LA ESCALERA CENTRAL DEL NAUTILUS: RECORRIDO POR LAS VARIANTES TEXTUALES DE VINGT MILLE LIEUES SOUS LES MERS DE JULES VERNE Y SU TRADUCCIÓN
Miguel Á. Navarrete
Centre de recherche Tradital
Université libre de Bruxelles (ULB)
2021
Recibido: 8 septiembre 2021
Aceptado: 28 octubre 2021

Veinte mil leguas de viaje submarino: dos manuscritos disponibles y tres ediciones originales principales

Aunque no resulta fácil determinar cuándo decidió Jules Verne (1828-1905) escribir Vingt mille lieues sous les mers (en adelante, 20M), sí constan dos fechas que nos pueden servir de puntos de referencia. La primera es el 25 de julio de 1865, cuando la escritora George Sand (pseudónimo de Amantine-Aurore-Lucile Dupin-Dudevant, 1804-1876) remite una carta a Verne en la que le agradece el envío de Viaje al centro de la Tierra y De la Tierra a la Luna y le dice:

Espero que pronto nos lleve usted a las profundidades del mar y que haga viajar a sus personajes en esos aparatos de buzos que su ciencia e imaginación pueden permitirse perfeccionar. (Navarrete, 35)

La segunda es una carta del 10 de agosto de 1866, enviada por el autor a su editor en la que le escribe lo siguiente mientras trabaja en la Geografía ilustrada de Francia y de sus colonias:

Estoy preparando también nuestro Viaje bajo las aguas, y mi hermano y yo estamos organizando toda la mecánica necesaria para la expedición. Pienso que utilizaremos la electricidad, pero aún no está del todo decidido. (Navarrete, 37) (1)

No obstante, es muy probable que los dos manuscritos de 20M a los que tenemos acceso actualmente sean de un período algo más tardío, entre 1868 y 1869. En este artículo, salvo que se indique lo contrario, nos referiremos solamente al manuscrito más reciente conservado, que denominamos Ms2 (Imagen 1).(2)

Imagen 1. Comienzo de 20M en Ms2, Biblioteca Nacional de Francia

A partir del 20 de marzo de 1869, el editor de Verne, Pierre-Jules Hetzel (1814-1886), comienza a publicar la novela en su revista Magasin d’éducation et de récréation (MER) a razón de uno o dos capítulos cada quincena. Se trata de una edición ilustrada, que no concluyó hasta el 20 de junio de 1870, en vísperas del comienzo de la guerra franco-prusiana. Denominaremos MER la edición en este formato (Imagen 2).

Imagen 2. Fragmento del capítulo I de la segunda parte de 20M en la edición MER

Hetzel publica 20M en forma de libro por primera vez el 28 de octubre de 1869, pero en esa fecha solo aparece la I parte de la obra. Se trata de una edición en formato pequeño (conocido como in-18º en francés, con un tamaño de página de 17 x 11 cm) y sin ilustraciones. La segunda parte de la novela no se publicaría hasta el 13 de junio de 1870, es decir, una semana antes de que acabara de publicarse MER. Esta edición en dos volúmenes fue corregida más adelante. A los efectos de nuestra investigación hemos consultado las ediciones de 1874 y la edición corregida de 1897 (esta ya con algunas ilustraciones). Denominaremos H69 la edición en este formato, aclarando, en su caso, si se trata de la publicada en 1874 o en 1897 (Imagen 3).

Imagen 3. Página del capítulo XVI de la primera parte de 20M en la edición H69 de 1874

Además, una vez transcurridos el resto del difícil año 1870 y casi todo el año 1871 (el año del movimiento de la Comuna de París, que tuvo lugar entre marzo y mayo), Hetzel publicó el 16 de noviembre de 1871 las dos partes de la novela reunidas en un único y lujoso volumen de gran formato, acompañado de sus 111 ilustraciones a cargo de Alphonse de Neuville (1835-1885) y Édouard Riou (1833-1900), y grabadas por Henri-Théophile Hildibrand (1824-1897), que ya se habían publicado en MER. Denominaremos H71 la edición en este formato (conocido como in-8º en francés, con un tamaño de página de 27 x 17,5 cm) (Imagen 4).

Imagen 4. Fragmento del capítulo XXIII de la primera parte de 20M, con una ilustración correspondiente al capítulo XXII

Por tanto, debe tenerse en cuenta que hubo tres ediciones originales impresas de 20M. Las denomino «principales» porque han servido de base para multitud de reimpresiones en francés y de traducciones a otras lenguas. (Soy consciente de que la edición MER se ha venido denominando pré-originale en francés, es decir, «preoriginal»; pero, a los efectos de su influencia en las traducciones españolas analizadas en este artículo, la considero «original».)

Resulta interesante observar que, al margen de las ilustraciones o de los formatos, cada una de esas tres ediciones contiene un texto que es ligeramente distinto del de las otras dos y que, obviamente, también presenta variantes textuales en relación con el manuscrito más reciente y muchas más respecto al manuscrito más antiguo. Por tanto, esas variantes hacen que cada edición original sea única.

Debe tenerse en cuenta que Verne trabajó a fondo en sus manuscritos y estuvo muy atento a las observaciones anotadas al margen de estos por el editor, en un proceso en el que el papel de Hetzel era muy activo, pues aportaba abundantes comentarios, ideas y sugerencias de modificaciones durante el proceso de escritura y corrección.

Con su editor mantuvo Verne serias discrepancias respecto a la trama y a los personajes de 20M, manifiestas en su correspondencia (Dumas, Gondolo della Riva, Dehs, 1999-2002). El autor solía releer, corregir y revisar sus textos en una fase posterior hasta en varios juegos de galeradas, en un vaivén de correos entre París, sede de la editorial, y Le Crotoy, localidad costera no lejos de Amiens, donde vivía y trabajaba en esa época.

En torno a las fechas de redacción y corrección de 20M, Verne se quejaba en sus cartas de que trabajaba «como un condenado», pues no solo vivía obsesionado con la idea de crear un personaje del fuste del capitán Nemo y un submarino como el Nautilus, sino que además estaba obligado a dedicar mucho tiempo a la redacción de la ya mencionada Geografía de Francia y de sus colonias para Hetzel. Cabe recordar que, poco antes, el novelista había terminado los tres volúmenes de Los hijos del capitán Grant (1865-1867) que constituían la larga primera parte de la trilogía que esa novela compondrá más adelante con 20M y con La isla misteriosa (1874-1875).

Tras este preámbulo necesario para comprender el contexto en que se publicó la obra, es hora de abordar cuestiones relativas a la traducción. Tratándose de 20M podría pensarse que mencionaré la cuestión de la retraducción, pero, como explico en la siguiente sección, no es ese el objetivo de mi artículo.


Sobre la retraducción y las variantes textuales

Efectivamente, el concepto de retraducción parece estar en boga en los estudios traductológicos, pero se trata de un asunto que, a mi juicio, aún necesita cierto tiempo de decantación para pulir la ambigüedad del término y delimitar el espacio que le corresponde frente a otros conceptos que, en función de las condiciones, podrían interpretarse como afines —la revisión, por ejemplo—; tampoco voy a entrar en el debate sobre los criterios que permitirían considerar que una traducción se ha hecho ex novo o es una retraducción.

En este artículo procuraré exponer de la manera más sencilla posible algunos elementos para ir trazando la historia de la traducción al español de ese clásico de la literatura que es 20M, obra de la que, como es sabido, se han publicado numerosísimas versiones en muchas lenguas, en ediciones completas o en otras más o menos abreviadas e incluso adaptadas para lectores de determinadas franjas de edad.

Motiva este artículo mi intención de aportar datos que apuntan, como queda dicho, hacia el probable origen múltiple de diversas versiones españolas de 20M que se extienden a lo largo de un período relativamente amplio: desde 1869, fecha en que Hetzel comenzó a publicar en MER la novela (y, asimismo, presunta fecha de publicación de la ya célebre versión de Vicente Guimerá en la imprenta de Tomás Rey, de Madrid), hasta la más reciente que conozco, de 2019. Es un lapso de 150 años, y pasaré revista a datos procedentes de nueve ediciones publicadas en España.

Imagen 5. Extracto del periódico La Iberia. Diario liberal, de Madrid, en el que se anuncia la publicación por entregas de la traducción de Vicente Guimerá por Tomás Rey, Biblioteca Nacional de España(3)

Ante la imposibilidad de entablar contacto directo con Verne para disipar dudas,(4) solo disponemos de sus ediciones originales principales y de las numerosas reediciones o reimpresiones publicadas posteriormente, aunque ninguna de ellas sea todavía una edición realmente crítica.(5)

Los datos que presento aquí proceden de una investigación que llevo a cabo desde hace cierto tiempo y que sigue inconclusa en el momento de escribir. Por consiguiente, no son definitivos.(6)

Para concluir esta sección, cabe añadir que las referencias a determinadas variantes de 20M también han sido tratadas en las versiones de la obra en inglés de W. J. Miller y F. P. Walter (1993) o de William Butcher (1998 y 2019) o en la versión en alemán de Volker Dehs (2013 [2009]). Dehs (2009) e Ishibashi (2012) también han estudiado algunas variantes de la novela en sendos artículos.


Un ejemplo de variante: una escalera que aparece y desaparece

Nada mejor que un ejemplo de variante para ilustrar adecuadamente la cuestión.

En el tomo XIII de MER se publicó 20M a partir del capítulo XV de su II parte (titulado «¿Accidente o incidente?»). En un momento dado, el narrador, el profesor Pierre Aronnax, describe la situación en el interior del submarino Nautilus, y lo hace así:

Nous quittâmes le salon. Dans la bibliothèque, personne. Je supposai que le capitaine Nemo devait être posté dans la cage du timonnier. [...] (XIII.2.b)

Guimerá, versión con la que lógicamente coinciden las ediciones más antiguas, las de Gaspar y Roig y la de Sáenz de Jubera, traduce:

Abandonamos el salón. En la biblioteca no había nadie. Supuse que el capitán Nemo estaría en la casilla del timonel; [...] (Guimerá, II.192; Gaspar y Roig, II.71.a, y Sáenz de Jubera, II.71.a; las referencias indican la parte de la obra en números romanos, la página en arábigos y la columna con una letra; se ha actualizado la ortografía)

La edición de Gaspar y Roig añade «Traducida al español por D. V. G.» y, en efecto, del texto se desprende que se trata de Don Vicente Guimerá. La editorial Sáenz de Jubera no acredita el nombre del traductor, al menos en la versión consultada.

Círculo de Lectores induce a error en su portadilla ya que parece deducirse que el traductor es en realidad el editor («Traducción de Sáenz de Jubera, revisada») pero no acredita el nombre del auténtico traductor. La versión de las frases citadas es idéntica a la que acabo de reproducir (Círculo, 432).

Por su parte, por orden cronológico de publicación, Miguel Bartual, Manuel Vallvé y Antoni Pascual traducen:

Bartual: Y abandonamos la estancia. En la biblioteca no había nadie. Supuse que el capitán Nemo estaría en la caseta del timonel. [...] (1941: 197.a)

Vallvé: Y abandonamos el salón. En la biblioteca no había nadie. Supuse que el comandante del «Nautilus» estaría en la caseta del timonel. [...] (1954: 192.a)

Pascual: Y abandoné el salón. En la biblioteca no había nadie. Supuse que el comandante del Nautilus estaría en la cabina del timonel. [...] (2016: 454)

Si seguimos cotejando otras versiones de este fragmento, no tardaremos en encontrarnos alguna sorpresa. Por ejemplo, veamos qué hacen Miguel Salabert e Íñigo Jáuregui:

Salabert: Salimos del salón. En la biblioteca, nadie. En la escalera central y en las dependencias de la tripulación, nadie. Supuse que el capitán Nemo había debido apostarse en la cabina del timonel. [...] (1979: 451)

Jáuregui: Salimos del salón. No había nadie en la biblioteca. En la escalera central y en la cabina de la tripulación, tampoco. Supuse que el capitán Nemo debía de estar en la cabina del timonel. [...] (2012: 339)

Nos encontramos ante una variante importante, pues no se trata de una mera palabra modificada ni de una errata (harto frecuentes en las ediciones originales principales de 20M), sino de una frase entera intercalada en las versiones de Salabert y de Jáuregui.

A primera vista, todo haría pensar que en las siete versiones mencionadas en primer lugar se ha producido una omisión, voluntaria o involuntaria, algo que tampoco sería extraño, pues la obra que comentamos también fue objeto de ediciones mutiladas en su propia lengua original (véase, por ejemplo, la edición de Hachette en dos volúmenes de 1928).(7) Desde luego, parece difícil pensar en una invención de los dos últimos traductores mencionados. Sin embargo, la conclusión más razonable es que los traductores se han basado en distintas ediciones originales.

En las siete versiones españolas citadas en primer lugar, los traductores han seguido la edición original principal MER o bien la edición en pequeño formato en dos volúmenes H69 (coinciden en este caso tanto la publicada en 1874 como la corregida en 1897).

Por su parte, las versiones de Salabert y de Jáuregui se basan en el texto publicado en 1871 en la edición en un solo volumen (H71), que es el siguiente:

Nous quittâmes le salon. Dans la bibliothèque, personne. À l’escalier central, au poste de l’équipage, personne. Je supposai que le capitaine Nemo devait être posté dans la cage du timonnier. [...] (H71, 359)

Si se compara este pasaje de H71 con el correspondiente del manuscrito (Ms2, II.77) se puede observar que es idéntico.

Este primer ejemplo sirve para apuntar también algo en relación con las ediciones originales principales de 20M que ya es conocido, es decir, una relativa mayor proximidad a Ms2 del texto de la edición en un solo volumen de 1871. Se da la paradoja de que las ediciones anteriores a esa, como MER y H69, sufrieron más modificaciones respecto al texto de Ms2. Todo esto es algo que explica muy bien Ishibashi (2012 y 2014) y que está vinculado al proceso o sistema de producción editorial de Hetzel.

Lo que, a nuestro entender, es novedoso es señalar que en español no siempre se ha seguido la edición H71, la más vendida en el mercado, al menos en épocas recientes, y que ha servido muy a menudo como texto de base de las ediciones de bolsillo.

Como un solo ejemplo de una obra tan amplia no basta para confirmar esa tendencia, vamos a comentar algunos pasajes más y a aportar otros elementos que subrayan la importancia de tener en cuenta las variantes a la hora de analizar la intrincada terminología científica de 20M o son útiles para subsanar ciertos errores del original u otros problemas, como la cohesión interna de la novela.


El polo o los polos: una variante que revela un problema de cohesión interna

Probablemente, 20M es una de las obras de Verne que más dificultades presenta desde el punto de vista ecdótico. Como hemos dicho, existen abundantes erratas, errores factuales o de cálculo, incoherencias, lapsus, etcétera, lo que podría deberse al desenfrenado ritmo de trabajo de Verne en aquella época, a las circunstancias en que vivía Francia en los años de redacción y publicación de la obra o, quién sabe, a un sistema de composición tipográfica y de corrección precipitadas y en varias oleadas.

En la variante que vamos a comentar a continuación, un pequeño detalle de número gramatical, singular o plural, revela una incoherencia del original que acaba reflejándose en las versiones españolas.

En Ms2 leemos lo siguiente:

Vous verrez cela au pôle, et vous comprendrez pourquoi, par cette loi de la prévoyante nature, la congélation ne peut jamais se produire qu’à la surface des eaux ! (Ms2, I.161)

Las tres ediciones principales presentan los siguientes textos:

Vous verrez aux pôles les conséquences de ce phénomène, et vous comprendrez pourquoi, par cette loi de la prévoyante nature, la congélation ne peut jamais se produire qu’à la surface des eaux. (MER, XI.265.a/b)*

* En este caso, la edición H69 de 1874 (I.204) coincide con esta de MER, mientras que la de 1897 es distinta, como se observa en las siguientes líneas.

Vous verrez au pôle les conséquences de ce phénomène, et vous comprendrez pourquoi, par cette loi de la prévoyante nature, la congélation ne peut jamais se produire qu’à la surface des eaux. (H69 [1897], I.224)

Vous verrez, aux pôles, les conséquences de ce phénomène, et vous comprendrez pourquoi, par cette loi de la prévoyante nature, la congélation ne peut jamais se produire qu’à la surface des eaux. (H71, 135)

Estas variantes demuestran que las tres ediciones originales principales son diferentes, aunque en algún caso (H71 respecto a MER) la diferencia es mínima, tan solo debida a la puntuación. En este caso, la edición H69 más tardía es la más similar al manuscrito, pues mantiene el singular au pôle.

Respecto a la coherencia interna del relato, veamos por qué es importante. En primer lugar, hay que recordar que es el capitán Nemo quien se dirige al profesor Aronnax. Nemo le adelanta a este algo que sucederá más tarde en la novela: una visita, pero ¿será al polo o a los polos?

Nos encontramos en el capítulo XVIII de la primera parte de 20M y, salvo que uno sea muy curioso y consulte con calma el índice de la obra, no es posible saber a dónde llevará su submarino el capitán Nemo; lo mismo le ocurre al profesor. Sin embargo, Aronnax exclama unas líneas más adelante: «Le pôle !», en singular en todas las ediciones. Y así es, en 20M, el Nautilus tan solo visita un polo, el polo Sur.

Ciertamente, cabe imaginar que se puede hablar en general de los dos polos y no pensar en realidad más que en uno de ellos, pero, como decíamos, estos pequeños problemas de cohesión no son infrecuentes en la novela.

Sea como fuere, lo que nos interesa ahora es analizar el comportamiento de los traductores españoles al objeto de ir definiendo esa filiación genealógica de sus versiones. Estos son sus datos, concentrados en el contexto más cercano de la variante para no alargar excesivamente el ejemplo:

Guimerá, Gaspar y Roig, Sáenz de Jubera y Círculo: Veréis en los polos las consecuencias [...] (Respectivamente, 1869: I.16; ca. 1870: I.59.b; ca. 1910: I.59.b; y 2005: 168)

Bartual: Ya observará usted, en el polo, las consecuencias [...] (1941: 76.b)

Vallvé: Ya verá usted en el Polo las consecuencias [...] (1954: 76.a)

Salabert: Verá usted, en los Polos, las consecuencias [...] (1979: 187)

Jáuregui: En los polos podrá apreciar las consecuencias [...] (2012: 142)

Pascual: En los polos podrá usted comprobar las consecuencias [...] (2016: 201)

Se observa que la fidelidad al plural utilizado en MER y en H71 es absoluta en las versiones que siguen habitualmente esas dos ediciones originales principales, es decir todas a excepción de las de Bartual y Vallvé, que suelen seguir el texto de la edición H69 corregida, más reciente.


De las dificultades de la terminología científica, de la toponimia y de la onomástica: algunos ejemplos

Si hay algo que distingue a 20M, como saben todos los lectores que han seguido las aventuras completas del capitán Nemo y sus invitados forzosos a bordo del Nautilus, es el inmenso catálogo de especies marinas que pululan por sus páginas: cetáceos y otros mamíferos marinos recorren el libro en compañía de una plétora de algas, crustáceos, moluscos y peces de todo tipo.

Una terminología de la que Verne tomaba nota tras sus lecturas de los divulgadores científicos franceses de la segunda mitad del siglo XIX, como Louis Figuier (1819-1894); Alfred Moquin-Tandon, conocido como Frédol (1804-1863); Arthur Mangin (1824-1887); Léon Renard (1831-?), Léon Sonrel (1839-1870), Frédéric Zurcher (1816-1890) y Élie Margollé (1816-1884). Pero Verne también consultaba las obras de eminentes ictiólogos y naturalistas a caballo entre los siglos XVIII y XIX, como Bernard-Germain-Étienne de Lacépède (1756-1825) o Georges Cuvier (1769-1832), entre otros.

Además, para documentarse exhaustivamente o para inspirarse utilizaba enciclopedias, revistas de etnografía y de geografía, y obras de viajeros como Grégoire-Louis Domeny de Rienzi (1789-1843), de oceanógrafos como el estadounidense Matthew Fontaine Maury (1806-1873), de historiadores como Jules Michelet (1798-1874) y de escritores como Victor Hugo (1802-1885).

El impacto de sus fuentes es visible en toda la novela. La terminología científica, a menudo simplemente adaptada al francés por algunos naturalistas, a partir de nombres científicos en latín que en muchos casos ya no considera válidos la taxonomía actual, acaba impresa en 20M y supone un auténtico quebradero de cabeza para el traductor, entre otras cosas por los errores que se han deslizado en las ediciones originales principales, que impiden la correcta identificación de muchas especies.

Otras veces, el descuido o la premura a la hora de corregir las galeradas acabaron desfigurando algunos nombres propios o topónimos, aunque no es raro comprobar que más de una vez estaban correctamente escritos en el manuscrito.

Todo esto acaba reflejándose en mayor o menor medida en las versiones de la novela, y no solo en español, sino también en otras lenguas. En este sentido, los traductores pueden aportar un enorme caudal de datos que sería interesante cotejar a fin de preparar una auténtica edición crítica de la obra que subsane esas deficiencias.


Entre albacoras y morenas... o no

Veamos ahora el caso de un término del capítulo XIX de la primera parte, murénophis, que está correctamente transcrito en Ms2 a partir de datos de los ictiólogos, pero acaba desfigurado por una errata que provoca una metátesis en una de las ediciones originales principales.

En Ms2 encontramos el siguiente texto:

[...] des albicores, et des variétés d’un serpent de mer nommé murénophis. (Ms2, I.172-173)

La edición H69 no es idéntica, aunque sí es bastante similar; los términos ictiológicos no sufren modificaciones:

[...] des albicores et quelques variétés d’un serpent de mer nommé murénophis. (H69, I.239)

Sin embargo, en la edición H71 el texto es el siguiente:

[...] des albicores, et des variétés d’un serpent de mer nommé munérophis. (H71, 143)

Gracias a las variantes de H69 y H71 podemos seguir el rastro de la genealogía de las versiones españolas que estamos analizando. Veamos qué soluciones presentan:

Guimerá, Gaspar y Roig y Sáenz de Jubera: [...] albicoros, y una variedad de serpientes de mar llamadas murenofis. (Respectivamente, 1869: I.181; ca. 1870: I.63.b; y 1910: I.63.b)

Círculo: [...] albacoras, y una variedad de serpientes de mar llamadas munerofis. (2005: 179)

Bartual: [...] albicores y algunas variedades de una serpiente de mar llamada morena. (1941, 81.a)

Vallvé: [...] albacores y unas variedades de la serpiente de mar, llamadas morenas. (1954: 80.b)

Salabert: [...] albacoras y una variedad de serpiente de mar llamada munerofis. (1987: 198)

Jáuregui: [...] albacoras y una variedad de serpiente de mar llamada munerophis. (2012: 149)

Pascual: [...] albicoros y variedades de una serpiente de mar llamada munerofis. (2017: 211)

Desde el punto de vista terminológico, es digno de mencionar el hecho de que albicore no esté registrado en los recursos lexicográficos del Centre National de Ressources Textuelles et Lexicales (CNRTL). No obstante, lo más probable es que Verne lo tomara directamente de Lacépède (151-152), quien lo contemplaba como sinónimo de albacore.(8)

«Albicor» (Bartual), «albacor» (Vallvé) o «albicoro» (Guimerá, Gaspar y Roig, Sáenz de Jubera y Pascual) no parecen estar atestiguados en español en las fuentes habituales, aunque sí hemos encontrado al menos un registro de «albicora», que, pese a todo, no viene al caso.(9)

Otra importante cuestión terminológica consiste en la identificación de lo que podría ser murénophis o, tal vez, munérophis. Una vez más tenemos que volver a Lacépède (531 y ss.), que comenta los componentes grecolatinos del término: muræna, «morena», y ophis (ὄφις), «serpiente». Lacépède lo identifica como un género compuesto de diversas especies. En todo caso, queda claro que debe excluirse una posible confusión con la raíz latina de munus (genitivo muneris), por ejemplo. Estamos ante una simple errata que aparece en dos de las tres ediciones originales principales y que va a corroborar una vez más la pista genealógica de las traducciones españolas de 20M.

Independientemente de que exista o no la variedad que cita Verne, cabe decir que la solución «morena» (Bartual y Vallvé) podría ser oportuna, aunque supone cierto empobrecimiento del término especializado que este utiliza a conciencia, como sucede con tantos otros en 20M.

Verne se propone usar un recurso habitual en él, una especie de salto estilístico en su frase —que comienza con palabras del léxico común, como «caballas [y] bonitos»— al introducir dos términos que sorprenderán al lector y provocarán su curiosidad: «albacoras y [...] murenofis».

Otra observación interesante la constituye la modificación del término que realiza Círculo al revisar la edición de Sáenz de Jubera. Recordemos que, en gran medida, la edición de Sáenz de Jubera se basa en la de Guimerá a través de la de Gaspar y Roig,(10) pero Círculo transforma el término «murenofis» de Sáenz de Jubera en «munerofis» (de munérophis), versión que vemos en las versiones españolas que suelen seguir H71, es decir, Salabert, Jáuregui y Pascual. Nos encontramos, pues, con la paradoja de que en este caso la versión española más antigua, la de Guimerá, acierta, ya que sigue la variante correcta de MER.

En cuanto a las variantes que constituyen el par des/quelques, no tienen excesiva trascendencia. No es fácil de comprender por qué en determinadas versiones se ha optado por traducir «una variedad» (todas, salvo Bartual, Vallvé y Pascual), ya que el término murénophis designa lo que Verne denomina «serpientes de mar» y abarca bastantes especies según Lacépède, su fuente probable.

No obstante, este pequeño detalle sirve para confirmar que Bartual y Vallvé, que utilizan el par «unas/algunas», se ciñen al plural quelques de H69.


Toponimia y onomástica: algunos ejemplos

En general, la toponimia y la onomástica distintas de la francesa presentan en 20M ciertas carencias formales y constituye un buen vivero de variantes. No voy a detenerme a tratarlas exhaustivamente, pero sí puedo aportar algunos ejemplos como prueba de ello.

• En el capítulo XI de la I parte de 20M, el apellido del pintor holandés Gabriel Metsu (1629-1667) aparece como Metzu (Ms2, I.93), Metsu (MER, XI.164.b; H69 [1874], I.119; H71, 77) y Mestu (H69 [1897], I.131). En las ediciones españolas, se observa que Bartual (1941: 47.a) y Vallvé (1954: 47.b), que suelen seguir la edición H69 corregida, reproducen la misma forma que esa edición original: Mestu. Las demás, Metsu.

• En ese mismo capítulo, la ciudad india que se conocía en la época de la novela como Tranquebar (actualmente, Tharangambadi, en el estado de Tamil Nadu), aparece escrita correctamente en Ms2 (I.97), en H71 (80) y en H69 [(1897) I.136] pero también figura como Tanquebar en MER (166.b) y en H69 [(1874) I.123]. Aparte de que esta serie de datos demuestra que los posibles errores no siempre los cometió Verne en su manuscrito, se observa una vez más que las ediciones que seguían el texto MER (Guimerá, 1869: I.100, Gaspar y Roig, ca. 1870: I.37.b y Sáenz de Jubera, ca. 1910: I.37.b) reproducen Tanquebar, mientras que todas las demás optan por Tranquebar (incluida la revisada de Círculo (2005: 103)).

• En el capítulo XXII de la primera parte, encontramos la variante Adélie/Amélie para designar un territorio de la Antártida (la terre Adélie). Mientras que MER (218) y H69 (I.298) presentan Amélie, en Ms2 (I.218) y H71 (180) el topónimo es el correcto Adélie. En español se solía hablar de «tierra Adelia» o de «tierra de Adelia». En el caso de las traducciones españolas que vengo citando encontramos «tierra Amelia» en la que sigue habitualmente MER, es decir, Guimerá (1869: I.222), que se repite en Gaspar y Roig (ca. 1870: I.76.a), y en Sáenz de Jubera (ca. 1910: I.76.a), pero no en Círculo (2005: 220), que revisa esta última. Además, Bartual (1941: 100.a) y Vallvé (1954: 98.b) también escriben «tierra Amelia», lo que confirma su tendencia a seguir H69, coincidente con MER en este caso.

• En toda la novela, el apellido del físico alemán Heinrich Daniel Rühmkorff (1803-1877, conocido en Francia como Ruhmkorff), aparece a veces escrito como Rhumcorff (Ms2, II.12), Ruhmcorff (MER, XII.67.b; H71, 223) y Ruhmkorff (H69, II.37; H71, passim). Guimerá (1869: II.27) y Gaspar y Roig (ca. 1870: II.15.a), que siguen la edición MER escriben Ruhmcorff cuando aparece esa variante en el original. En el pasaje que citamos, Sáenz de Jubera (ca. 1910: II.15.a) escribe Ruchmcorff.(11) Círculo (2005: 273), que revisa la traducción, corrige la variante como Ruhmkorff.

• En dos casos que afectan directamente al español, los traductores no han cometido errores, como era de esperar:

— el topónimo de la presunta isla «Rocca de la Plata» (capítulo XV de la primera parte; MER, XI.228.a; H69 [1874], I.171; H71, 114) como, según Verne, se denominaba también la isla de Crespo (aunque, en realidad, se tratara de la isla Rica de Plata, pero ese es otro tipo de problema distinto), está correctamente escrito en las ediciones españolas analizadas (nótese que Guimerá escribe «Roca de la plata», con la inicial del segundo término en minúscula y todo el topónimo en cursiva, lo que pasa a las ediciones de Gaspar y Roig, y de Sáenz de Jubera; Círculo mantiene esa minúscula inicial, aunque no la cursiva) (Navarrete: 627-637);

— el segundo caso digno de mencionar es el curioso «Cuenta» en lugar de Ceuta (capítulo VII de la segunda parte, con la expresión entre Gibraltar et Cuenta) que aparece mal escrito en MER (XII.134.b) y en H69 (II.109), pero correctamente en H71 (271), como ya ocurría en Ms2 (II.35). Como era de esperar, ningún traductor se ha equivocado.

No querría concluir esta sección sin dedicar unas líneas a un caso especial, el del nombre del navegante español del siglo XVI Íñigo Ortiz de Retes (citado en el capítulo XX de la primera parte de 20M). Aunque no se trata de una auténtica variante, pues las tres ediciones originales principales presentan «Juigo Ortez», forma que ya se puede observar en los dos manuscritos conservados, sí resulta llamativo el tratamiento que recibe en las traducciones españolas.

Es preciso aclarar que Verne parece tomar sus datos de una de sus fuentes habituales, la Oceanía de Grégoire-Louis Domeny de Rienzi, quien escribe:

En 1545, Juigo Ortez de Hatez paraît aussi avoir reconnu la plus grande partie de la côte septentrionale de la terre des Papouas, en relâchant sur divers points et signalant plusieurs îles nouvelles. Ce fut dans cette expédition que les Espagnols donnèrent à cette grande terre le nom de Nouvelle-Guinée, par suite de la ressemblance qui existait entre les indigènes du pays et ceux de la Guinée (Afrique). (1836: III.315a) (12)

Guimerá escribe «Íñigo Ortíz» (1869: I.192), grafía con la que coinciden Gaspar y Roig (ca. 1870: I.67.a) y Sáenz de Jubera (ca. 1910: I.67.a), aunque, en este último caso, sin tildes.

Bartual presenta «Iñigo Ortez» (1941: 86.b), mientras que Vallvé escribe, de forma un tanto arcaizante, pero bien documentada, «Yñigo Ortez» (1954: 85.a).

Como se puede observar, las traducciones españolas más antiguas entienden que la cacografía *Juigo es un simple desliz, algo que la sociedad literaria que tradujo el libro de Domeny de Rienzi no detectó, pese a que el pasaje en cuestión se refiere claramente a navegantes españoles. El apellido Ortiz/Ortez vacila en algunas fuentes, pero la forma más atestiguada es Íñigo Ortiz, a menudo junto con el segundo apellido, de Retes.(13)

En cuanto a las demás traducciones españolas, se observa que Círculo corrige, incorrectamente esta vez, la edición de Sáenz de Jubera y se ciñe acríticamente al texto original o, quizá, a otras traducciones españolas del s. XX, pues reproduce Juigo Ortez (2005: 190), la misma forma que emplean Salabert (1979: 209), Jáuregui (2012: 157), y Pascual (2016: 223).(14)

Tras esta pequeña selección de casos de toponimia y onomástica veamos otra variante, ilustrativa de cierto tipo de problema: qué hacer ante una expresión difícilmente comprensible.


El tronco del drago

En el capítulo X de la segunda parte de 20M, «Las hulleras submarinas», encontramos un pasaje que presenta una curiosa variante que hace dudar sobre el sentido de la frase en dos ediciones originales principales. El narrador es el profesor Pierre Aronnax, tras una intervención del arponero Ned Land, que le indica a aquel la existencia de una colmena:

Il y avait là, à l’orifice d’un trou creusé dans le tronc d’un dragonnier, quelques centaines quelques milliers de ces ingénieux insectes, si communs dans toutes les Canaries, [...] (Ms2, II.49)

Il y avait là, à l’orifice d’un trou creusé dans le trou d’un dragonnier, quelques milliers de ces ingénieux insectes, si communs dans toutes les Canaries, [...] (MER, XII.231.a y H71, 308)

Il y avait là, à l’orifice d’un trou creusé dans le tronc d’un dragonnier, quelques milliers de ces ingénieux insectes, si communs dans toutes les Canaries, […] (H69, II.163)

Como se puede observar a continuación, el error de omitir tronc y repetir la palabra trou en la edición MER provoca ciertas vacilaciones de interpretación en las traducciones españolas que siguen esas ediciones originales principales:

Hallé allí, en el orificio de un agujero abierto cerca de un dragonero,(15) algunos millares de esos ingeniosos insectos, tan comunes en todas las Canarias [...]. (Guimerá, 1869: II.127-128; Gaspar y Roig, ca. 1870: II.50.a; Círculo, 2005: 370)

Hallé allí, en el orificio de un agujero abierto, cerca de un dragonero, algunos millares de esos ingeniosos insectos, tan comunes en todas las Canarias [...]. (Sáenz de Jubera, ca. 1910: II.50.a; obsérvese la coma tras «abierto» que diferencia este fragmento del anterior, aunque son idénticos por lo demás.)

En el hueco de un agujero practicado en el tronco de un dragonero, pululaban algunos millares de esos ingeniosos insectos, tan comunes en todas las Canarias, [...]. (Bartual, 1941: 170.a)

Había, en el orificio de un hueco hecho en el tronco de un dragonero, algunos miles de estos ingeniosos insectos, tan comunes en todas las Canarias, [...]. (Vallvé, 1954: 164.b)

En el orificio de un agujero excavado en el tronco de un drago, había millares de esos ingeniosos insectos, tan comunes en todas las Canarias, [...]. (Salabert, 1979: 389-390)

Había allí, en el orificio de un agujero abierto en el tronco de un drago, varios millares de estos ingeniosos insectos, tan comunes en todas las Canarias [...]. (Jáuregui, 2012: 295)

Allí, en el hueco excavado en el tronco de un dragonero, se afanaban miles de esos ingeniosos insectos, tan comunes en las islas Canarias, [...]. (Pascual, 2016: 397)

Este caso es interesante, entre otras cosas, porque las traducciones españolas cuya tendencia general es seguir la edición original principal H71 (es decir, las más recientes: Salabert, Jáuregui, Pascual) se apartan de ella en esta ocasión.

Bartual y Vallvé siguen H69, confirmando así su tendencia general, mientras que la traducción de Guimerá, en sus diversos avatares, se guía por el texto de MER.


La ley del Nautilus: variante clave

Antes de concluir este artículo, voy a analizar a continuación una de las joyas de las variantes de 20M, que nos vuelve a poner en la pista de la filiación de las traducciones españolas analizadas: la conocida como «la ley del Nautilus», perteneciente al capítulo XXIV de la primera parte.

La gran diferencia entre las ediciones originales principales consiste en la adición de texto en relación con el del manuscrito; eso es algo que se produce en una fase ulterior de revisión o corrección por parte del autor. Asimismo, en las ediciones originales principales MER y H69 este pasaje es más largo que en la edición H71, como se puede comprobar en los ejemplos siguientes:

[...] et je me retournai vers le capitaine Nemo.
“Eh bien, monsieur ?” me demanda-t-il.
(Ms2, I.237)

[...] et je me retournai vers le capitaine Nemo.
“D’où vient cette blessure ? lui demandai-je.
—Qu’importe ! répondit évasivement le capitaine. Un choc du
Nautilus a brisé un des leviers de la machine, qui a frappé cet homme. Le second était à ses côtés. Il s’est jeté au-devant du choc... Un frère se faisant tuer pour son frère, un ami pour son ami, quoi de plus simple ! C’est la loi de tous à bord du Nautilus! Mais votre avis sur son état ?” (MER, XII.9.b y H69, I.323) (16)

[...] et je me retournai vers le capitaine Nemo.
“D’où vient cette blessure ? lui demandai-je.
—Qu’importe ! répondit évasivement le capitaine. Un choc du
Nautilus a brisé un des leviers de la machine, qui a frappé cet homme. Mais votre avis sur son état ?” (H71, 195)

Esta es una de las variantes más interesantes, pues aporta pruebas sobre la filiación de las traducciones españolas analizadas y podría servir para confirmar que Guimerá (y, por consiguiente, Gaspar y Roig, Sáenz de Jubera y, en muy buena medida, Círculo) siguen la edición MER, mientras que las traducciones más recientes siguen H71.

Las traducciones españolas analizadas son como sigue (mantenemos en este caso la ortografía de la época):

• —De dónde procede la herida?
— Qué importa? respondió evasivamente el capitan. Un choque del Nautilus ha roto una de las palancas de la máquina, y ésta ha herido á un hombre que se adelantó para parar el golpe que iba á recibir el segundo...... ¡Un hermano dejándose matar por un hermano, un amigo por un amigo! Qué cosa más natural? Esta es la ley de todos á bordo del Nautilus. Pero cuál es vuestro parecer? (Guimerá, 1869: I.239)

• —¿De dónde procede la herida?
—¿Qué importa? respondió evasivamente el capitan. Un choque del Nautilus ha roto una de las palancas de la máquina, y ésta ha herido á un hombre que se adelantó para parar el golpe que iba á recibir el segundo...... ¡Un hermano dejándose matar por un hermano, un amigo por un amigo! ¿Qué cosa más natural? Esta es la ley de todos á bordo del Nautilus. ¿Pero cuál es vuestro parecer? (Gaspar y Roig, ca. 1870: I.81.b /.a)

Obsérvese que las diferencias respecto a Guimerá son exclusivamente unos signos de admiración y de interrogación.

• —¿De dónde procede la herida?
—¿Qué importa? respondió evasivamente el capitan. Un choque del Nautilus ha roto una de las palancas de la máquina, y ésta ha herido á un hombre que se adelantó para parar el golpe que iba á recibir el segundo...... ¡Un hermano dejándose matar por un hermano, un amigo por un amigo! ¿Qué cosa más natural? Esta es la ley de todos á bordo del Nautilus.
—¿Pero cuál es vuestro parecer? (Sáenz de Jubera, ca. 1910: I.81.b/.a)

Obsérvese que la diferencia respecto a Guimerá y a Gaspar y Roig, además de los signos de admiración y de interrogación ya mencionados, es el error que introduce esta edición al volver a marcar con una raya, como parte del diálogo e innecesariamente, las últimas palabras del capitán Nemo.

• —¿Cómo se ha producido la herida?
—¿Qué importa? —respondió evasivamente el capitán—. Un choque del Nautilus ha roto una de las palancas de la máquina, y ésta ha herido a un hombre que se adelantó para parar el golpe que iba a recibir el segundo... ¡Un hermano dejándose matar por un hermano, un amigo por un amigo! ¿Qué cosa más natural? Esta es la ley de todos a bordo del Nautilus. ¿Cuál es vuestro parecer? (Círculo, 2005: 237)

• —¿Cómo se ha producido esta herida? —le pregunté.
—¡Qué importa eso! —contestó evasivamente el capitán—. Un choque del Nautilus ha roto una de las palancas de la máquina, alcanzando a este infeliz. El segundo estaba junto a él y se interpuso para evitar el golpe… Un hermano que sacrifica su vida por su hermano, un amigo por su amigo... ¿qué cosa más natural? ¡Es la ley común a bordo del Nautilus!... Pero, ¿cuál es la opinión de usted, respecto a su estado? (Bartual, 1941: 108.a)

• —¿Cómo se ha producido esa herida? —indagué. —¿Qué importancia tiene eso? —dijo evasivamente el capitán—. Un choque del “Nautilus” ha roto una de las palancas de mando, alcanzando a este pobre hombre. El segundo se encontraba junto a él y se interpuso para evitar el golpe... Un hermano que sacrifica su vida por su hermano, un amigo por su amigo... ¿Qué cosa más corriente? ¡Es la ley general a bordo del “Nautilus”...! Pero, ¿cuál es su opinión acerca del estado de este infeliz? (Vallvé, 1954: 107.a)

• —¿Cómo se ha producido esta herida?
—¿Qué puede importar eso? —respondió evasivamente el capitán—. Un choque del Nautilus ha roto una de las palancas de la maquinaria y herido a este hombre. Pero, dígame, ¿cómo está? (Salabert, 1979: 256)

• —¿Cómo se ha hecho esta herida?
—¡Qué importa! —respondió evasivamente el capitán—. Un choque del Nautilus ha roto una de las palancas de la máquina, que ha golpeado a este hombre. Pero, dígame, ¿cómo está? (Jáuregui, 2012: 193)

• —¿Cómo se ha producido esta herida? —le pregunté.
—¿Qué importa? —respondió evasivamente el capitán—. Un choque del Nautilus ha partido una de las palancas de la máquina, y ha ido a golpear a este hombre. Pero ¿qué opina usted de su estado? (Pascual, 2016: 267/268)

La variante en cuestión no presenta un solo término o varios, sino que las modificaciones afectan a frases enteras. Resulta obvio que las versiones españolas más recientes no han podido traducir a partir de MER ni de H69, sino que lo han hecho a partir de H71.

Por otra parte, el paralelismo de los textos de MER y H69 se reproduce en las traducciones españolas del siglo XIX (incluida la de Círculo, por las razones ya expuestas) y en las del siglo XX de Bartual y Vallvé.

No entraremos a comentar ahora las diferencias estilísticas que supone la fusión de las frases consecutivas pronunciadas por el capitán Nemo, que tal vez podrían constituir una pérdida del staccato que insinúan las frases breves y rápidas de Verne.

Se trata, en definitiva, de una variante esencial para entender el carácter que Verne atribuye al capitán Nemo y a su tripulación. Esas frases fueron añadidas en la fase de corrección de las galeradas, pero nunca llegaron a la edición H71, con lo que se privó a los lectores de parte de un diálogo muy significativo y de gran intensidad en la novela.


Conclusiones

He procurado presentar sucintamente en este artículo una cuestión compleja: en qué medida las variantes textuales de las tres ediciones originales principales de 20M dejan su impronta en las traducciones españolas analizadas, publicadas en diversas épocas.

Los especialistas vernianos a los que he citado, y cuyas obras figuran en la bibliografía, ya habían abordado la cuestión de la existencia de variantes en las ediciones originales de la novela, así como el grado de semejanza entre el manuscrito y dichas ediciones.

En este artículo se plantea el posible origen diverso de las traducciones españolas analizadas. Se trata de grandes tendencias de esos textos, que no parecen encajar siempre a la perfección, pero que apuntan con claridad a esos orígenes, con lo que se podría comenzar a elaborar un proyecto de árbol genealógico:

• la traducción de Vicente Guimerá, que reprodujeron con mayor o menor fidelidad al texto inicial las editoriales Gaspar y Roig, y Sáenz de Jubera (edición esta revisada a su vez por Círculo de Lectores), sigue en general el texto MER, lo que sería compatible con su publicación entre 1869 y 1870, casi al mismo tiempo que la obra original;

• las traducciones de Miguel Bartual y Manuel Vallvé, ya del siglo XX, siguen en gran medida la edición H69, que, como hemos apuntado, fue corregida una vez más en alguna tirada de Hetzel entre 1874 y 1897, y en vida de Jules Verne; la edición de 1897 presenta modificaciones respecto a la de 1874 esencialmente en la primera parte de la novela, y pocas en la segunda parte;

• la tendencia de las traducciones más recientes, las de Miguel Salabert, Íñigo Jáuregui y Antoni Pascual, es a seguir el texto de la edición que habitualmente se había considerado canónica, la que hemos denominado H71;

• hemos de recordar, tal como sostienen los especialistas vernianos, la existencia de un manuscrito (Ms1) que fue profundamente revisado (Ms2) y pasó por diversas fases de nuevas modificaciones, supresiones y añadidos en galeradas, y con el cual probablemente se preparó en primer lugar la edición original que, a la postre, sería la más tardía en salir al mercado, la de 1871 en un solo y lujoso volumen; las ediciones MER y H69 se prepararon probablemente en otro momento, aunque se publicaran antes que H71, y fueron objeto de correcciones distintas en algunos casos; esto explica que el texto de H71 sea muchas veces más similar al del manuscrito más reciente; pese a todo, las tres ediciones originales principales siguen presentando errores y erratas.

Queda trabajo por hacer, pero esta vía de investigación puede aportar datos importantes para profundizar en la historia de la traducción en España.

Por último, querría romper una lanza por aquel traductor pionero, Vicente Guimerá (o Don Vicente Guimerá), a quien se le han hecho bastantes reproches sobre la calidad de su trabajo, algo que habría que analizar con detalle en otro momento. Guimerá no solo tradujo esta obra de Verne sino algunas más;(17) además, se las tuvo que ver con un texto original donde, entre otras cosas, se usaba una terminología muy compleja y que, como hemos visto, dejaba que desear en materia formal.

Su talante —o tal vez fuera el de su impresor y editor— lo llevó a añadir jugosas notas a pie de página en las que comentaba tal o cual pasaje, ajeno a teorías sobre la visibilidad o la invisibilidad del traductor, y establecía un curioso diálogo, entre admonitorio y pedagógico, con el lector.

Seguirá probablemente pendiente la datación exacta de las fases de publicación de su traducción, pero parece indudable que a él le debemos la primera traducción de la espléndida novela de Verne a cualquier lengua.

Y aún más, mientras no se demuestre lo contrario, también le debemos el hallazgo de ese título ejemplar que se aparta de la literalidad del original Vingt mille lieues sous les mers para proponer el eufónico y evocador Veinte mil leguas de viaje submarino, que, más de 150 años después, nos invita a largar amarras y a surcar una y otra vez sus páginas.


NOTAS

(1) El título de la obra fue modificado varias veces a lo largo de la redacción de la novela. En el momento en que Verne escribe la citada carta, el original francés era Voyage sous les Eaux.

(2) Aclaro que las variantes textuales de las que trato en este artículo son las que muestran las diferencias entre las ediciones originales principales impresas; cuando cito el texto del manuscrito lo hago como mera referencia.

(3) «En el Manual de Palau se alude a esta edición con el número 360719. Publicación por entregas iniciada en 1869 en la colección Biblioteca Especial e Instructiva de los señores Rey y Compañía por Establecimiento Tipográfico Rey y Cía siendo culminada en 1870 por Establecimiento Tipográfico de Luis Jaime. Existe una segunda edición de 1870 publicada por Establecimiento Tipográfico de Luis Jaime» (Román Huerta, 39). Nótese que en el ejemplar que la BNE atribuye al Establecimiento Tipográfico de Tomás Rey y Cía. abunda el nombre Luis Jayme manuscrito en los márgenes del libro, en el que están reunidas las dos partes de 20M, si bien cada una de ellas mantiene su paginación diferenciada. El ejemplar del periódico La Iberia (primera edición del miércoles 8 de septiembre de 1869, año XVII, nº. 3965, p. 4) está disponible en el sitio de la Biblioteca Nacional de España, http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0001302099 [consultado: 6 septiembre 2021].

(4) Mis años de traductor en instituciones internacionales me han demostrado con creces que las numerosas versiones sucesivas de los documentos que se traducen en ellas suelen ser fuente de interpretaciones dudosas que no se deben dejar sin resolver; además, los autores de dichos documentos agradecen que se les consulten ese tipo de problemas y se les señalen presuntas incoherencias, lapsus o confusiones terminológicas. Todo ello contribuye a mejorar la calidad del original y, a su vez, repercute positivamente en la calidad del texto traducido.

(5) En el momento en que concluyo este artículo, me llegan noticias de una posible edición crítica de 20M en Francia, cuyos datos concretos desconozco.

(6) Analyse de l’influence des difficultés d’ordre ecdotique et des variantes textuelles pour la traduction de 20M en espagnol. En estos momentos, tengo consignadas en torno a 650 variantes, y los datos resultantes de dicha investigación están archivados desde hace tiempo en el servidor DI-fusion de la Université Libre de Bruxelles aunque aún no están accesibles.

(7) En su Nouvelle collection illustrée des œuvres de Jules Verne. La editorial Hachette adquirió la editorial Hetzel en 1914.

(8)El Centre National de Ressources Textuelles et Lexicales puede consultarse aquí: https://www.cnrtl.fr/definition/. Albacore es una voz de origen probablemente español, «albacora», procedente, a su vez, del árabe según el DLE). La albacora (Thunnus alalunga) es la especie que se conoce también como «atún blanco» o «bonito del norte»; en francés se utilizan habitualmente los términos thon blanc o (thon) germon. Sin entrar en demasiados detalles, cabe la posibilidad de que Lacépède se refiera tanto a esta especie como al rabil, también conocido como «atún de aleta amarilla» (Thunnus albacares).

(9) «García de Silva y Figueroa, Viaje, I, p. 14 “se comenzaron a pescar [...] muchas albicoras y dorados”», citado por Juan Gil (2020: 434-435).

(10) Ya sea debido a modificaciones de ciertos signos de puntuación o a enmiendas de otro tipo (erratas incluidas), las tres versiones de Guimerá que venimos citando no son idénticas. Por poner un solo ejemplo, derivado indudablemente de una mala lectura de los cajistas, la expresión «¡Haber arrostrado los bancos de hielo del polo Sur, los corales de la Oceanía, los caníbales del Pacífico, [...]!» (Guimerá, 1860: I.222; Gaspar y Roig, ca. 1870: I.76.a) se convierte en Sáenz de Jubera (ca. 1910: I.76.a) en: «¡Haber arrostrado los bancos de hielo del polo Sur, los caracoles de la Oceanía, los Caníbales del Pacífico, [...]!». Y, unas líneas más adelante, la expresión «los embates de los huracanes» (ibid.) se convierte en Sáenz de Jubera en «los combates de los huracanes» (ibid.). No cabe duda de que una comparación sistemática de las tres versiones nos depararía más sorpresas. Círculo (2005: 220) utiliza «escollos» en vez de «corales/caracoles» y recupera «embates».

(11) Mientras que en la primera parte (passim) aparece Ruhmkorff.

(12) En la traducción española de la Oceanía Domeny de Rienzi (1846), el pasaje citado es el siguiente (conservamos la ortografía del texto impreso): «En 1545, Juigo Ortez de Hatez parece que reconoció también la mayor parte de la costa septentrional de la tierra de los Papúes, recalando en diversos puntos y señalando algunas islas nuevas. En esta espedición dieron los Españoles á esta grande tierra el nombre de Nueva-Guinea, con motivo de la semejanza que existía entre los indíjenas del país y los de Guinea (Africa)».

(13) Véase, por ejemplo, el documento de 14 de octubre de 1538 del Archivo General de Indias (AGI, CONTRATACION,5536,L.5,F.342R(7): http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/6016056), descrito así: «Íñigo Ortiz de Retes, hijo de Íñigo Ortiz de Retes y de María de Retes, vecino de Retes, que es en Ayala, en la Armada de don Pedro de Alvarado». La Real Academia de la Historia ofrece una biografía del marino alavés, fallecido en torno a 1548, pero cuya fecha de nacimiento se desconoce: https://dbe.rah.es/biografias/7441/inigo-ortiz-de-retes.

(14) En mi versión de 20M publicada en 2019 consta «Íñigo Ortiz», acompañado de la siguiente nota: «Íñigo Ortiz de Retes (Verne escribe en el manuscrito “Juigo Ortiz”, que se ha perpetuado en numerosas ediciones y traducciones de la obra con esa célebre concatenación de erratas): navegante español del siglo XVI. Parece ser que Ortiz había emprendido una expedición al Pacífico cuando en una tempestad su nave, la San Juan, fue lanzada a la costa de una gran isla, a la que llamó Nueva Guinea debido al color de la piel de los indígenas, que le recordaba a los de la Guinea africana» (Navarrete: 685, n. 5).

(15) El corpus del Diccionario histórico de la lengua española de la Real Academia Española recoge dos registros de la palabra «dragonero» como especie botánica, en uno de ellos asociada al término más común «drago» (Dracaena draco).

(16) En la edición MER, «au devant» aparece sin guión.

(17) Comparando datos del catálogo de la BNE y de la Colección Verne de la Biblioteca Virtual de la Diputación de Zaragoza, llego a la conclusión de que Guimerá tradujo también, al menos, los siguientes libros de Verne: Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África austral (Gaspar y Roig, 1872), El país de las pieles (Zaragozano y Jayme, 1873), La vuelta al mundo en 80 días (Zaragozano y Jayme, 1873), Una invernada entre los hielos (Gaspar eds., 1875), El Doctor Ox (Gaspar eds., 1875) y Maese Zacarías, publicado junto con Un drama en los aires (Gaspar eds., 1875).


BIBLIOGRAFÍA

Obras de Jules Verne mencionadas, originales y traducidas

En el sitio Gallica de la Biblioteca Nacional de Francia se pueden consultar distintas ediciones de las obras de Verne, tanto de las publicadas por Hetzel como de las que aparecieron en algunos periódicos o revistas.

La Biblioteca Virtual de la Diputación de Zaragoza dispone de una Colección Verne, que define como una «colección digital de las traducciones españolas de la obra ilustrada de Jules Verne en el siglo XIX [que] se puede consultar en [la] Biblioteca Virtual fruto de la colaboración del grupo T3AxEL de la Universidad de Zaragoza y la Biblioteca de la Diputación Provincial de Zaragoza». Es accesible en http://www.bivizar.es/i18n/contenido/coleccion-verne.do [consultado: 7 septiembre 2021].

Manuscritos

VERNE, Jules, Vingt mille lieues sous les mers, París, Biblioteca Nacional de Francia, s. d. [1868-1869?], disponible en el sitio Gallica de la Biblioteca Nacional de Francia: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b53067298j [consultado: 6 septiembre 2021]. Se menciona en el texto como Ms1.

Vingt mille lieues sous les mers (Ms2), París, Biblioteca Nacional de Francia, s.d. [1868-1869?], disponible en el sitio de Gallica de la Biblioteca Nacional de Francia: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b530672973 [consultado: 6 septiembre 2021]. Se menciona en el texto como Ms2.

Ediciones originales principales

VERNE, Jules, Vingt mille lieues sous les mers, en Magasin d’éducation et de récréation, por entregas en t. XI, XII y XIII, París, Hetzel, 1869-1870. Se menciona en el texto como MER.

Vingt mille lieues sous les mers, 2 vols., París, Hetzel, 1869-1870 (reimpr. 1874 y ed. corr. 1897). Se menciona en el texto como H69.

Vingt mille lieues sous les mers, ed. ilustrada, París, Hetzel, 1871. Se menciona en el texto como H71.

Traducciones al español citadas por orden cronológico de publicación

VERNE, Jules [Julio], Veinte mil leguas de viaje submarino, trad. y not. de Don Vicente Guimerá, Madrid, Establecimiento tipográfico de Tomás Rey y cía., 1869-1870(?), disponible en la Biblioteca Digital Hispánica de la Biblioteca Nacional de España: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000220511&page=1 [consultado: 7 septiembre 2021]. Se menciona en el texto como Guimerá.

Veinte mil leguas de viaje submarino, trad. y not. de D.[on] V.[icente] G.[uimerá], Madrid, Imprenta de Gaspar y Roig, Editores, 1870 (fecha aproximada atribuida por la Biblioteca Nacional de Catalunya (BNC), aunque es probable que fuese algo posterior, de 1872-1874). Consultado en la BNC: https://mdc.csuc.cat/digital/collection/llibimps19/id/53146 [consultado: 7 septiembre 2021]. Se menciona en el texto como Gaspar y Roig.

Veinte mil leguas de viaje submarino, trad. y not. (no atribuidas por la editorial) Vicente Guimerá, Madrid, Sáenz de Jubera, ca. 1910, disponible en la Colección Verne albergada por la Biblioteca Virtual de la Diputación de Zaragoza: http://www.bivizar.es/i18n/contenido/coleccion-verne.do [consultado: 6 septiembre 2021]. Se menciona en el texto como Sáenz de Jubera.

Veinte mil leguas de viaje submarino, trad. Miguel Bartual, Barcelona, Ramón Sopena, 1941. Se menciona en el texto como Bartual.

Veinte mil leguas de viaje submarino, trad. Manuel Vallvé, Barcelona, Molino, 1954. Se menciona en el texto como Vallvé.

Veinte mil leguas de viaje submarino, trad. e intr. Miguel Salabert, Madrid, Alianza Editorial, 1979 (1987). Se menciona en el texto como Salabert.

Veinte mil leguas de viaje submarino, rev. de la ed. Sáenz de Jubera, Barcelona, Círculo de Lectores, 2005. Se menciona en el texto como Círculo.

Veinte mil leguas de viaje submarino, trad. Íñigo Jáuregui, Madrid, Nørdica, 2012. Se menciona en el texto como Jáuregui.

Veinte mil leguas de viaje submarino, trad. Antoni Pascual, intr. Simone Vierne, Barcelona, Penguin Random House, 2016 (2017). Se menciona en el texto como Pascual.

Veinte mil leguas de viaje submarino, trad., intr. y not. Miguel Á. Navarrete, Madrid, Cátedra, 2019. Se menciona en el texto como Navarrete.

Traducciones a otras lenguas

VERNE, Jules, Twenty Thousand Leagues under the Seas, trad., intr. y not. Walter James Miller y Frederick Paul Walter, Annapolis (Maryland), Naval Institute Press, 1993.

Twenty Thousand Leagues under the Seas, trad., intr. y not. de William Butcher, Oxford, Oxford University Press, 1998; rev. 2019.

20 000 Meilen unter den Meeren, trad., not., apénd. y epíl. de Volker Dehs, Múnich, Deutscher Taschenbuch Verlag (DTV), 2013 (2009).

Otras obras citadas

DEHS, Volker, «Vingt mille lieues sous les mers — variantes principales», Excelsior, 3 (2009), 82-86.

DOMENY DE RIENZI, Grégoire-Louis, Océanie ou Cinquième partie du monde: revue géographique et ethnographique de la Malaisie, de la Micronésie, de la Polynésie et de la Mélanésie, 3 t., París, Firmin Didot Frères, 1836-1838, disponibles en el sitio Gallica de la Biblioteca Nacional de Francia los tres tomos: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k307862 (primer tomo, 1836), https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k30787d (segundo tomo, 1836) y https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k30788r (tercer tomo, 1838) [consultados: 6 septiembre 2021].

Historia de la Oceanía o quinta parte del mundo, trad. por una sociedad literaria, 4 t., Barcelona, Imprenta del Fomento, 1845-1846, disponible en la Biblioteca Digital del Patrimonio Iberoamericano: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000001819 [consultado: 6 septiembre 2021].

DUMAS, Olivier, Piero GONDOLO DELLA RIVA y Volker DEHS (eds.), Correspondance inédite de Jules Verne et de Pierre-Jules Hetzel (1863-1886); t. I, 1863-1874; t. II, 1875-1878; t. III, 1879-1886, Ginebra, Slatkine, 1999-2002.

GIL, Juan (ed.), En demanda de la isla del rey Salomón. Navegantes olvidados por el Pacífico sur, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 2020.

ISHIBASHI, Masataka, «Création littéraire et processus éditorial: le cas de Vingt mille lieues sous les mers», Les Voyages extraordinaires de Jules Verne: de la création à la réception, Marie-Françoise Melmoux-Montaubin y Christophe Reffait (dirs.), Amiens, Encrage Université, 2012, 173-183.

Le projet Verne et le système Hetzel, Amiens, Encrage Édition, 2014.

LACÉPÈDE, Bernard-Germain-Étienne, Histoire naturelle de Lacépède comprenant les cétacés, les quadrupèdes ovipares, les serpents et les poissons, t. II, París, Adolphe Delahays, 1857, disponible en https://books.google.be/books?id=H4UvAAAAYAAJ&pg=PA3 [consultado: 6 septiembre 2021].

ROMÁN HUERTA, [Francisco] Javier, Jules Verne. Bibliografía de primeras ediciones hispánicas, Marratxí, Paganel, 2014, fragmentos disponibles en https://shjv.org/files/muestras/muestra%20-%20bibliografia.pdf) [consultado: 7 septiembre 2021].


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