así como su pecho; dedos suaves como marfil, y si hablamos de su blancura, ni la escarcha ni la nieve pueden igualarla, no hay arte que pueda describir su belleza, no es algo que mi boca y mi lengua puedan explicar, solo tengo mi corazón para amarla. (HCE)

髮長而蜷。作淡金色。額高而平。眉曲而長。二目耿耿如朗星。頰之粉紅。勝玫瑰也。唇絳如珊瑚。齒自如明珠。頸為玉製。胸亦如之。指潤如象牙。極言其白。霜雪均莫之及。美乃無藝。非吾口舌之所能述。但有中心愛之而已。

En este fragmento, Lin Shu toma de Motteux los cabellos ensortijados («curling locks»), pero alargándolos; elimina la mención a los «campos elíseos», que no sugeriría nada, por una frente «llana y despejada» (gao er ping 高而平) y, probablemente por pudor, borra completamente toda referencia a esas «partes que a la vista humana encubrió la honestidad».(9) La metáfora de los ojos, la comparación del rosa de las mejillas y el coral de los labios, se mantienen sin problema. Pero es curioso observar cómo la tersura y blancura de la piel son metaforizadas tanto en español como en chino con la textura de distintas sustancias minerales: al «alabastro» y al «mármol» que encontramos en nuestra literatura, los sustituye el «jade» en China. Y es porque el jade ha sido considerado allí el paradigma de la pureza, la suavidad, la tersura, la claridad, la transparencia y la delicadeza. De ahí su identificación con la belleza femenina. Uno de los versos más conocidos del gran poeta Du Fu 杜甫 (712-770) describe la piel de su amada esposa con los versos «Bruma perfumada, sus cabellos de nube humedecidos; prístinos, tersos, sus brazos de jade fríos» (Yueye 月夜) 「香雾云鬟湿,清辉玉臂寒。」. De este modo, las damas de Historia del Caballero Encantado son «damas de jade» (yuren 玉人) o «hermosuras de jade» (yu zhi meizhe 玉之美者); Dulcinea y Luscinda muestran sus rostros de jade (yurong 玉容, yuse 玉色); también Zoraida y Dorotea poseen brazos, muñecas y manos de jade (yubi 玉臂, yuwan 玉腕, yushou 玉手), y esta última, además, exhibe una piel de jade reluciente (yuse huiying); por fin, hasta la (in)fiel Camila es calificada, metafóricamente, como puro «jade sin tacha» (buxia zhi yu 不瑕之玉).

Por otra parte, Cervantes compara en varias ocasiones, directa o indirectamente, a las muchachas o su aroma, con un genérico «flores», aunque a veces menciona también a las rosas. Solo en una ocasión, en esta primera parte, hace alusión a otro tipo de flor, los lirios, cuando un Quijote ansioso le pregunta a Sancho Panza por el encuentro con su amada Dulcinea. Sancho menciona el «olorcillo algo hombruno» de la mujer a lo que replica el caballero: «[...] yo sé bien a lo que huele aquella rosa entre espinas, aquel lirio del campo, aquel ámbar desleído» (DQ, XXXI). Parece que Lin Shu duda de que sus lectores puedan reconocer los lirios o el ámbar desleído y trasforma el perfume de «mi dama de jade», diciendo: «Olerías el aroma de rosas o flores de loto, o esa fresca fragancia del amanecer. Ese es el aroma de Dulcinea, que puede compararse en delicia al de las dos flores» (HCE) 「吾之玉人也。爾果聞玫瑰及蓮花。破曉開時之清芬。則打魯西尼亞之薌澤。實並此二花而同美。」. La flor de loto, como paradigma de belleza y pureza es el complemento perfecto aquí para que el lector chino sepa de las cualidades de la dama. Y es Lin Shu el que vuelve a hacer uso de una flor específica, en este caso, para devolvernos la fragancia que Quisada cree apreciar frente a la criada Maritornes, cuando siente su aliento «sin duda alguna olía a ensalada fiambre y trasnochada, a él le pareció que arrojaba de su boca un olor suave y aromático» (DQ, XVI), el traductor chino lo transforma en «su aliento, apestoso e insoportable, lo sintió Quisada como aroma de orquídeas y almizcle» (HCE) 馬累托噓氣。臭穢不可聞。奎則以為蘭麝也。」.

Para terminar, y en relación con la apropiación cultural de estas «damas de jade», vamos a examinar dos ejemplos muy clarificadores. El primero es la dramática escena final de la trama entre Fernando y Dorotea que ha venido desarrollándose intermitentemente a lo largo de varios capítulos. Recordémosla: Dorotea, de condición modesta, pero de gran dignidad, es requerida por Fernando, el segundo hijo del duque Ricardo, un grande de Andalucía. A pesar de la insistencia del joven, y de sus propios sentimientos, ella se niega a entregarse a él. En una añagaza urdida por Fernando haciéndola creer que se han unido en santo matrimonio, él la abandona a las pocas noches de compartir el lecho. Desconsolada y para evitarle la vergüenza a sus padres, huye y se refugia en Sierra Morena. Al cabo de un tiempo, se produce el reencuentro entre ambos y ella se arroja a sus pies y le reprocha su conducta con estas palabras:

quieras o no quieras, yo soy tu esposa: testigos son tus palabras, que no han ni deben ser mentirosas, si ya es que te precias de aquello por que me desprecias; testigo será la firma que hiciste, y testigo el cielo, a quien tú llamaste por testigo de lo que me prometías. (DQ, XXXVI)

Lin Shu devuelve la misma pasión de la joven en su parlamento:

mi señor, de ningún modo puedes abandonarme, fueron tus votos claros como la luz del día, las lágrimas corrían a raudales, al cielo azul sobre nosotros pusiste por testigo ¿Cómo puedes faltar a tu palabra? (HCE)

公子萬不能棄我。前此信誓旦旦。泣涕漣漣。上有蒼天為證。安可自食其言。

Y lo hace reproduciendo casi literalmente los versos de uno de los poemas recogidos en la antología de poesía más antigua y reverenciada de la tradición china, el Shijing (Libro de la Poesía, s. VIII), en el que una muchacha persigue al hombre que la hizo creer en sus buenas intenciones, para reprocharle su traición.

no te vi regresar de la frontera,
derramé lágrimas a raudales [...]
Nos juramos fidelidad con votos claros como el día,
No imaginé tu traición.
     (Libro de la poesía. Weifeng. Hombre vulgar)

不見覆關,
泣涕漣漣。[...]
信誓旦旦,
不思其反 。
     《詩經.衛風.氓》

La semejanza de las historias permite a Lin Shu aprovecharse de las palabras de ambos textos para, de este modo, establecer para Historia del Caballero Encantado un vínculo casi genealógico con la tradición literaria china.

El otro ejemplo tiene que ver, de nuevo, con la caracterización Dulcinea. En la primera referencia a ella, cuando al inicio de la historia el hidalgo piensa que debe tener, como todo buen caballero, una dama a la que ofrecer sus victorias, recuerda a la joven Aldonza:

en un lugar cerca del suyo. Había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo ni le dio cata de ello. (DQ, I)

En la versión china, esta cita es descrita como sigue:

Resulta que un vecino suyo de la parte oeste tenía una hija de la que Quisada andaba enamorado, aunque los sentimientos de la muchacha, en modo alguno, estaban puestos en Quisada. (HCE)

然奎沙達西鄰。本有女頗為奎所愛。而女意殊落落不屬於奎。

Aquí vemos dos transformaciones significativas: en primer lugar, se establece claramente su filiación: es «hija del vecino», perdiendo su cualidad de «labradora»; en segundo, es que, extrañamente, se sitúa a la muchacha en la parte oeste. Este añadido es demasiado concreto como para ser ignorado. Probablemente, esta ubicación tan específica tiene que ver con algunas concepciones tempranas en la tradición china que atribuyen a las mujeres la posición en el oeste, el lugar por el que se pone el sol, frente al este, donde nace la luz que es un espacio asignado a los varones. De hecho, esta posición liminal va a aparecer reflejada en algunas de las obras literarias. Una de las primeras es un largo poema narrativo compuesto por Sima Xiangru (179-117 a. C.) titulado Meiren fu [Fu de la persona hermosa]. En él se describe cómo un joven determinado a cumplir sus deberes es tentado por «la hija de su vecino» que se asoma «atrevida» al oeste, para intentar seducirlo:

Mi vecino del este tenía una hija,
de frondosos cabellos,
cejas arqueadas, blancos dientes,
llena en sus formas, rebosante de sensualidad
resplandeciente, luminosa.
Atrevida, se asomaba al oeste
deseosa de verme junto a ella holgar.
Subía los escalones lanzándome sus miradas,
Tres años pasaron así.
Yo me contuve, no cedí.
     (Sima Xiangru, Meiren fu, cit. en Fei, 1993: 97)

臣之東鄰,有一女子,雲發豐艷,蛾眉皓齒,顏盛色茂,景曜光起。恆翹翹而西顧,欲留臣而共止。

Esa imagen del encuentro amoroso de una muchacha que atisba desde «el oeste», se consolidará con el drama de Wang Shifu (s. XIII), Xixang ji [Historia del ala oeste], en el que se describe un encuentro amoroso —y al margen de las convenciones morales de la época— entre un joven letrado y una hermosa doncella en una estancia en el ala oeste de un templo. En cualquier caso, en esta ocasión es más probable que las transformaciones fueran realizadas de una forma inconsciente por parte del traductor que, trabajando a una velocidad sorprendente, pudiera haber dejado escapar sin querer parte de su propio imaginario cultural en el nuevo texto.

Conclusiones

Hasta aquí estos brevísimos apuntes de lo que fue el trabajo de Lin Shu a la hora de abordar la traducción de Don Quijote y de unos pocos de los recursos retóricos que utilizó el traductor chino buscando la adaptación del texto a la sociedad en la que vivió, y no hay duda que su preferencia por las historias románticas y las de aventuras influyeron en la imagen que fue tejiendo de los protagonistas de Don Quijote de la Mancha. Sería injusto juzgar su trabajo con los parámetros sobre traducción del siglo XXI y en las condiciones en las que la realizó para intentar establecer su validez o su falta de ella. Sin embargo, la lectura del texto puede servirnos para reinterpretar algunos de los aspectos de esta obra maestra de la literatura universal. Y lo que nadie le puede negar es que, como hemos dicho, Historia del Caballero Encantado, sirvió para incorporar al mundo literario chino el personaje de don Quijote. Su éxito quedó claramente certificado por las reediciones de la novela: tras la primera edición de 1922 en dos volúmenes, la obra fue reeditada en 1933, volvió a serlo en 1934, en uno solo, y volvería a ver la luz de nuevo en 1937.(10)

Lin Shu emprendió la traducción de Don Quijote cuando frisaba los setenta años, una edad incluso más avanzada que la del propio Cervantes cuando finalizó su obra magna. Pero en contra de la opinión de algunos críticos, no nos parece que su labor fuera la de alguien envejecido que traducía mecánicamente. Estos personajes adornados con sus nuevos matices nos proporcionan una nueva perspectiva a ratos divertida y siempre sorprendente sobre la genial obra de Cervantes.

A modo de epílogo

Es frecuente argumentar que los traductores se acercan al texto como lectores, y que es su propia lectura la que vierten en sus traducciones. Pero no debemos olvidar que siempre, esas lecturas están condicionadas por el paso del tiempo, que ha transformado los originales con todo tipo de discursos, y más, como en este caso, si se trata de una novela tan leída, releída, traducida y hasta manipulada como Don Quijote. A modo de juego, pensemos en el aspecto de Sancho Panza: un hombre regordete, bajito y de piernas cortas. Y veamos lo que Cervantes dijo de él: «Debía ser que tenía, a lo que mostraba la pintura, la barriga grande, el talle corto y las zancas largas» (DQ, IX). Una revisión de las ilustraciones que acompañaron las ediciones de Don Quijote en sus más de cuatro siglos de existencia nos muestra inicialmente a un Sancho Panza de la misma altura que el hidalgo. Sin embargo, con el tiempo, a partir más o menos de finales del siglo XVII comenzamos a ver cómo sus piernas se van reduciendo hasta dejarlo ya convertido en el Sancho paticorto que Doré acabaría por confirmar.(11) No está claro cuál es la causa de esta manipulación de la imagen del escudero, aunque probablemente estuvo alimentada por la intención de incrementar el contraste entre él y don Quijote, y hacerla así más paródica. Y lo cierto es que acabó por convertirse en la «imagen real» del escudero ya a partir del siglo XVIII.

Tomémoslo como advertencia para cuestionarnos hasta qué punto creemos conocer la obra. Y como decía el teórico Juan Carlos Rodríguez: «En medio del pasillo a oscuras, y tropezando con cualquier esquina, sigo preguntándome si no resultaría apropiado no dar tanto por sabido lo sabido» (Rodríguez, 2003: 72).


NOTAS

(1) El presente artículo nace del proyecto financiado por el Instituto Cervantes de Pekín para verter de nuevo a español desde el chino la primera traducción de Don Quijote a esa lengua. Esta «des-traducción» salió publicada con el título de Historia del Caballero Encantado, en 2021 (vid. bibliografía). Las citas del original de Cervantes están tomadas de las ediciones de Francisco Rico que aparecen en la bibliografía. Dado que una de ellas está en formato digital (lo que puede alterar la paginación), nos remitimos al capítulo en cuestión, sin citar concretamente la página. En las citas, utilizaremos los acrónimos DQ y HCE para referirnos a ambas.

(2) La información sobre la biografía de Lin Shu está elaborada a partir de los estudios de Hill (2013: 1-4) y Tai (2003: 108-113).

(3) El yuefu 樂府 es un género poético que surge en la dinastía Han (202 a. C.-220 d. C.), cuyo nombre deriva de un organismo establecido por la corte y encargado de recopilar y componer poesía. El estilo es sencillo, con una métrica adaptada a determinados modelos musicales, y cuya temática abarca desde asuntos cotidianos hasta críticas a los malos gobernantes.

(4) El concepto de «lengua clásica» o wenyanwen abarcaría toda la literatura escrita, desde los textos más antiguos datados en torno al siglo XI aC hasta las producciones de finales del siglo XIX. Por lo tanto, es completamente inadecuado, puesto que recoge desde los escritos más arcaicos, con estructuras sintácticas muy complejas, hasta otros en lengua hablada de periodos más recientes.

(5) El título de la traducción de Lin Shu y Wang Shouchang es Bali chahua nü yishi 巴黎茶花女遺事 [El legado de la dama de las camelias de París].

(6) El Movimiento de la Nueva Cultura (1915-1921) es un movimiento nacido casi con la recién inaugurada República de China. Sus partidarios criticaban el discurso tradicional al tiempo que promovían una renovación cultural basada en ideales occidentales, considerados más democráticos y científicos; algunos de sus seguidores eran partidarios, entre otras cosas, de abandonar el sistema de escritura china para sustituirla con la introducción del alfabeto romano. Este movimiento suele identificarse con el Movimiento del Cuatro de Mayo, que toma su nombre de unas manifestaciones estudiantiles que tuvieron lugar en Pekín el 4 de mayo de 1919, en contra del Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial, por el que los territorios chinos que habían sido colonizados por la derrotada Alemania, fueron entregados a Japón en lugar de al gobierno chino.

(7) Sobre los argumentos que demuestran el uso de la traducción de Jervas (alias Jarvis), vid. Relinque Eleta, 2021: 30-31.

(8) Al respecto, es paradigmática una película algo posterior, considerada una de las mejores de la cinematografía china, Xiaocheng zhi chun 小城之春 [Primavera en una pequeña ciudad] (Fei Mu, 1948). El argumento habla de un triángulo amoroso que implica a dos amigos, uno de ellos, representante del pasado: es débil, enfermizo, vive encerrado en una casa en ruinas y viste con la tradicional túnica de los letrados. El antagonista, que lucha por el amor de la esposa, que viaja por todo el país y viste al modo occidental es, justamente, un joven médico.

(9) Otras eliminaciones por pudor que Lin Shu realiza en su traducción, tienen que ver con cuestiones escatológicas, como, por ejemplo, cuando en el capítulo XVIII don Quijote vomita sobre Sancho que, a su vez, vomita sobre el caballero. Lin Shu mantiene la primera parte, pero elimina la segunda; o como cuando, tras probar el bálsamo de Fierabrás, Sancho comienza a «desaguarse por entrambas canales» (cap. XVII).

(10) Aprovecho para expresar mi agradecimiento a Yang Xiaoming y Liu Yang de la Commercial Press por la información sobre las diferentes reediciones de Historia del Caballero Encantado.

(11) Las publicaciones de José Manuel Lucía Megías a este respecto proporcionan un valiosísimo material para observar los cambios históricos por los que ha pasado la obra de Cervantes, y son de lectura (y visualización), imprescindibles para la profunda comprensión de Don Quijote.


BIBLIOGRAFÍA

EDICIONES DE DON QUIJOTE

En español

Don Quijote de la Mancha, ed. Francisco Rico, Barcelona, Crítica-Instituto Cervantes, 1998.

Don Quijote de la Mancha, ed. Francisco Rico, Barcelona, Alfaguara-Penguin Random House, 2015, ebook.

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En chino

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Tangjihede 唐吉訶德 [Don Quijote], trad. Yang Jiang, 2 vols., Pekín, Renmin wenxue, 1978, reed. 2018.

Tangjihede 唐吉訶德 [Don Quijote], trad. Dong Yansheng, Wuhan, Changjiang wenyi, 2018.

En inglés

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Life and Exploits of Don Quixote de la Mancha, trad. Charles Jarvis, 4 vols., Exeter, J & B Williams, 1828.

Don Quixote de la Mancha, Londres, Charles Daly, 1842.

Don Quixote, trad. John Ormsby, Nueva York, Grosset & Dunlap, 1900.


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